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Volar “por la cara” desde Madrid-Barajas

Acceso de embarque con reconocimiento biométrico en la Terminal 4.Imagen cedida por Iberia

Justo antes de que la covid-19 acabara de un día para otro con el tránsito aéreo habitual, la sociedad pública aeroportuaria Aena, la aerolínea Iberia, la tecnológica multinacional Thales y la compañía de servicios Inetum habían puesto en marcha en 2019 un programa piloto de reconocimiento facial para que los pasajeros pudieran acceder tanto al control de seguridad como al propio avión con tan solo sus datos biométricos, sin necesidad de DNI ni de tarjeta de embarque. Para Iberia, “la pandemia le ha dado, si cabe, más sentido” a la iniciativa, puesto que es una forma de evitar contactos y, por ende, contagios.

Tras dos años de pruebas, la opción se encuentra disponible para tres destinos: Santiago de Compostela, Oviedo y San Sebastián, todos ellos partiendo de la Terminal 4 del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. También se probó en vuelos hacia Bruselas, pero ya no está disponible porque allí se exige “comprobación documental”. Según Aena, los datos biométricos almacenados no solo sirven para esos vuelos, sino que también “pueden vincularse a cualquier otro viaje de Iberia, para poder acceder al filtro de seguridad por biometría”. Es decir, para pasar a la zona de control de seguridad nada más acceder al aeropuerto, aunque no al avión.

Iberia reconoce: “La realidad es que todavía se conoce poco”, aunque asegura que “quien lo utiliza tiene muy buena consideración del servicio”. En Aena insisten en que resulta complicado “realizar una valoración fiable [de la acogida del proyecto entre los pasajeros], teniendo en cuenta que 2020 y 2021 están siendo años atípicos para la aviación”. Miguel Mendoza, responsable comercial de Thales, explica: “Sobre el papel, parece que va a ser aceptado, pero lo que ocurre con todas las innovaciones es que al principio cuestan. Me imagino que para las generaciones jóvenes esto formará parte de sus vidas, pero para las más mayores puede significar un problema. Eso sí, para los que hacemos todo con el móvil es una ventaja. Aunque siempre habrá detractores”. Aun así, se muestra convencido de que será la tecnología imperante en el futuro.

Cuando el pasajero solicite su tarjeta de embarque para un vuelo, y siempre que su destino sea uno de los cuatro mencionados, le aparecerá la opción de activar el reconocimiento biométrico. Dispone de dos opciones. La más inmediata es descargar la aplicación móvil de Iberia, donde deberá capturar su DNI por ambos lados, o el pasaporte, y hacerse un vídeo selfi para registrar sus datos faciales. Si el teléfono móvil no cuenta con NFC (del inglés, comunicación de campo cercano), siempre podrá recurrir a la segunda vía, que es activarlo en el propio aeropuerto. Una vez llegue allí, deberá dirigirse a los quioscos de reconocimiento facial situados antes de la zona de control de seguridad. Igual que en la aplicación, deberá pasar el DNI o pasaporte por el lector disponible y mostrar su rostro. Solo con eso, podrá acceder tanto al control de seguridad como al propio avión, volviendo a situarse frente a la cámara de reconocimiento biométrico, que se localiza en un estand de color verde.

Una tecnología intransferible

El usuario puede librarse de enseñar su tarjeta de embarque y el DNI en las dos ocasiones en las que se le requiere, pero el control de seguridad es exactamente el mismo para todos los usuarios. “El chequeo es igual, la diferencia es que, en el proceso de embarque, accedes “por la cara”, explica Mendoza. Aunque se cuente con el reconocimiento facial, el pasajero no se libra de quitarse el cinturón, meter en una bandeja el portátil o atravesar el detector de metales. Tampoco se libra de transportar el DNI y la tarjeta de embarque. Aunque seguramente no tengan que utilizarlos, sigue siendo obligatorio llevarlos encima.

Según Aena, su objetivo es “utilizar tecnología biométrica en todos los procesos aeroportuarios posibles”. Una de las características que más valoran es que la identidad biométrica es intransferible. Como explica Mendoza, “actualmente, podría ocurrir que, utilizando un pasaporte o un DNI falso, se accediera al avión”, mientras que los datos biométricos no se pueden falsificar y la tecnología con la que trabajan se centra precisamente en contrastarlos con los que recoge el microchip que lleva incorporado el documento de identidad, donde también se almacena la huella dactilar.

Thales defiende que su algoritmo biométrico tiene una fiabilidad de más del 99% y, en caso de haber discrepancias entre los datos almacenados y el rostro del pasajero al situarse frente a la cámara, no se le dejaría pasar, e incluso llegaría un aviso a la policía para que comprobara ella misma la identidad de la persona.

Aunque resulta difícil cuestionar la seguridad que proporciona usar los datos biométricos en un aeropuerto, puede preocupar a los usuarios lo que ocurra después con esa información de carácter tan sensible. Aena explica que es la “única propietaria de la base de datos biométrica y, por tanto, responsable de su gestión. La información obtenida es tratada de acuerdo al Reglamento General de Protección de Datos”. Según Mendoza, una vez que el pasajero ha accedido al avión, esos datos se destruyen, a no ser que el propio viajero quiera que queden almacenados para futuras ocasiones. Sin embargo, lo que advierte Iberia a través de su página web es que para darse de baja “del perfil biométrico y borrar los datos personales, se debe enviar un correo electrónico a la Unidad Central de Protección de Datos de Aena adjuntando una fotocopia del DNI/NIE/Pasaporte y una fotografía reciente”.

Este programa piloto no es el primero en ponerse en marcha en España. Aena ya había realizado antes una prueba en el aeropuerto de Menorca junto a Air Europa, Everis y Dormakaba. Según explican en la compañía, esperan ampliar los proyectos de este tipo y planean poner en marcha uno para la facturación del equipaje: “Es uno de los que más opciones tiene de implementar la biometría, ya que en ese proceso se requiere la comprobación de la identidad y presentar la tarjeta de embarque”. Iberia espera que el reconocimiento biométrico se consolide a lo largo de 2022 en un mayor número de rutas.

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