La última vez que pisó una cancha de la NBA tenía 22 años. Anoche, con 25, volvió a sentirse jugador. Jonathan Isaac, número 6 del Draft de 2017, puso fin a la peor etapa de su vida profesional tras regresar de más de 900 días sin baloncesto por culpa de las lesiones. El calvario del ala-pívot llegó a su fin durante la victoria de los Orlando Magic ante los Boston Celtics por 113-98.
Las gradas del pabellón, lleno a rebosar con más de 19.000 almas, se levantaron y aplaudieron el retorno del interior. “Hubo días en los que no sabía si podría continuar”, confesó el estadounidense tras el encuentro. Finalizó con 10 puntos en 10 minutos de juego con una serie de 4 de 7 en tiros de campo.
“En la primera salida noté la falta de aliento. En el último minuto apenas podía hablar y estaba respirando muy fuerte. En la segunda ya me he sentido mejor y me he podido relajar”, detalló sobre su positivo retorno. Jamahl Mosley, su entrenador, quiso meterle en el encuentro en solitario para que el público reconociera la importancia del momento.
Sus compañeros y también los rivales se unieron al cálido recibo. Desde agosto de 2020, durante la burbuja pandémica en Orlando, no disputaba un partido como profesional. Se rompió los ligamentos cruzados de su rodilla izquierda, y varios pasos atrás en su recuperación han hecho que se haya perdido más de dos temporadas y media de la NBA.
Antes de jugar en la burbuja de Disney, Isaac había sufrido un esguince en la misma rodilla dañada y no jugaba desde enero de 2020. Su último partido en casa, en el Amway Center que le recibió cálidamente, fue en diciembre de 2019. “Siento alivio y paz. Esta noche podría haber ido de muchas maneras, pero aprecio a Dios por la manera en cómo ha ido. Ahora toca seguir”, resumía el jugador tras cerrar una noche repleta de emociones.