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Volver al principio


Tres meses son una eternidad en el fútbol. Y a la Real le han pasado una factura tan objetiva como difícilmente presupuestable. Es el tiempo que ha transcurrido entre el partido en Ipurua y el RealOsasuna de Anoeta, el tiempo de fútbol confinado. Si en la antesala de volver a competir no contábamos con criterio válido alguno para posicionarnos sobre cómo se comportarían los equipos tras el parón y nos agarrábamos a los factores objetivos para suponer que la escuadra txuri urdin sería capaz en junio y julio de mantener el nivel ofrecido hasta marzo, después de jugarse las dos primeras jornadas tras la reanudación pocas dudas quedan de que a la Real le urge volver al principio. Resetear todos sus mecanismos futbolísticos ya que ante Osasuna y Alavés ha parecido una vulgar sombra de sí misma.



Y lo va a tener que hacer con la presión añadida que suponen el nulo margen de maniobra entre cada partido, la ausencia de tiempo para corregir y entrenar, y las enormes expectativas que había generado hasta que se detuvo el campeonato. A este último aspecto debería de ser capaz de responder con solvencia ya que son los mismos jugadores, con el mismo talento. La reacción, por tanto, pasa por una introspección personal, por la asunción individual de que es como si hubiera empezado otra Liga, con el añadido de que los partidos se juegan a cuchillo porque todos los objetivos están en juego. Si bien sólo la recuperación de los mecanismos colectivos posibilitará que reparezca la mejor versión individual que ayude a que la cadena vuelva a funcionar perfectamente engrasada.

Y al frente de todos está el entrenador, para el que estos 11 partidos suponen un examen de máxima trascendencia ya que es el principal responsable de dotar a la Real de los mismos mecanismos que le hicieron generar en Gipuzkoa la mayor ilusión en el último cuarto de siglo. Empezando por conseguir jugar con balón y gente en campo contrario, algo que no ha logrado casi en ningún momento de los dos primeros partidos. Y siguiendo, si hace falta, por revisar y matizar la propuesta si es necesario. Porque ésta, ahora, no funciona.

Una luz que no brilla

La lesión muscular sufrida por
Asier
Illarramendi

ha debido de suponer un tremendo impacto moral para el mutrikuarra de 30 años. Después de haber jugado sólo cinco partidos en los últimos 16 meses y cuando se acercaba su reaparición -pese a que había admitido seguir con molestias- este nuevo parón le va a llevar a darle más vueltas a una cabeza que, me temo, lleva trabajando más de lo aconsejable en los últimos tiempos. No será sencillo que
Illarra
juegue esta misma temporada lo que no hará sino ahondar en un proceso en el que, desgraciadamente, su luz se va apagando tenuemente, brilla cada vez menos.

Y esto es una terrible noticia para la Real ya que es uno de los futbolistas con más nivel y categoría que ha dado Zubieta en los 20 últimos años pero que, por diversos factores, no ha logrado la ascendencia que se le supone a su potencial y trayectoria. Esta semana se han cumplido diez años de su debut y, sin embargo, sólo ha jugado 202 partidos con la Real (entre 2013 y 2015 jugó en el Madrid). Más allá de los números,
Illarra
no ha conseguido en este tiempo un rendimiento continuado, a la altura de su indiscutible figura. Tras su mejor campaña en 2013 se fue al Bernabéu y, tras su regreso, sólo en la 16/17 ha brillado de forma indiscutible un jugador al que la Real siempre echa de menos.

La Real no ha podido ganar sus dos primeros partidos tras el parón a dos equipos dirigidos por dos de sus últimos cinco entrenadores. Jagoba
Arrasate y Asier
Garitano, con diferentes matices en sus propuestas, han superado claramente en el planteamiento y el desarrollo del partido a Imanol, demostrando su valía ante quienes la ponían en duda en la Real.

El Leganés perdió sus dos primeros partidos tras el parón y es el principal candidato a descender. Lo milagroso, y en eso tiene mucho mérito un técnico de la vieja escuela como Javier Aguirre, es que no estén descendidos ya cuando en plena competición les han quitado a sus dos mejores jugadores, Braithwaite y El
Nesyri, para desempeñar roles secundarios en Barça y Sevilla.




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