El personaje político más inesperado en la larga y agónica tragicomedia del Brexit, Rishi Sunak, ha logrado concitar la buena voluntad y la confianza de todos las partes implicadas que desean un punto final. El hecho de que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, viaje este lunes al Reino Unido para ultimar los detalles de un inminente acuerdo sobre el Protocolo de Irlanda del Norte, y presentarlo junto al primer ministro británico en el territorio de este último, supone un reconocimiento expreso a la tarea desempeñada por Sunak. Este último maratón contará con el apoyo del Palacio de Buckingham, a pesar de la polémica que ha desatado la decisión: Carlos III se reunirá también con Von der Leyen. “Son las instituciones británicas las que han preparado la visita”, ha respondido un portavoz comunitario en Bruselas, informa Manuel V. Gómez.
Después de la reunión de ambos dirigentes políticos en un hotel de la localidad de Windsor, a 40 kilómetros al oeste de Londres, Sunak reunirá por videoconferencia a su Gabinete (ministros más otros miembros de Gobierno). Expondrá por primera vez ante ellos, de manera colegiada, el acuerdo alcanzado con Bruselas, que pretende poner fin a dos años de agrios enfrentamientos que estuvieron a punto de derivar en una guerra comercial entre ambos bloques.
Sunak y Von der Leyen presentarán conjuntamente el acuerdo y se someterán a las preguntas de los periodistas. La hora prevista para esa comparecencia son las 15:30 (16:30, horario peninsular español).
El pasado viernes, varios medios confirmaron los preparativos para que la presidenta de la Comisión Europea viajara de inmediato al Reino Unido, el mismo sábado, para sellar el pacto con Sunak. Se comenzó incluso a preparar una reunión de Von der Leyen con el rey, Carlos III, y Downing Street jugaba ya con dar un empaque histórico a la solución alcanzada para Irlanda del Norte, que sería bautizada como el “acuerdo de Windsor”. Las críticas de numerosos euroescépticos conservadores, e incluso de miembros del Partido Demócrata Unionista norirlandés (DUP) ―el causante del bloqueo de las instituciones autonómicas por su rechazo al Protocolo, que veían en la jugada un abuso de la debida posición de neutralidad política del monarca—, llevaron a la cancelación de los planes.
La decisión, este lunes, de que el acto de presentación conjunto de Sunak y Von der Leyen sea finalmente en Windsor, donde Carlos de Inglaterra tiene una de sus principales residencias, ha confirmado las expectativas de un encuentro entre la dirigente comunitaria y el monarca. La presidenta de la Comisión Europea será recibida por el monarca británico después de su comparecencia conjunta con el primer ministro, según ha confirmado el Palacio de Buckingham. El encuentro, ha querido insistir un portavoz de Downing Street, “no tiene nada que ver con las negociaciones del protocolo”.
La rebelión de los euroescépticos
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Sunak viajará directamente de Windsor al Palacio de Westminster, la sede de la Cámara de los Comunes, donde presentará a los diputados los detalles del pacto. Poco antes, Downing Street habrá publicado finalmente el texto. Las intervenciones solicitadas durante el debate darán una idea de la intensidad de la rebelión interna en el seno del Partido Conservador. El primer ministro mantiene desde hace dos semanas reuniones cara a cara con muchos euroescépticos para convencerles de que el acuerdo es una buena solución para rebajar la tensión en Irlanda del Norte, recuperar la normalidad en ese territorio y poner fin al conflicto con Bruselas.
La Cámara estará pendiente de los políticos tories más relevantes, para ver si se ponen en pie desde el banquillo, “para captar la atención del presidente de la Cámara” (to catch the speaker´s eye), el modo de expresar que se desea intervenir en el debate, por eso los diputados no dejan de sentarse y levantarse.
La oposición laborista ya ha anunciado su voluntad de respaldar el acuerdo alcanzado por el Gobierno si, finalmente, se somete a votación. Sunak se comprometió a dar voz en el asunto al Parlamento, pero todavía no ha dicho si los diputados votarán o no, como reclama el sector euroescéptico. Técnicamente no es necesario. Lo acordado no supone una alteración del texto del Protocolo de Irlanda. Son soluciones concretas a problemas concretos, pero siempre —según Bruselas— dentro de los márgenes impuestos por el tratado.
Los unionistas norirlandeses del DUP, cuyo respaldo al acuerdo exigen muchos euroescépticos antes de comprometer el suyo, ya han anunciado que se darán un plazo —de días, más que de horas— para estudiar con detalle un acuerdo que no conocen en su integridad, antes de dar una opinión definitiva, y de confirmar si es suficiente para poner fin a su bloqueo de las instituciones de Irlanda del Norte.
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