Tucker Carlson y Donald Trump charlan durante un torneo de Golf en julio de 2022.Seth Wenig (AP)
Con un contrato de 22,8 millones de euros al año, Tucker Carlson era el presentador estrella de Fox News. La cadena se ha comprometido a pagar otros 710 millones para evitar un juicio por difamación por difundir la conspiración de que la demandante (Dominion Voting Systems), le había robado las elecciones a Donald Trump. Fox acaba de despedir a Carlson, implicado también en esa demanda, por una acumulación de factores. Entre otros, los mensajes, revelados por The New York Times, en los que el presentador aseguraba a sus productores, tras el asalto al Capitolio, que había visto un vídeo de unos simpatizantes de Trump dándole una paliza a un “chico antifascista” y que él mismo se había sorprendido deseando que “lo golpearan más fuerte, que lo mataran”. “Podía saborearlo”, dice. Entonces, prosigue el mensaje, “en algún lugar profundo de mi cerebro, sonó una alarma: esto no es bueno para mí. Me estoy convirtiendo en algo que no quiero ser. El asqueroso antifa es un ser humano. Por mucho que desprecio lo que dice y hace, por mucho que estoy seguro de que lo odiaría si lo conociera, no debería regodearme con su sufrimiento”. ¿Dónde ha buscado refugio este profesional del odio? Exacto: en Twitter.
El polémico presentador de Fox difundió un vídeo en la red social en el que anunciaba que trasladaría su programa “y otras cosas” a Twitter, “donde se incuba y desarrolla la conversación nacional”. En el mensaje, de tres minutos, ataca a los medios de comunicación por “manipular” con “hechos” —”mucho de lo que ves en televisión o de lo que lees en The New York Times es cierto en el sentido literal. Pero no es cierto”—, mientras reivindica su derecho a decir lo que otros “creen que es verdad”. “La última plataforma que permite la libertad de expresión, la única, es Twitter”, asegura. El vídeo, publicado el pasado 9 de mayo, acumula más de 119,8 millones de visitas.
Carlson ha difundido en su programa de Fox mensajes misóginos, racistas, contra las vacunas de la covid o en defensa de Putin. Su discurso resulta, por momentos, familiar. Suena a Vox:
— “Quieren [el Gobierno, la izquierda, los medios de comunicación…] controlar tu mente. Quieren controlar a tus hijos”.
— “Les importan más los extranjeros que su propia gente”; “les importan más los afganos que tú”.
— “Quieren destruir al hombre. Hay un intento de suprimir la masculinidad. Los niveles de testosterona han bajado drásticamente en los últimos años”.
— ”¿Me ha llamado Putin racista alguna vez? ¿Me ha amenazado con despedirme por estar en desacuerdo con él? ¿Manufacturó él una pandemia mundial que ha arruinado mi negocio y me ha encerrado dos años? ¿Quiere librarse del cristianismo? ¿Come perros? La respuesta a todas estas preguntas es no. Y entonces: ¿Por qué Washington lo odia tanto?”.
Cómo será la cosa que hasta Elon Musk parece un poco asustado con Carlson. Citando su videomonólogo, el dueño de Twitter advirtió: “Quiero dejar claro que no hemos firmado ningún tipo de acuerdo. Tucker está sujeto a las mismas reglas de todos los creadores de contenido”.
On this platform, unlike the one-way street of broadcast, people are able to interact, critique and refute whatever is said.
And, of course, anything misleading will get @CommunityNotes.
I also want to be clear that we have not signed a deal of any kind whatsoever. Tucker is… https://t.co/0TMjuYnKUp
— Elon Musk (@elonmusk) May 9, 2023
El programa de Carlson dio mucha audiencia a Fox. También le ha costado mucho dinero y problemas. Se apartaron algunos anunciantes de la cadena como se apartan ahora de Twitter, cuando la manga ancha de Musk ha provocado que aumenten los insultos, los mensajes antisemitas, el odio, según revelaba un reciente estudio del Instituto para el Diálogo Estratégico. Que el dueño de la red social tema a Carlson es buena señal. Y los parecidos razonables con algunos discursos aquí al lado son una advertencia.