El funcionamiento de la Casa Blanca en los años de Donald Trump era una suma de excepcionalidades. Y luego estaba el “botón de la Coca-Cola Light”. Solo servía para una cosa: el presidente lo pulsaba e inmediatamente un tipo le traía un refresco.
Ese tipo fue, durante una época, Walt Nauta, asistente personal de Trump y el otro imputado por el caso de los papeles de Mar-a-Lago. Esta semana se ha sabido que está acusado de seis cargos: conspiración para obstruir a la justicia, retención de documentos, ocultación corrupta de un documento o registro y ocultación de un documento en una investigación federal, así como de intrigar para ocultar documentos y de mentir a las autoridades. Las penas que comportan esos delitos suman decenas de años de cárcel.
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Las normas no escritas del servicio a la presidencia de Estados Unidos dictan que, cuando una Administración termina, se abre ante sus empleados una puerta giratoria (un trabajo en una consultaría, un contrato para escribir un libro) rumbo al siguiente acto de sus vidas. Nauta, excepción a esa regla, decidió continuar como la sombra de Trump
Su nombre se cita 64 veces en las 49 páginas del documento de imputación, que detalla los 37 cargos por los que Trump será juzgado. Ambos están citados a comparecer el martes en un tribunal federal de Miami. El texto ofrece una somera biografía: “El acusado Nauta era un miembro de la Armada de los Estados Unidos destinado como ayuda de cámara en la Casa Blanca. A partir de agosto de 2021, se convirtió en asistente ejecutivo en la oficina de Trump y trabajó como ayudante personal o ‘chico para todo’. Nauta informó a Trump, trabajó en estrecha colaboración con Trump y viajó con Trump [el nombre del expresidente se cita 311 veces en el pliego de cargos]”.
Foto tomada por Walt Nauta en una de las estancias en las que se guardaban los papeles en Mar-a-Lago.HANDOUT (AFP)
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En el relato de la imputación, el ayudante, de nombre completo Waltine Nauta, nacido hace 40 años en la isla de Guam, territorio estadounidense en el Pacífico, aparece por primera vez en enero de 2021, cuando se “involucró personalmente” en el proceso de meter en cajas de cartón los papeles que el magnate quería llevarse consigo.
Dos meses después, movió algunas de ellas de uno de los dos salones de baile de Mar-a-Lago a la zona de oficinas del complejo. Su nombre vuelve a salir en diciembre de ese año, cuando toma y envía a otro empleado una de las fotografías incluidas en el pliego de cargos, en la que se ve una archivadora abierta con su contenido tirado por el suelo. Al menos uno de los papeles que se ven, referido al programa de cooperación internacional para asuntos de inteligencia conocido como Cinco Ojos, contiene información clasificada. Un par de meses después, según la imputación, Nauta participó en otro traslado de cajas. De todos esos movimientos quedaron rastros en mensajes y en las grabaciones de las cámaras de seguridad revisadas por los investigadores.
Guardados bajo llave
En mayo de 2022, cuando el gran jurado emitió, como parte de su investigación, una orden para la devolución inmediata del material, el FBI interrogó a Nauta. Ahí fue donde, según la acusación, cometió uno de los presuntos delitos al decir que no le constaba que Trump hubiese revisado personalmente el contenido de unas cajas cuando el expresidente finalmente accedió a devolver una parte a los Archivos Nacionales, que son los legítimos propietarios de los papeles presidenciales cuando termina un mandato. También respondió: “Desearía poder decírselo, pero sencillamente no lo sé”, a la pregunta de si los documentos se guardaban bajo llave en Mar-a-Lago (la respuesta tenía que haber sido no).
Pese a saber desde hace algo más de un año que estaba en el punto de mira de la investigación sobre los documentos clasificados, siguió obedeciendo órdenes de Trump y trasladando cajas de un lugar a otro hasta junio de 2022. En otoño, tras el registro de Mar-a-Lago por parte del FBI, recibió la invitación a colaborar con la justicia. Se negó a hacerlo en otra demostración de su extraordinaria lealtad, virtud que Trump valora por encima de todas las demás.
Tras conocer su imputación, Nauta no ha flaqueado en su compromiso. Como acostumbra a hacer desde que Trump anunció su tercera candidatura a la Casa Blanca, el sábado lo acompañó a Georgia y a Carolina del Norte, donde el expresidente dio sendos discursos en las convenciones estatales republicanas. Según informa AP, se pudo ver a ambos en una tienda de gofres en Georgia, en la que Trump firmaba autógrafos, posaba para las fotos y decía: “No hicimos absolutamente nada malo”.
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