Pasaron muchas cosas y todas con sentida emoción, la tarde del domingo en Wembley. Antes de que Inglaterra afrontara su segundo partido de clasificación para la Eurocopa frente a Ucrania, hubo diversos actos que tuvieron que ver con la historia de la selección de los ‘three lions’, pero la jornada, más que de fútbol, quiso ser de solidaridad. Una gran parte del estadio se tiñó de amarillo y azul con la visita de Ucrania, en otro gesto del público inglés para apoyar su causa por el sufrimiento de la guerra con Rusia, más de un año después de la invasión que ha provocado una crueldad terrible y miles de damnificados por la guerra.
La Asociación de Fútbol inglesa no desperdició la ocasión de ponerse del lado de la causa ucraniana, como lleva tiempo haciendo el gobierno de Rishi Sunak, que acaba de enviar los primeros tanques Challenger 2 de fabricación británica que el Gobierno de Londres se había comprometido a entregar a Kiev . Más de mil ciudadanos ucranianos desplazados y sus familias anfitrionas en el Reino Unido fueron invitados al partido y alrededor de 4.500 hinchas ucranianos estuvieron también entre la afición que llenó las gradas del estadio londinense, con el claro propósito de la solidaridad. Y lo que se consiguió fue una imagen muy potente: los 22 jugadores entremezclados para desplegar una enorme bandera de Ucrania, con el mensaje de ‘peace’ (paz), que dio la vuelta al mundo.
La emotividad del enfrentamiento palpitó desde el principio, con los jugadores de Ucrania saliendo del túnel envueltos sobre sus hombros con banderas azules y amarillas, con los colores de su país, y la interpretación ceremonial de su himno, cantado entre lágrimas. Fue fácil preguntarse cómo podían jugar al fútbol. Pese a que se podía sentir que había toda una nación observando, soñando con la victoria, como un breve respiro del sufrimiento, pareció que lo de menos iba a ser para los ucranianos el resultado y el juego. Y así fue.
A Inglaterra le resultó cómoda la victoria, con dos goles en sólo dos minutos, aunque flotó en el ambiente que Ucrania se ha convertido en la única selección en el fútbol mundial contra la que a la gente no le importaría perder. En las gradas hubo bastantes minutos de extraño silencio y comedida celebración de los goles, y tampoco se escucharon los sonoros cánticos habituales de ánimo a los ‘pross’, como asumiendo que la tarde tenía más peso solidario que deportivo.
En un partido de tanta carga emocional, Zinchenko, Mudryk y sus compañeros de selección pusieron la dignidad de representar a un país invadido. E Inglaterra hizo lo que debía. Ganar el partido y confirmar que la victoria contra Italia, la primera en suelo italiano desde 1961, ha venido a ser un gran paso adelante para confirmar las mejores expectativas sobre la selección que dirige Gareth Southgate. Volvio a marcar Harry Kane, que se llevó la bota de oro como máximo goleador de la historia del combinado inglés, y hubo un minuto de aplausos para George Cohen, el ganador de la Copa del Mundo de 1966, fallecido en diciembre. Honores, reconocimientos y satisfacción contenida, con un triunfo moral de Ucrania, apoderada por un día de la inmensa carga simbólica de Wembley.