El director estadounidense Wes Anderson (Houston, 52 años) rodará su próxima película en Chinchón (Madrid) durante julio, agosto y septiembre. Aunque de la producción, completamente estadounidense, no se ha filtrado ni un detalle, en las afueras de la localidad ya son claramente visibles los decorados que simularán un paisaje desértico de wéstern (aunque la película no se adscribe a este género), y en los que estos días trabajan varias decenas de operarios para tenerlo todo listo a mediados de julio. Para entonces, tras el estreno en el festival de Cannes de su trabajo precedente, La crónica francesa, Anderson arrancará su proyecto en España, país elegido por el paisaje y por la calidad de la labor de las empresas de service, las productoras locales que se encargan de los trámites, la construcción de decorados, la reserva de alojamientos, los transportes y, en general, todo lo necesario para filmar un largometraje.
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La producción la realiza Indian Paintbrush, la empresa con la que trabaja Anderson. El estadounidense no es un cineasta cualquiera. Dotado de un fascinante sentido de la estética, mima todos los componentes que aparecen ante la cámara, recreando con vestuario y decorados mundos muy distintos que al final acerca a sus gustos. Conocido por su pasión por las simetrías visuales, y por el humor nostálgico que emana de sus guiones, Anderson, convertido en sí mismo en un género cinematográfico, reside en Francia, por lo que en la última década no ha salido de Europa para levantar sus filmes. Desde Moonrise Kingdom (2012), localizada en Rhode Island, no ha vuelto a su país natal. En los estudios Cinecittà erigió un pueblo italiano para su corto Castello Cavalcanti (2013), producido por Prada, la empresa textil; en los estudios alemanes Babelsberg recreó el universo lleno de referentes a Stefan Zweig y a la Europa de entreguerras para El gran hotel Budapest (2014); Isla de perros (2018), película de animación stop motion, se filmó en unos estudios británicos, y la aún inédita La crónica francesa, sobre la vida en una ciudad de Francia a lo largo del siglo XX contada desde las crónicas publicadas en un ficticio periódico local en inglés, The French Dispatch —título original del filme—, se ha realizado en una inmensa nave industrial a las afueras de Angulema. Esta es la película que hubiera inaugurado el festival de Cannes 2020. Tras su anulación, el estreno se pospuso un año, y ahora se verá en la nueva edición del certamen francés, que empieza el 6 de julio.
Un desierto de pega
Este miércoles varias decenas de trabajadores se afanaban en levantar unos inmensos decorados con forma de los habituales montículos que aparecen en los wésterns clásicos. Más alejado de la vista del viandante y de las estructuras de mecanotubo que sustentan la falsa tierra, dentro de una inmensa finca privada, se recrea una estación de tren y su correspondiente vía. Anderson todavía no ha visitado la localización: antes de Cannes estará en Nueva York, en el festival Tribeca, donde a mediados de junio se celebrará el 20º aniversario del estreno de Los Tenenbaums, y charlará con parte de su equipo artístico.
En Chinchón todavía no saben los nombres de los actores que estarán en el rodaje español, y su alcalde, Francisco Javier Martínez, ni siquiera mienta al cineasta. “Es muy importante para la ciudad. Es verdad que hemos sido localización habitual de numerosos rodajes, pero que una gran producción estadounidense desembarque muchos meses aquí nos da vida, categoría y publicidad”. Martínez explica, desde la puerta del Consistorio, sito en la famosa Plaza Mayor porticada de Chinchón, que han colaborado en la búsqueda de facilidades. “Hemos mediado en la negociación con el Parador, los hoteles, las casas rurales… Es que van a copar todo. El teatro será su centro de operaciones e incluso podrán rodar allí”, apunta el regidor de la localidad, de 5.000 habitantes y situada a 46 kilómetros al sureste de la capital.
Martínez no puede desvelar mucho más: cualquier acto relacionado con la película está protegido por férreos acuerdos de confidencialidad. Aunque en el tablón de anuncios del Consistorio un comunicado firmado por la corporación municipal y la Film Madrid, la empresa encargada en la Comunidad de promocionar los rodajes audiovisuales, asegura “el apoyo del Ayuntamiento” al proyecto y pide su colaboración a todos los habitantes. Según Profilm, la asociación de productoras españolas de audiovisual internacional, en 2020 se desarrollaron en España un 73% menos de proyectos extranjeros. La inversión directa pasó de 132 millones de euros en 2019 a 36 millones el pasado año.
El director de Academia Rushmore o Life Aquatic es conocido por su meticulosidad, su pasión por decorados realizados en dioramas, por su apuesta por los colores pastel o gamas coordinadas de pocos tonos según cada proyecto y por trabajar con los mismos intérpretes. Así que en este proyecto, que viene marcado por un paisaje desértico que le ha empujado a localizar en España, y que tiene un presupuesto cercano a los 35 millones de euros, estarán algunos de sus actores favoritos, un grupo en el que se encuentran Tilda Swinton, Owen Wilson, Saoirse Ronan, Bill Murray, Willem Dafoe, Jason Schwartzman (que además suele ser su coguionista), Christoph Waltz o Bob Balaban. “Les llamo, pero nunca les digo el tamaño del papel, lo que sería descortés, sino que les pido ayuda para hacer la película, y se apuntan”, contaba el cineasta en una entrevista en EL PAÍS cuando estrenó El gran hotel Budapest. Uno de sus actores le definió como “el principito de Saint-Exupéry ya crecido”. “No sé lo que significa eso, de verdad. Tal vez se divirtió mucho en el rodaje”, respondía, y recordaba cómo era de niño: “Me pasaba mucho tiempo dibujando casas y elementos arquitectónicos, porque era lo que quería ser de adulto”. De ahí nació su particular estética que tanto ha influido en la decoración actual de interiores y en Instagram. Y sobre su vida en Chinchón, cuando presentó en Madrid Isla de perros ya dio una pista de cómo le gusta trabajar: “Mi forma de hacer cine es familiar. Si puedo, intento que todo el equipo viva en el mismo hotel, me gusta comer y cenar todos juntos, que nadie se vaya a casa”.
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