Willy Hernangómez lo vale. También para tumbar al MVP. El pívot se quedó a solas en el poste con Nikola Jokic y el serbio, que tan entonado había empezado la cita acabó por los suelos, sin canasta, sin balón y sin nada mientras segundos después Willy coronaba su magnífica jugada de ‘two-way player’ cogiendo el rebote y anotando. Un lujoso adorno a sus 12 puntos (2/3 en lanzamientos de campo y 8/10 en tiros libres), 8 rebotes, 3 asistencias, 1 robo y 1 tapón en 20 minutos en la rotunda victoria de sus New Orleans Pelicans contra los Denver Nuggets (121-106) a pesar de los 32 puntos y 16 rebotes del MVP. Cantidad, calidad y eficiencia.
Willy, el que nunca pierde la sonrisa, empieza a tener motivos de verdad para sonreír. Sin rechistar, manifestándose sólo que en el parqué está sacando a su entrenador, Willie Green, de su terca postura de arrinconarle en el banquillo como ya logró de hecho el año pasado. El mayor de los Hernangómez, que cuajó su mejor y más completa actuación de la temporada, alcanzó por primera vez los 20 minutos de juego y ha saltado a la cancha en tres de los últimos cuatro partidos sobrepasando los 10 minutos. Es cierto que los Pelicans han tenido bajas en las fechas recientes –Brandon Ingram y Herbert Jones en esta ocasión-, pero Willy da lecciones cómo hacer mucho con poco en cualquier circunstancia.
El MVP del Eurobasket, ovacionado al ser sustituido mientras el español se iba al banquillo con una sonrisa de oreja a oreja, fue el tercer mejor de los Pelicans en cuanto a más-menos -un +20, sólo por detrás del +23 de Naji Marshall y del +21 de Jose Alvarado-, y fue también mejor que su competencia por ser el primer pívot suplente, produciendo mucho más que Larry Nance Jr. en el mismo tiempo -4 puntos y 3 rebotes para el estadounidense-, y registrando unas cifras similares a las del ‘center’ titular, Jonas Valanciunas, con 13 tantos y 2 capturas el lituano aunque en menos tiempo, 13 minutos.
Willy ha promediado 8 puntos, 6 rebotes y 1 asistencia en 15 minutos en los últimos cuatro partidos con un notable 52,5% en lanzamientos de campo con un más-menos acumulado de +27 y sus promedios de temporada dan también idea de cuán alta es su eficiencia con 5,2 puntos y 4 rebotes en 10 minutos de juego. El pívot se encuentra entre los mejores reboteadores de toda la NBA, ya que, extrapolando los números a 48 minutos, el mayor de los Hernangómez promedia casi 20 capturas por partido, lo que le convierte en el 17º jugador de la mejor liga del mundo en esta estadística.
“Never too high, never too low (Nunca demasiado alto, nunca demasiado bajo”, twiteaba al final del partido un Willy que acuña el mismo lema que Ricky Rubio. El pívot, que también ha posteado este mensaje cuando no tenía ni un minuto, siempre confió en sí mismo cuando las cosas no iban bien pero ahora quiere mantener la prudencia.
La gran noche de Jose Alvarado
Willy Hernangómez se llevó una ovación de aúpa pero, lógicamente, quien iba a tener el público a sus pies iba a ser Jose Alvarado. El base estadounidense pero de ascendencia mexicana y costarricense, clavó 38 puntos con un sensacional 8/11 en triples para, disfrutar de su mejor noche en la NBA. Cantando su nombre New Orleans a ritmo del “Oé, oé, oé”, Alvarado es de esos tipos que los rivales no pueden ni ver pero que los suyos adoran.
Y es que el menudo base, sólo 1,83, no tuvo otra que hacerse odiar desde niño porque, acostumbrado siempre a ser el más pequeño de la pista, siempre tuvo que jugar con un nervio que dejó patidifuso a más de un entrenador suyo. “New Orleans me hizo querer ser yo mismo en todo momento”, decía a pie de pista un Alvarado casi bañado en lágrimas y después bañado en champán por sus compañeros.
El ‘pequeño’ Alvarado, que no fue drafteado en 2021, saltó a la fama sobre todo en los play-offs del año pasado, donde fue una ‘presencia’ perturbadora para Chris Paul en la primera ronda de play-offs entre Pelicans y Phoenix Suns pese al pase de la franquicia de Arizona (4-2). Entre las virtudes que le distinguen, el base es un ‘ladrón a traición’, astuto para robar balones las espaldas.
Pero el menudo Jose Alvarado no es sólo una ‘mosca cojonera’, también una hormiga atómica capaz de hacerlo saltar todo por los aires en ataque, sobre todo desde el perímetro. “Cuando vi que entraba el triple del contragolpe me dije: “Va a ser una noche larga”, bromeaba con sonrisa de pillo el base, con un 40% desde más allá del arco este curso. “Creo que en High School lo más que anoté fueron 28 ó 29 puntos. No es mi papel ser un gran anotador pero hoy mis compañeros me encontraron abierto. Me hacen sentir bien y espero seguir mejorando”, destacaba el neoyorquino.
“Si tengo este instinto asesino es por mi abuela”
Su incesante energía sobre la cancha tiene una explicación espiritual. En 2016, cuando Alvarado tenía sólo 18 años, falleció con sólo 54 años su abuela Odilia Martínez a causa de un cáncer de estómago. Su madre, su razón de ser en el baloncesto. “Si tengo este instinto ‘asesino’ es por ella, ella no tenía miedo de nada. Ella es la razón por la que empecé a jugar a baloncesto, cada vez que salgo a la pista es por ella”, dijo en declaraciones recogidas por Mike McCurry en el portal Zagsblog el base, moldeado por el sentimiento por su abuela. Por eso es puro nervio, pequeño pero ‘matón’.