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Wirecard reconoce que lo más probable es que los 1.900 millones desaparecidos “no existan”



Markus Braun, director ejecutivo de Wirecard. / Europa PressLa crisis de Wirecard se agrava sin visos de que esta empresa de pagos que hasta hace poco parecía la gran joya tecnológica-financiera de Alemania dé con una solución a corto plazo. El hallazgo de un agujero de 1.900 millones de euros forzó este viernes e la dimisión de su consejero delegado y auténtico cerebro de la empresa, Markus Braun, y provocó un nuevo día de castigo en la Bolsa de Fráncfort, donde cayó el 35%. En dos días, Wirecard ha perdido más del 75% de su valor bursátil, evaporándose en un abrir y cerrar de ojos más de 10.000 millones de euros.Braun fue el responsable de levantar la empresa que con el tiempo se convertiría en un gigante de los pagos digitales, que en 2018 entró en el Dax —el índice de los mayores grupos cotizados alemanes— y que llegó a valer más que el Deutsche Bank. Pero ese imperio parece caer ahora como un castillo de naipes. Su auditora, EY, admitió el jueves ser incapaz de encontrar 1.900 millones de euros que la empresa aseguraba tener. Este viernes, además de dimitir Braun, dos bancos filipinos echaron más leña al acusar a la empresa alemana de falsificar documentos que los acreditaban como clientes.La salida de Braun no ha resuelto los problemas de Wirecard. No solo porque las caídas en Bolsa han continuado. Al desplome del 62% del jueves se sumó este viernes otro que ha dejado la acción al borde de los 25 euros. Los problemas financieros amenazan ahora la supervivencia de esta empresa con sede a las afueras de Múnich. Según informa Reuters, la empresa negocia contra reloj con varias entidades financieras para obtener liquidez después de que el jueves anunciara que dos líneas de préstamos de unos 2.000 millones de euros podían cerrarse si durante el viernes no publicaba sus cuentas anuales, algo que a última hora del viernes no había hecho aún. La compañía alemana Union Investment, uno de los principales accionistas de Wirecard, se unió al también accionista DWS en sus amenazas de demandar a la compañía.El estadounidense James Freis sustituirá de forma interina a Braun, según anunció este viernes la empresa. La renuncia de Braun se produjo pocas horas después de que publicara un vídeo en el que aseguraba ser víctima de un “fraude de proporciones considerables”, aunque sin apuntar quiénes serían los responsables de ese fraude. La fintech alemana decidió el jueves suspender a su director de operaciones, Jan Marsalek. Wirecard tenía previsto publicar este jueves sus cuentas del ejercicio 2019, después de haber aplazado en varias ocasiones ya la fecha.La compañía explicó el jueves que la firma de auditoría EY no ha encontrado “suficientes pruebas” de que las cuentas fiduciarias de la empresa tuvieran 1.900 millones de euros en cuentas de dos bancos asiáticos, que representan cerca del 25% del balance de la compañía.La empresa indicó: “Hay señales de que se ha proporcionado información falsa al auditor por parte del fiduciario sobre sus cuentas bancarias con el objetivo de engañar y crear la percepción errónea de la existencia de dicho saldo de efectivo”. EY había dado el visto bueno en los últimos años a las cuentas de Wirecard. Pero su renuncia a firmar las de 2019 confirma las irregularidades detectadas en abril por KPMG.Los problemas de Wirecard salpican también el prestigio de la primera potencia económica europea. “La empresa ha causado un gran daño a la credibilidad y confianza de los inversores internacionales en el Dax. Esta crisis tendrá consecuencias significativas en la imagen del mercado alemán de capitales”, aseguró a Reuters la economista alemana especialista en fraude Carola Rinker. “Wirecard, una vergüenza para Alemania”, titulaba este viernes la revista Der Spiegel.Año y medio de revelacionesLa caída de Wirecard está ligada a las informaciones del Financial Times, que a principios de 2019 detectó problemas en sus sedes en Asia. Según estas informaciones, los empleados del grupo habían engañado a reguladores y auditores. Wirecard negó las acusaciones. Más tarde, las autoridades de Singapur ordenaron el registro de sus oficinas.
La situación se complicó más aún a partir de octubre. El diario británico publicó entonces que algunas filiales del grupo habían inflado los beneficios, sin que la auditora EY se enterara. Wirecard contrató una auditoría externa a KPMG. Pero tras seis meses de investigaciones, la firma dijo en abril no poder saber si la mayor parte de los beneficios declarados entre 2016 y 2018 eran reales o no.


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