Un cartel electoral de Aliança Catalana, el partido de ultraderecha liderado por Sílvia Orriols, en Ripoll.MASSIMILIANO MINOCRI
Xavier Trias ha dicho que tendrá una relación normal con Vox, como con cualquiera de los otros partidos que puede haber en el Ayuntamiento de Barcelona. Respondía a una pregunta de Laura Rosel en el Matí de Catalunya Radio tras las elecciones municipales. Trias argumentaba que no se podía hacer como si no existieran, que eso no funcionaba. ¿Funcionará tratar con “normalidad” a un partido que tiene como una de sus características básicas la generación de odio? ¿Qué se consigue con la normalización?
En Ripoll, el boicot, el vacío, el no entrar en el debate con una organización de estas características no ha funcionado. Hemos visto qué ha pasado con Trump en los Estadios Unidos, con Bolsonaro en Brasil, en Italia con diferentes proyectos políticos… En todos estos países ideas que hoy identificamos con la extrema derecha han llegado a gobernar. En Italia todavía gobiernan. En los tres países estas ideas han sido normalizadas y esa normalización ha contribuido a que lleguen al gobierno y se consoliden como una opción por la que optan millones de personas. Han conseguido la evolución hacía la extrema derecha de otros partidos del parlamento, han conseguido que sus propuestas centren el debate público.
En Cataluña y España los avisos del crecimiento de estos proyectos son claros y alarmantes. No es nueva la pregunta por el cómo tratarlos. Algunos medios de comunicación cada vez son más conscientes del papel que tienen en su expansión social y están tomando decisiones. Otros, por intereses compartidos, por aprovechar la atención que generan este fenómeno o por falta de reflexión, están contribuyendo a sus objetivos. Con los partidos pasa algo parecido.
Desde partidos y medios, no necesariamente identificados con la extrema derecha o el fascismo, crecen discursos de odio contra personas migrantes, contra el feminismo, contra el mundo LGTBIQ+, contra el cambio climático, contra personas de ideas políticas que no se comparten… Discursos generados por partidos, periodistas, gente que opina en tertulias, programas de entretenimiento, redes sociales, personas creando contenido en Youtube o Twitch…
Después de la victoria de Sílvia Orriols (Aliança Catalana) en Ripoll, en la tertulia del jueves 1 de junio en El Món a Rac 1, el programa de radio más escuchado en Cataluña, un periodista insistió en “la substitución” de la población catalana por la migrante y realizó afirmaciones, que nadie contestó, sobre el comportamiento de toda la comunidad marroquí, sobre su no integración, sobre como discriminan a sus hijas… Y después se preguntaba si estas afirmaciones son racistas. Lo son y no debemos hacerlas porque además son mentira. Del mismo modo que no debemos aceptar afirmaciones que engloben en un todo a cualquier tipo de población (catalana, española…).
Necesitamos hablar de todo lo que preocupa, pero no podemos hacerlo con desinformaciones, con mentiras, ni contribuyendo al miedo y el odio. Atender todos los malestares que tenemos, buscar soluciones a partir del conocimiento veraz y el diálogo real. Ni normalización del odio, ni desinformación, ni silencio de los malestares. Tarea pendiente, gran desafío.
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