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Xoan Silva, el 'ángel de la guarda' de Laia Sanz

Xoan Silva, el 'ángel de la guarda' de Laia Sanz

“Este tío es el amo. Es el amo”, decía Laia Sanz a MD apuntándole con el dedo justo después de completar el ‘milagro’ de llegar al final de la etapa 5 del pasado miércoles. Se acercaba a aquel chico humilde, sin ganas de protagonismo y con cara de sorpresa al ver que alguien como Laia Sanz no paraba de darle las gracias. Maurizio Gerini, copiloto de Laia Sanz, afirmaba con la cabeza. Se acercó a él y lo abrazó. “Eres muy grande”, le decía al italiano estrujándole con las fuerzas que le quedaban. No era para menos. Había sido su ‘ángel de la guarda’ particular. Nos referimos a Xoan Silva, el mecánico del camión que el Astara Team tiene en carrera para ayudar a sus pilotos con los daños que puedan sufrir en la carrera más dura del mundo. Junto a Sergio Vallejo, piloto del coche que realiza las funciones de ‘mochilero’ del equipo español, este gallego de 31 años fue el responsable de que la de Corbera de Llobregat alcanzara la meta cuando parecía imposible.

Llegó al kilómetro 28 de la etapa 5 y se encontró un ambiente lleno de desolación. Sergio Vallejo había aparecido antes y avisaba a Laia y Gerini de que el destrozo del coche se podía arreglar porque el chasis estaba bien. Necesitaba piezas del camión y las manos de Xoan. Silva se bajó del camión como si tuviera que correr los 100 metros lisos, lanzando el casco al suelo y gritando todo tipo de cosas para despertar a los presentes en la arena. Se ponía manos a la obra con el resto del equipo. Y lo logró.

Ese momento no era más que fruto de una coincidencia. Xoan, en un principio, no tenía pensado cumplir su sueño de ir al Dakar, y menos hacerlo corriendo en pista con un camión. Todo surgió por el ‘morro’ que le puso este mecánico de carreras cuando un día coincidió con el jefe de filas del Astara Team, Oscar Vallejo.

El gallego, natural de Boiro, localidad cercana a Santiago de Compostela, siempre ha querido dedicarse al 100% al deporte del motor pero no lo hace por la falta de estabilidad de los proyectos. Por ello, compagina su trabajo de mecánico de competición con otro al que se dedica los tres meses de verano: patrón de barco de un yate de ocio. Lo que no sabía es que precisamente esta segunda labor le llevaría hasta su anhelo de competir en el Dakar. Del motor conoce a Diego Vallejo, buen amigo suyo. Diego fue al yate de Xoan junto a Óscar Fuertes a pasar unos días de vacaciones de verano. Una tarde, sobre el barco, empezaron a hablar. La conversación duró toda la tarde. Y en un momento, Silva le echó ‘morro’ y presentó su candidatura para ir al Dakar. Y al final, lo consiguió.

Una decisión de última hora

La segunda casualidad para que finalmente llegara a las dunas para ayudar a Laia y Gerini fue que en principio, Xoan debía ser mecánico de asistencia, es decir, no hubiera podido estar en pista para asistir a la catalana. Pero finalmente, a última hora, le dijeron que acudiría de mecánico en el camión, en carrera.

“Me dijeron que iría en camión a finales de noviembre. No contaba con estar en el camión. Ya me gustaba estar en el vivac, pero poder tener la oportunidad que me brinda el Astara Team de correr un Dakar, y además en un camión… es un sueño. Siempre vi el Dakar por la televisión, los resúmenes, y sí que me hubiera gustado, pero era impensable poder estar aquí en un camión corriendo un Dakar”. Y menos todavía ser protagonista de uno de los días que Laia dijo que jamás olvidaría. 

Allí, todos los presentes destacan la velocidad y claridad mental que tuvo Xoan para arreglar los problemas más complejos. “Tuvimos que cambiar el palier trasero, tenía los dos amortiguadores de atrás rotos, los brazos estaban hechos un siete y dos llantas estaban destalonadas y faltaba líquido en la dirección. Y a medida que ibas arreglando te ibas encontrando más cosas que no se veían. Un fallo en el cuadro de mandos, la bomba de gasolina que no cogía presión… muchas cosas”. 

Incluso cuando le dijo a Laia que hiciera unos metros para probar el coche tras más de 3 horas de reparación, vieron que el escape sacaba humo. Había algo de fuego. Tomó una decisión astuta al segundo: “Cogimos el aire del camión para soplar para apagar y no usar el extintor para no dañar el coche y realmente ver que era aceite de la volcada. Lo limpiamos. Tienes que improvisar un poco”, apuntó. El resto ya es historia.




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