¿Y cuándo como? La pregunta gravitó en el ambiente de los ‘realzales’ desde que salió el horario de este encuentro ante el Betis: las dos de la tarde del domingo. Cada seguidor txuri urdin encontró la manera de avituallarse y ver in situ a su equipo, porque se reunieron la friolera de 28.032 espectadores en Anoeta, la peor entrada de la temporada en los cuatro partidos celebrados hasta la fecha, pero que hubiese sido la mejor en las tres campañas anteriores, de hecho no hubo una más elevada antes de este curso desde el Real-Barcelona de la campaña 2014/15 (28.748 asistentes).
El caso es que hubo quien llegó ‘comido’, que ya había dado cuenta de un almuerzo a la europea a las doce y media. Otros se decantaron por acercarse antes y ‘pinchar’ algo en Amara. Los más, quizás, prefirieron el clásico bocadillo, inusual y casi pecado en el Día del Señor a mediodía, pero que supo a gloria al descanso especialmente tras el gol de Willian
José. Los más rezagados, más algún resacoso de tardío desayuno, optaron por mover el bigote a la vuelta del Reale Arena. Para la mayoría, el postre fueron los seis cohetes que tronaron en el cielo de Donostia que anunciaron los tres goles y la remontada.
Había muchos huecos al inicio en el graderío, quizá por lo incómodo del horario, algún colapso en los accesos o por quien apuró al máximo su salida de casa por la lluvia. Incluso se vieron vacantes en la grada de animación Aitor
Zabaleta. La parroquia se fue calentando en sintonía con el equipo.
La remontada también comenzó en los asientos azules, que empujaron a su equipo incluso cuando el partido se torció con el gol de efecto retardado por el VAR de Loren. Los tantos de Javi
García -parecía de Merino al principio- en propia meta y Willian
José convirtieron en más sabroso el bocata. Y la segunda parte fue un disfrute continuo.
Ya es evidente que la grada tiene en Portu un nuevo ídolo. E incluso le dedicaron su cántico cuando anotó el tercero, antes del inevitable ‘Dale Cavese’ y ese baile de espaldas tan espectacular. El murciano lo sabe y, marque él o lo haga otro, primero lo celebra con el pueblo. Parece que ilusión ya le hacen los tantos en txuri urdin. Mayor expresividad es complicado de ver.
Se ceban con Joaquín
Hubo tiempo incluso para el choteo en las gradas. Ya con 3-1 y con un pescado que parecía vendido, la afición se ensañó con el bético Joaquín, sobre todo después de la tarascada de éste a Zaldua: “Cuéntate un chiste, Joaquín cuéntate un chiste”, le dedicaron. Esto hizo envalentonarse al del Puerto, un chiste hasta entonces, motivado y peligroso luego. Siempre ha declarado que de niño fue de la Real durante una época, por una zamarra txuri urdin que le regalaron. Los rescoldos se esa pasión se debieron apagar en el mediodía del domingo.
Algunos aficionados también expresaron un mal deseo de futuro al Betis. Al grito de ‘¡A segunda, oé!’, le siguió un coro de abucheos por parte de un sector mayoritario de la grada. Señorío ante todo.
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