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Y Nevenka Fernández tomó la palabra

Nevenka Fernández en un fotograma del documental ‘Nevenka’.NETFLIX

Nevenka Fernández sujeta un papel. Está sola. Detrás, el fondo es negro. Lleva el pelo recogido, como entonces. Hace 20 años que no ha vuelto a leer ese documento, el de su renuncia como concejala de Hacienda del Ayuntamiento de Ponferrada. Su voz se sobrepone a la de ella misma, aquel 26 de marzo de 2001, el día en que todo se hizo público en un hotel lleno de periodistas: “Es a partir de ese momento cuando empieza un infierno. Mi negativa provocó su acoso”. Esta es la historia de una mujer que denunció a un político por acoso sexual cuando no era común denunciar y menos que trascendiera públicamente: “Tengo 26 años y tengo dignidad”, dijo aquella mañana ante la prensa.

La dejaron sola. Narró ante un tribunal vejaciones y episodios íntimos. Ganó el juicio. El entonces alcalde de Ponferrada y superior de Nevenka, el popular Ismael Álvarez, fue condenado y dimitió. Miles de personas -4.000, según la Policía Local- se manifestaron tras la condena por las calles de la ciudad para respaldarlo a él y condenarla a ella, que tuvo que salir de España porque nadie le dio trabajo. Y desapareció. 20 años después, Nevenka Fernández rompe su silencio en un documental que reconstruye la primera gran sentencia condenatoria por acoso sexual en España. Y tiene mucho que decir.

“Hice algo que tenía que hacer. Si no lo hubiese hecho, me habría muerto”, relata ella misma en el arranque de Nevenka, una serie documental de tres episodios que Netflix estrena el 5 de marzo, a cuyo visionado del primer capítulo ha tenido acceso EL PAÍS. “Hablar me salvó la vida”.

“Queríamos que fuera ella, que nunca habló, la que nos contase cómo le ha marcado aquel episodio”, explica por videollamada Maribel Sánchez-Maroto, directora del documental. “Para rescatar aquella sentencia pionera de la primera mujer Me Too que tuvimos en España, necesitábamos su reflexión”. Esa reflexión pasa por la culpa. Pese a la verdad judicial, en aquella España de principios del siglo XXI a ella la culparon y ella se culpó.

Con un máster de Auditoría recién terminado y 24 años, ofrecen a Nevenka Fernández ir de número 3 en las listas del PP. El día que conoció al alcalde, un hombre con fama de mujeriego de la edad de su padre, no le llamó la atención: “Me pareció un señor de Ponferrada”. Meses después mantuvieron una breve relación sentimental. “Empezamos a salir, me di cuenta muy pronto de que no era lo que quería”, explica. “Nunca estuve cómoda”. Desde el momento en el que ella rompió, y durante meses, Ismael Álvarez inició el lento proceso del acoso, que avanza hasta anular la voluntad. La acechó, le puso trampas para que estuvieran a solas (“¿por qué no podemos acostarnos juntos aunque tú no sientas nada?”, le decía), denigró en público su trabajo, la amenazó: “Tú eres una hija de puta y yo voy a ser un hijo de puta contigo”, le dijo un día. En el documental, ella lo recuerda así: “La mejor manera de definir la situación es un infierno”.

Nevenka Fernández se sentía responsable de lo ocurrido y, asegura, “ese era también el mensaje social”. Es difícil pensar que todo hubiera transcurrido de la misma manera en la España y el mundo de hoy, tras la revolución feminista que trajeron movimientos como el Me Too o las movilizaciones multitudinarias del 8-M español. Hace una década, conoció a la periodista Ana Pastor, fundadora de Newtral y productora del documental, que se podrá ver en 190 países. “Caí enamorada enseguida”, asegura la periodista al teléfono. “Nunca habríamos hecho este proyecto si ella no hubiera querido, si no sintiera que se cuenta su verdad, que al final es la verdad judicial”. Pastor revela que la eclosión feminista que estalló en 2017 fue decisiva para que Nevenka se decidiera: “Mi obsesión era devolverle lo que hizo por todas, reparar la soledad social que sufrió, que viera que este país ha cambiado”.

Tanto el entorno del alcalde como parte del municipio entendieron entonces que por haber tenido una relación con el alcalde “ella mentía”, recuerda Maribel Sánchez-Maroto. “Le aplicaron todos los prejuicios que se asocian a una mujer, como si no fuera un ser adulto que decide por sí misma cuando empieza y acaba una relación con un hombre”. Ahora sería poco probable un apoyo cerrado como el que Ismael Álvarez recibió del PP y de muchos de sus conciudadanos. O que un fiscal preguntara hoy, como le preguntaron entonces, que por qué aguantó, ella que no era como “una empleada del Hipercor, a la que se toca el culo y tiene que aguantar para llevar el pan a sus hijos”.

Aun así, las mujeres siguen pagando un alto precio cuando se atreven a denunciar a su acosador. A Nevenka Fernández le revuelve ver reportajes en televisión de casos parecidos al suyo en los que “ellas denuncian pero siempre están de espaldas, siempre con la voz distorsionada, ocultando algo, como si fueran culpables”, explica Sánchez- Maroto. Y esa fue la otra gran motivación de esta mujer para aceptar ponerse delante de una cámara 20 años después de aquel primer ejercicio de valentía y “dignidad”, como ella misma reivindicó entonces. “Habla para decirle a las mujeres de todo el mundo: de esto se sale si lo paras, si hablas, si denuncias”, señala la directora.

Han pasado 20 años y las heridas han cicatrizado. En algunos momentos del documental, como al releer el comunicado de su renuncia, Nevenka Fernández se emociona y llora. Ha sobrevivido a un episodio que ha marcado su vida “pero no la ha convertido en una víctima para siempre”, dice la directora. Fernández pidió seguir manteniendo su vida anónima de ahora, de la que apenas se revela ningún dato en la cinta. Tiene dos hijos y vive feliz, cuenta la directora del documental: “Ha conseguido la paz que necesitaba”.


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