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Y Oblak no estaba tranquilo

Hay veces en las que cuando uno lo ve todo perdido, entiende que no le queda otra que tocar a rebato en busca de un imposible. No fue el caso ayer de la Real y, sin embargo, Jan
Oblak no tuvo margen para estar tranquilo. El conjunto txuri urdin obligó al portero del Atlético de Madrid a salvar a su equipo en un partido de desarrollo muy extraño, en el que el máximo aspirante a campeón casi nunca pareció soltar el gobierno del mismo y en el que sin embargo sufrió hasta el final para amarrar un triunfo casi decisivo.

La Real regresó ayer al hotel de concentración rumiando su destino. Pensando que hubo muchas tardes, en especial en estos grandes escenarios, en los que produciendo mucho menos, se llevó más. La Real tuvo cinco ocasiones clamorosas. Una terminó con el balón estrellado en el poste, otra en la red de Oblak remachada por Zubeldia y en las otras tres emergió la imponente figura del portero esloveno al que batir una vez ya es una pequeña hazaña y al que hacerle dos goles pertenece al terreno de la ciencia ficción. Sus dos tapadas, de unos reflejos extraordinarios, a los latigazos de Isak en el primera parte, en especial el segundo remate, fueron brutales. Su manopla a Portu en la segunda mitad, aguantando sin vencerse ante un balón que había botado en el suelo y se iba directo a la escuadra, perteneció a ese registro en el que sólo habita Oblak. Precisamente por lo interiorizada que tienen los delanteros la dificultad que supone marcarle un gol, es posible que Portu ajustara en exceso el chutazo que se fue al poste. Para poder celebrar gol Zubeldia le tuvo que fusilar, a un par de metros, y con el portero en el suelo.

El Atlético justificó su sufrimiento en su falta de eficacia ante Remiro, pero no se contabilizan en su haber, en la segunda parte, tres ocasiones tan claras como las que tuvo la Real. El misterio del partido residió en cómo el conjunto txuri urdin logró aspirar a empatar un duelo que el líder casi siempre tuvo bajo control. No fue un asedio de la Real, pero según fue metiendo canteranos en el ‘once’ acabó jugando mejor y más tranquila. Y, seguramente favorecida por la ansiedad del Atlético a ganar para ser campeón, sus ocasiones fueron muy claras. Más, en calidad y cantidad, que otras muchas veces que jugó en feudo colchonero. Si no empató, como les pasa en muchas ocasiones a la mayoría de equipos de la Liga, es porque enfrente tuvo a Oblak.


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