El último fin de semana de octubre que prácticamente coincide, con una fecha tan relevante para el consumo de ficción como es Halloween no tiene, ningún estreno relacionado con el terror. Sin embargo, la presencia de las estrellas de Ámsterdam parece un reclamo suficiente para asegurar una asistencia considerable a las salas, sin dejar de prestar atención a propuestas españolas como El cuarto pasajero, la última comedia de Alex de la Iglesia.
‘Ámsterdam’
El director David O. Rusell regresa a la pantalla grande 7 años después de estrenar Joy. Como viene siendo habitual en su filmografía, Ámsterdam está lleno de estrellas. Christian Bale, Margot Robbie, John David Washington, Alessandro Nivola, Anya Taylor-Joy y Rami Malek son algunos de los intérpretes que se juntan en este drama lleno de intriga y conspiración. La sinopsis gira en torno a tres amigos que se ven envueltos en una de las tramas secretas más impactantes de la historia de Estados Unidos, partiendo de hechos reales y juntando todo con la ficción reimaginada por Russell.
‘El cuarto pasajero’
Alex de la Iglesia dirige a Alberto San Juan, Blanca Suárez, Ernesto Alterio y Rubén Cortada en una comedia road movie que promete ser tan alocada como habitualmente nos tiene acostumbrados el cineasta bilbaíno. El cuarto pasajero cuenta como Julián (San Juan) utiliza su coche para cubrir sus viajes a Madrid, compartiendo el vehículo con desconocidos. Sin embargo, siempre hay un asiento para Lorena (Blanca Suarez) una mujer de la que está enamorado y a la que se va a declarar en el próximo traslado a la capital.
‘Bros: Más que amigos’
No es habitual ver una comedia romántica con el trasfondo de la homosexualidad, pero Bros: Más que amigos lo consigue, gracias a una propuesta que Nicholas Stoller ha dirigido y coescrito junto a Billy Eichner. Protagonizan Billy Eichner y Luke Macfarlane.
‘L’immensità’
Penélope Cruz es la cara visible de este drama ambientado en Roma en los años 70. El cineasta italiano Emanuele Crialese (Respiro, Terraferma) cuenta la historia de un matrimonio acabado, incapaz de separarse. Su unión depende únicamente de sus dos hijos en los que la madre Clara, vuelca sus deseos de libertad. El equilibrio familia termina de resquebrajarse cuando la hija mayor, Adriana, decide renunciar a su nombre y a su identidad, queriendo que a partir de ahora se la trate como a un chico.
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