Menos de cinco décimas de diferencia inclinaban la noche de este lunes la balanza de las elecciones de Ecuador hacia un resultado que nadie había pronosticado: si se confirman estos datos, la presidencia del país se disputará en segunda vuelta entre la izquierda del correísmo (Andrés Arauz) y el movimiento indígena (Yaku Pérez). Los sondeos previos a los comicios presidenciales auguraban que harían falta dos llamados a las urnas para tener un nombre, pero colocaban en el desempate del próximo 11 de abril a Arauz, auspiciado por el expresidente Rafael Correa, y a Guillermo Lasso, el político conservador que concurría por tercera vez.
Los casi nueve millones de ecuatorianos que fueron a votar dieron la sorpresa. La amplia indecisión que venían reflejando las encuestas durante semanas se transformó en ese estrechísimo margen porcentual que, por el momento, coloca en segunda vuelta a Yaku Pérez, dirigente indígena del Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik. Faltan por contabilizar menos de mil actas electorales de un universo de 39.135, pero hasta que no se haya completado el 100% del escrutinio ni Lasso ni Pérez tienen asegurado el pase a segunda vuelta.
Arauz, sí, con un 32,1 % de los votos, que le sirven de garantía de la victoria electoral pero no lo suficiente como para ganar en una sola vuelta. El avance en el conteo de papeletas, no obstante, ha mantenido constantemente esa pequeña diferencia entre los dos segundos dejando arriba al líder del movimiento indígena. Y eso ha puesto nerviosos a todos. El propio Yaku Pérez desconfiaba desde la madrugada electoral de que el proceso pudiese ser alterado en la sombra y advirtió sobre la necesidad de vigilar al Consejo Nacional Electoral.
“Están confabulando un fraude entre el señor Correa y el señor Lasso”, declaró este lunes el líder indígena, al ver que las cifras de Pachakutik cosechadas en la Asamblea le dan mayor ventaja que las de la Presidencia. Lasso, que ha invertido una suma millonaria en la que esperaba que fuera su tercera y definitiva intentona por llegar al Palacio de Carondelet, apareció contrariado, despeinado y sin corbata, para decir simplemente que hay que esperar a que concluya completamente el escrutinio. Y Rafael Correa, que ya sabe lo que es vencer al candidato de CREO en unas elecciones, ha escrito desde Bélgica en redes sociales un mensaje inesperado avalando el segundo puesto del banquero tan duramente criticado en su Gobierno, frente al del representante indígena. “En la Costa, Lasso supera ampliamente a Yaku (Pérez). Arauz subirá hasta alrededor del 32,7%; Yaku (Pérez) bajará a cerca de 19,49%; y Lasso subirá a cerca de 19,73%. La final será Arauz – Lasso”.
A la candidatura de Unión por la Esperanza (Unes), nuevas siglas de los seguidores del correísmo, no le interesa medirse en una segunda vuelta con la izquierda de Pachakutik porque Yaku Pérez, a diferencia de Lasso y de Arauz, no genera ese rechazo en los simpatizantes de sus rivales. Podría absorber el apoyo de los que quedaron fuera de la primera vuelta y se oponen al regreso de las formas de gobierno de Rafael Correa, encarnadas en su delfín.
La fragmentación del voto —los votantes podían elegir entre 16 candidaturas— y el mapa de resultados de la primera vuelta dejan, por tanto, varias lecciones. En primer lugar, el correísmo mantiene su impulso después de cuatro años de Gobierno de Lenín Moreno. El presidente saliente ganó las elecciones en 2017 como candidato de Correa, aunque al asumir el poder se distanció de su mentor hasta romper con él y dar pie a una feroz disputa que ha marcado el último mandato. En segundo lugar, la oposición al correísmo se ha manifestado a través de diferentes vías.
La opción de la derecha tradicional representada por Lasso se ha demostrado insuficiente. Las alternativas que buscan los ciudadanos han sido, de alguna manera, nuevos perfiles que abarcan valores como el ecologismo o la regeneración democrática, abanderados, respectivamente, por Pérez y el político de estreno, Xavier Hervas, de la Izquierda Democrática. Más de 13 millones de ecuatorianos estaban llamados a las urnas para decidir el sucesor de Moreno. Las elecciones, sin embargo, tenían de entrada una clave más vinculada al pasado que al futuro. La votación suponía una decisión de fondo sobre el capítulo de la historia del país andino abierto por el expresidente Correa y la batalla por llegar al Palacio de Carondelet se ceñía en la práctica a dos tendencias antagónicas: el regreso del correísmo frente a la opción de cambio. Finalmente, la voz de los ecuatorianos consolidó el peso que aún tiene la izquierda en el país sin que esta tenga que estar necesariamente protagonizada en exclusiva por el correísmo. Entre Arauz, Yaku Pérez y Xavier Hervas, esa corriente ideológica roza el 70% del apoyo ciudadano. Aunque se hagan oposición.
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