Yankuba Sima, la fuerza del trotamundos


La España campeona del mundo en 2019 inició el viernes en Skopje una nueva yincana competitiva en la que se jugará la clasificación para defender su estrella en el Mundial de 2023. Otra reválida para testar la profundidad de banquillo del baloncesto español en ausencia de los jugadores de la NBA y la Euroliga. Un camino de 15 meses de recorrido, con 12 partidos repartidos en dos fases. Una nueva ventana que se abre para clásicos de los periodos de entreguerras como el capitán Quino Colom y para los debutantes Dani Pérez, Jaime Pradilla y Yankuba Sima, el mejor en el triunfo ante Macedonia del Norte (65-94) con 15 puntos y siete rebotes en 17 minutos en pista.

“Las generaciones cambian, pero hemos logrado que la esencia del grupo permanezca”, resume Carlos Jiménez, capitán en la conquista del oro de 2006, que en este viaje se estrena en el cargo de team mánager de la selección. Y su frase sirve como preludio al relato de Sima (Girona, 25 años), uno de los rookies que asoma en la búsqueda de talentos de Scariolo para convertir el compromiso en oportunidad. Antes de su debut como internacional, el pívot del Manresa, de 2,11m de altura y 2,25 de envergadura, se sentó con EL PAÍS en la concentración de Guadalajara para hacer repaso de su intensa biografía. “Vengo a aportar muchas ganas e ilusión. A intentar disfrutar y, sobre todo, a aprovechar la oportunidad”, explica Sima, con mirada ávida y discurso sereno.

“Pongo mucha energía en la pista. Soy un jugador de equipo que intenta hacer siempre lo correcto”, comienza Sima a modo de presentación. “Soy polivalente y completo, puedo rebotear, taponar, correr… Estar aquí es la recompensa a todo el trabajo que vengo haciendo durante años y a lo bien que están saliendo las cosas esta temporada”, explica el pívot, que en los 11 partidos de este curso en la ACB firma unas medias de 6,8 puntos, 4,2 rebotes y 8,3 de valoración en 16 minutos en pista.

Su llegada a la selección responde a la preocupación de Scariolo por alimentar el “componente físico-atlético” del equipo, cada vez más determinante en el juego y, al tiempo, uno de los déficits del jugador español. “No creo que vaya sobrado de físico, pero puedo competir con cualquier pívot de cualquier competición”, señala Sima, mezclando modestia y determinación. Con Sebas Saiz como icono de las primeras ventanas y Víctor Arteaga como pieza fija, la búsqueda de pívots de Scariolo (Rubén Guerrero, Tyson Pérez, Osas Ehigiator, Fran Guerra…) le ofrece ahora la oportunidad a Sima. El premio a un currículo trabajado y errante, forjado con el vigor del trotamundos. Un ida y vuelta de Girona a EE UU, con África como cordón umbilical.

Yankuba Sima, el quinto de siete hermanos (cinco varones y dos mujeres), es hijo de dos inmigrantes de Gambia, Abdoulie Sima y Sajo Fatty, que llegaron a España hace 35 años y se afincaron en Girona. Los cinco chicos se lanzaron pronto a jugar al baloncesto —Sima tras descartar el fútbol por las dificultades para manejarse con los pies con su imponente carrocería—. El hermano mayor, de 33 años, juega en la Segunda División de Suiza; el menor, de 20, está en el Ourense en la LEB Plata. “No es fácil criar a siete hijos y mis padres ahora están orgullosos de que estemos con una buena carrera y en disposición de perseguir nuestros sueños”, recalca Sima.

Su aventura comenzó al lado de casa, en el Santa Eugenia de Girona, con apenas siete años, y después en el Sant Josep de Badalona. Hasta que, en 2013, ingresó en la Canarias Basketball Academy y, con Rob Orellana como mentor, amplió su vuelo a EE UU para seguir puliendo su baloncesto y estudiar gestión deportiva. Coincidiendo con su mayoría de edad llegó a la Universidad de St. John’s de Nueva York, donde jugó en el equipo entrenado por Chris Mullin, miembro del Dream Team. Y, en 2016, fichó por Oklahoma State. Sin embargo, pese a semejante recorrido, el viaje que más le impresionó fue el que hizo con 14 años al país natal de sus padres.

Impulsados por el deseo de su madre, educadora en Caritas Diocesana de Girona, los hermanos fueron a Gambia a conocer a su familia y convivir con ellos durante un tiempo. “Fue un punto de inflexión que me cambió la forma de mirar la vida. Me hizo valorar mucho más todo lo que tengo”, rememora Sima. “Aquí crecemos pensando siempre en querer más y más. No valoramos todo lo básico. Tener recursos y dinero para cuidar la salud, tener un techo y una cama donde dormir… allí muchísima gente no tiene esas cosas. Y, sin embargo, son felices con pocos recursos”, recalca. “La humildad te hace abrir los ojos. Tomar conciencia de esa realidad te prepara para afrontar cualquier contratiempo”.

Dificultades e incertidumbres que Sima se encontró a su regreso de Estados Unidos, en 2018, rumbo a Manresa (con una cesión a Lugo y otra a Ourense de por medio). “Pasas nervios. Comienzas tu etapa profesional, pero no es nada fácil asentarte y ganarte un puesto. Te cuestionas mil cosas. Pero además de esos nervios siempre he tenido mucha confianza en mí y en mi trabajo”, detalla Sima. “No me relajo nunca, para no dejar de aprender y para no estar nunca satisfecho. No me comparo con nadie. Nunca he sido de tener ídolos. No quiero ser igual o mejor que nadie. Quiero llegar a ser la mejor versión de mí mismo. Cada uno tiene su camino y yo quiero seguir el mío, a ver dónde me lleva”, cierra. El viaje de Sima continúa.

Shengelia jugará tres partidos en cinco días

La clasificación para el Mundial de 2023 reedita el calendario imposible que plantea la convivencia de las ventanas FIBA con la Euroliga. Este lunes, España se mide a Georgia (20.30, Teledeporte) en Jaén y allí estará Tornike Shengelia como principal amenaza del conjunto visitante. Será su tercer partido en cinco días.

El pívot del CSKA, de 30 años —que se garantizó por contrato la participación con su selección—, jugó el jueves en Moscú en la victoria de su equipo frente al Bayern en la Euroliga (con 12 puntos, cinco rebotes y cuatro asistencias en 32 minutos). Y, 24 horas más tarde, compitió en Tbilisi con Georgia y aportó 16 puntos y 13 rebotes en otros 32 minutos en el triunfo de su selección ante Ucrania (88-83).

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