El pasado domingo un buen amigo me envió unas imágenes que me dejaron sin palabras: fotografías recientes de los últimos restos del Vicente Calderón. No supe ni qué decir. Sé que lo hizo de buena fe, como despedida final porque están a punto de derribarlo del todo. Pero fue durísimo verlo. Cuando voy a Madrid suelo tomar desvíos para no tener que pasar por allí, aunque me supongan un rodeo enorme. Estoy seguro de que no soy el único colchonero que lo hace. Como era domingo y me sentía igual que nuestro Paseo de los Melancólicos, lo compartí en las redes pero al poco tiempo borré el tweet. Mejor recordar ese estadio lleno hasta la bandera y coreando al unísono con coraje y corazón.
En agosto de 2016 me llamó mi amigo Miguel Ángel Guijarro, periodista y escritor, para decirme que estaba creando el libro “50 años del Vicente Calderón. Historia de una pasión en rojo y blanco” con Nacho Montero y Cristina Mosquera, y preguntarme si me gustaría escribir el prólogo. Por supuesto que acepté el honor. Me costó mucho escribirlo y me gustaría recordaros un fragmento:
“Si tengo que definir el Estadio Vicente Calderón en ocho palabras serian: Especial, Respeto, Miedo, Alivio, Emoción, Pasión, Amor y Único. Al segundo día de llegar a Madrid me llevaron allí para conocerlo. A pesar de mis 21 años ya había jugado en muchos estadios carismáticos, pero cuando llegué al centro del campo lo primero que pensé es que ese estadio era muy especial, al mismo tiempo que me hice una pregunta: ¿conseguiré triunfar aquí?.
En los primeros meses con la camiseta rojiblanca sentía un miedo tremendo antes de cada partido. Afortunadamente el temor desaparecía en cuanto el árbitro pitaba y el balón empezaba a rodar. A los tres o cuatro meses de haber llegado al Atleti ya estaba triunfando en el fútbol español con grandes partidos como el 0-4 en el Bernabéu. El miedo se fue con el tiempo y llegó el alivio: cada partido en el Manzanares era una sensación maravillosa.
La pasión que existía en el Calderón era tan intensa que con el tiempo ya no solo vives los partidos como profesional, sino que también defiendes los colores rojiblancos como un aficionado. El equipo de mi infancia pasó a ser mi segundo equipo porque el Atlético se convirtió en mi primer equipo.
He vivido grandes momentos en “Don Vicentini”, como siempre lo he llamado cariñosamente. Hace pocos años cumplí el último sueño que tenía pendiente: ver un partido con el ‘Frente Atlético’ en el estadio. La pasión que viví con mi hijo Fabio y los chavales del Frente fue como volver atrás en el tiempo y sentir lo mismo que cuando jugaba.
Desde que me retiré me han preguntado muchas veces “si pudieses volver 20 años atrás y jugar solo un partido, ¿cuál seria y dónde?”. Mi respuesta siempre es y siempre será la misma: “Atlético de Madrid – Real Madrid en el mítico Calderón”.
Este fin de semana regresará LaLiga tras el parón de la maldita pandemia. El mundo afortunadamente vuelve a girar. Aunque los estadios estén vacíos y que nuestra antigua casa ya no exista, siempre lo estará en nuestro corazón. El domingo cuando empiece el partido en Bilbao contra el Athletic estoy seguro de que todos cantaremos en casa “Yo me voy al Manzanares, al Estadio Vicente Calderón…”.
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