La compleja coyuntura internacional de la invasión de Rusia sobre Ucrania podría tener como ganador colateral a un rival geopolítico inesperado, China y su moneda, el renminbi (o yuan), frenando la hegemónica influencia del dólar sobre el sistema financiero internacional. De producirse, la decadencia de la moneda estadounidense y el dominio del yuan chino no se produciría con efecto inmediato sobre los mercados financieros en los próximos años, pero el impacto de los movimientos geopolíticos que está generando la guerra sí podría conllevar cambios en los grandes pilares financieros internacionales en una década, según algunos analistas.
El principal efecto geopolítico a corto ya es, sin embargo, evidente. Frente al bloqueo bancario a Rusia para utilizar el sistema internacional de pagos SWIFT (siglas en inglés de la Sociedad para la telecomunicación financiera interbancaria global), el yuan chino experimentará una mayor internacionalización en los mercados, no solamente como moneda refugio, sino para satisfacer las transacciones de la relación comercial entre China y Rusia, que ascendieron a 112.000 millones de dólares durante 2020, según el Fondo Monetario Internacional. La actual hegemonía del dólar aglutina hasta el 40% de los pagos internacionales mundiales, frente al 3,2% que acapara un casi recién incorporado al sistema, el yuan, a pesar de que China es el mayor socio comercial del mundo, sin que su moneda sea reflejo de esta hegemonía global.
La expulsión de Rusia del esquema de hegemonía económica estadounidense erigido sobre tres pilares —el sistema de mensajería interbancario SWIFT; el servicio de compensación y liquidación de pagos Chips (siglas en inglés del sistema de liquidación de pagos interbancarios) y el dólar—, podría encontrar en la versión china formada por el Sistema de Pago Interbancario Transfronterizo (CIPS, en sus sigas en inglés) y el yuan digital, su mayor competencia. Podrían considerarse como alternativa para satisfacer las necesidades de pagos transfronterizos, a la vez que supondría el impulso de la internacionalización de un recién llegado al sistema de pagos financiero, el yuan digital, entre los países bajo sanciones occidentales de acceso a SWIFT.
La amenaza no es inminente, ya que las herramientas desplegadas por China están lejos de poder competir frente a la hegemonía del sistema financiero internacional vigente bajo influencia estadounidense. Las magnitudes hablan por sí mismas, y frente a los 12,68 billones de dólares que gestionó en todo el año pasado el sistema chino CIPS entre los 1.280 bancos extranjeros que lo componen, el dominio del dólar generó 42 millones de mensajes SWIFT cada día de 2021, gestionando un volumen de transferencias diarias de casi cinco billones de dólares en todo el mundo entre sus más de 11.000 instituciones financieras asociadas.
Aunque CIPS tiene su propio canal de mensajería, ha estado utilizando SWIFT desde 2016, de modo que el bloqueo al sistema internacional impediría que CIPS pudiera postularse como alternativa para desbancar al omnipresente SWIFT. No así el yuan digital, que podría convertirse en la mejor opción para eludir las sanciones occidentales al tratarse de una moneda soberana controlada directamente por el Banco Popular de China.
Los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín han sido el último escenario para comprobar el potencial que tiene el despliegue de la moneda digital en la que China lleva trabajando desde 2015, consiguiendo mover el equivalente hasta 315.000 dólares en yuanes digitales diariamente. Conocidas como CBDC (siglas en inglés de divisas digitales de los bancos centrales), el liderazgo mundial de China en el desarrollo de su moneda digital sitúa al gigante asiático en la vanguardia del diseño y utilización de tokens digitales que emplean tecnología blockchain.
Después de la presentación a la comunidad internacional durante los Juegos Olímpicos, el yuan digital está técnicamente preparado para su uso en el mercado doméstico, con capacidad para satisfacer además una demanda internacional cuando surja. Como moneda soberana, se trata de un mecanismo alternativo de pago donde la operación no quedará reflejada en el sistema de transferencias SWIFT, tampoco necesitará que el sistema Chips la compense, quedando todo el proceso ajeno a los bancos occidentales. De esta forma, la relación comercial entre China y Rusia podría establecerse en yuanes digitales, evitando cualquier control internacional, que vendría a sumarse a las transacciones que ya se realizan en yuanes entre ambos países y que aglutinaron el 17,5% del comercio entre China y Rusia en 2020, frente al 3,1% registrado en 2014, principalmente aplicado a los contratos de petróleo y gas.
No parece viable que China ofrezca a Rusia el sistema de pago transfronterizo CIPS como alternativa al SWIFT ya que, en un esquema de interconexión financiero global, las transacciones en yuanes se apoyan en un esquema de nodos bancarios intermedios que, de verse sancionados, terminarían afectando a los bancos chinos. Sin embargo, con la puesta en circulación del yuan digital podría modificarse el orden financiero internacional vigente, generando un pequeño tsunami sobre la balanza de poder geopolítico. Así, si antes la exclusión del sistema de mensajería interbancario SWIFT suponía para los países quedarse aislados de los mercados globales y de la financiación comercial, caso de las sanciones a Irán, la disponibilidad del yuan digital plantea una opción de relativa subsistencia financiera sin que China incurra en el riesgo de sufrir represalias que conllevarían sanciones sobre los bancos chinos.
Las cadenas de suministro son también otro punto de interés en todo este esquema. Las importaciones de petróleo y gas rusos son esenciales para garantizar la seguridad energética que necesita China. Asimismo, como máximo importador de carbón de Rusia, la imposibilidad de ejecutar los pagos comerciales entre ambos países desencadenaría una disrupción industrial que afectaría al abastecimiento de los mercados internacionales, impactando negativamente sobre la economía global.
Las sanciones están promoviendo, asimismo, otro tipo de movimientos económicos y geopolíticos, ya que se está incentivando que varios centenares de empresas barajen la opción de abrir nuevas cuentas en las filiales rusas de alguno de los bancos chinos que operan en el país. El despliegue de influencia del sistema financiero chino también se extiende a una mayor adopción en el uso de las tarjetas bancarias de China, UnionPay, como alternativa para sustituir a las tradicionales Visa y Mastercard, ante el anuncio del cese de operación de estas empresas en Rusia.
El enfoque de una posible desglobalización con la generación de dos polos tecnológicos, rivalizando Estados Unidos y China por la hegemonía tecnológica, ha marcado el primer paso de un proceso de desacoplamiento que parece acelerarse con la pérdida paulatina de la hegemonía del dólar, asociado al estatus geopolítico de Estados Unidos. El surgimiento de un nuevo orden monetario menos interconectado parece más cercano si China decide ofrecer al mundo el yuan digital. Será solamente un paso, pero será un gran paso que generará cambios críticos en las dinámicas geopolíticas, en el sistema financiero global y en la gobernanza internacional.
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