Pasadas las diez de la noche en España, Yunior García aparecía vestido de negro, con un abrigo de plumas, un jersey y una bufanda en una entrevista en YouTube con el cineasta cubano Ian Padrón. El dramaturgo, principal líder de la plataforma opositora Archipiélago y convocante de la frustrada marcha cívica por el cambio del pasado 15 de noviembre, ha llegado la mañana del miércoles a Madrid por el aeropuerto de Barajas, pero no ha querido desvelar dónde está por respeto al colectivo de cubanos que le han facilitado a él y a su mujer, Dayana Prieto, un lugar donde quedarse. García tampoco ha dado detalles de cómo fue su salida de la isla. “No sé por qué me dejaron salir”, se ha limitado a decir para después anunciar que este jueves hará “declaraciones importantes”.
El artista sí ha confirmado que ha abandonado su país con una visa otorgada por la Embajada de España y que, por el momento, no ha solicitado asilo porque su intención es volver a Cuba. “Mi idea es regresar una vez que cumpla con mi tarea de que Cuba sea para todos los cubanos”, ha asegurado.
En casi una hora de entrevista, García ha relatado cómo el encierro forzado en su casa de La Habana del pasado 14 de noviembre provocó que tomara la decisión de salir de Cuba. Antes de anunciar que marcharía solo por las calles de la ciudad como acto de protesta ante la negativa del Gobierno de permitir las manifestaciones del 15N, el dramaturgo comenzó a tramitar una visa para poder viajar a España. “Yo había acudido a la embajada en previsión de que me detuvieran”, ha explicado, “siempre pensé que el 14 iba a terminar en una cárcel, me dijeron que me iba para el combinado del este”, ha proseguido sobre la prisión con la que la Seguridad del Estado le había amenazado. Pero no ha dado más detalles de cómo tramitó este permiso. Tampoco ha aclarado cómo pudo viajar en tan poco tiempo y tras pasar más de 24 horas de aislamiento en su vivienda. Por el momento solo se sabe que el opositor voló a Madrid el martes en un vuelo de Iberia con un visado de turista de tres meses circunscrito a España que le fue concedido el lunes, puntualizaron fuentes diplomáticas a EL PAÍS.
El domingo 14, tras recibir el apoyo del 76% del colectivo Archipiélago, una plataforma que creó después de la protesta de 300 jóvenes artistas a las puertas del Ministerio de Cultura el 27 de noviembre de 2020, estaba decidido a salir solo a la calle, vestido de blanco, con una rosa blanca cuando un grupo de fieles a la Revolución organizó frente a su vivienda lo que en Cuba se denomina un acto de repudio. Más de 200 personas se reunieron en la puerta de su casa, en distintas plantas de su edificio y en las inmediaciones. “Tapiaron mi casa con el símbolo de todos”, ha recordado sobre el momento en el que los manifestantes castristas cubrieron las ventanas con banderas de Cuba. Una imagen que dio la vuelta al mundo gracias a las redes sociales.
García estaba en ese momento acompañado por su mujer y su suegra. El hostigamiento en la calle se acompañó, según ha relatado el dramaturgo a Padrón, de cortes en su teléfono fijo, móvil y en su conexión a internet. “Me querían silenciar”, ha dicho. “No me iban a convertir en un símbolo llevándome a una cárcel. Me iban a encerrar en mi casa, cortarme las comunicaciones, continuar con el descrédito, lanzar sospechas que a veces funcionan. Callarme sería la muerte y lo podían conseguir sin meterme en la cárcel”.
El encierro, ha contado García, provocó en él rabia y desesperación: “Estás ciego sordo y mudo, te agreden hasta por fuego amigo”. La madrugada de ese domingo, tras horas de incomunicación, se quebró, ha reconocido visiblemente emocionado. Una situación que le llevó, según sus propias palabras, a tomar la decisión de salir. “Nunca he pensado en emigrar. He podido salir y entrar con tranquilidad”, ha continuado y ha recordado que gracias a su trabajo como dramaturgo ha podido viajar a distintos países sin problema alguno. “Entras en un estado en el que empiezas a preocuparte en cómo enfrentar la vida con la misma lucidez. Es una batalla constante por no perderla. El acoso y las amenazas van haciendo mella”.
García ha reconocido que el modus operandi que el Régimen usa con la oposición cubana liderada por los artistas desde las protestas del pasado 11 de julio comenzó a tener efecto sobre él. “No soy tan fuerte. No soy esa estatua de bronce o de mármol. Soy un tipo normal. Mis principios van a seguir intactos”, ha afirmado. El dramaturgo es consciente de que lo que denomina “una dictadura tiránica” está celebrando su salida de Cuba. “El tiempo dirá si esta decisión de salir es un error o un acierto, o si es la posibilidad de dar testimonio a nivel mundial sin que ellos puedan controlar mis movimientos. Tenía que buscar la manera de defender mi palabra”, se ha defendido. García se reconoce como exiliado. Asume las discrepancias que su llegada a España ha provocado en la plataforma Archipiélago: “He tenido un diálogo duro con el resto de los miembros. Hacía días que no habíamos hablado. Ha habido inconformidades. Intento entender a los que cuestionan, juzgan, se sienten decepcionados. No soy una máquina, soy una persona”. Pero está dispuesto a regresar. “Hago las cosas para que la realidad de Cuba cambie. Trato de ser consecuente”.
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