-¿Qué te vas a Estados Unidos con 19 años para intentar jugar en la NBA? Eres demasiado mayor ya…-, le dijeron a aquel callado pero aplicado y dispuesto chico japonés, rechazado por una escuela tras otra en ‘High School’ en su país y ni ‘papa’ de inglés.
-La barrera del idioma es demasiado alta-, le dijeron otros.
Y así, en aquellos últimos días de 2012, muchos comentarios más.
Pero una década después…
-¿Qué veo de diferente en Yuta Watanabe? ¡Pues que es el mejor tirador del mundo ahora mismo!-. Lo dice Kyrie Irving.
Yuta Watanabe (Yokohama, 13-10-1994), recién coronado mejor triplista de una NBA (57%) a la que no llegó hasta los 24 años tras no ser drafteado en 2018, se acostumbró siempre a llegar tarde a todo, a soportar el peso del “no”. Hubo un tiempo en el que nadie le quería en su equipo, calabaza tras calabaza en ‘High School’. Al final, como cuenta en un relato de su vida en el portal ‘The Players Tribune’, le quiso Jinsei Gakuen. No era, ni de lejos, la escuela con más prestigio. Pero eso no importaba. Alguien le iba a enseñar al actual ‘francotirador’ de los Nets y ex de Memphis Grizzlies y Toronto Raptors cómo se tenía que tomar la vida, en la que acabaría viéndose alguna vez por encima de Stephen Curry (40%) en la lista de triples.
“‘Shoshin (mentalidad de principiante) y ‘kenyko’ (humildad). Esas son dos palabras que nunca debes olvidar”. Eso es lo que Shikama-sensei, mi entrenador en High-School y mentor me enseñó”, explica el alero, firmado por los Nets en la agencia libre en verano tras dos años en Toronto y dos, con la mayor parte del tiempo en la G-League, en los Grizzlies, su primer equipo NBA tras cuatro temporadas en la George Washington University.
Fue entonces cuando aprendió que cada segundo cuenta. Hasta en los denominados ‘minutos de la basura’, expresión a la que se la tiene jurada. Tanto que, un día, en la misma sala de prensa que en la que Irving proclamó la realidad -que es el mejor triplista del mundo-, Watanabe hizo uno de esos tensos silencios inquietantes, de esos de los sonidos de cuchillos de fondo.
-Yuta, has cogido un buen rebote en los minutos de la basura durante el partido de hoy-, le dijo un periodista.
-No hay nada que se pueda llamar minutos de la basura, en mi opinión-, le contestó frío y contundente Watanabe.
“En la NBA no hay minutos de la basura, ni tan siquiera segundos”
Pareció rudo. Pero todo tenía sentido: “Después de años de duro trabajo y de hacer sacrificios incontables, conseguí ser un jugador de la NBA. Y mientras está en una pista de la NBA no hay ‘minutos de la basura’, no importa que sea un minuto, incluso un segundo. Nada me asegura que podré jugar el siguiente partido, así que cada momento es una oportunidad para dejar mi huella. Esa es la razón por la que no hay ‘minutos de la basura’ en mi diccionario”, explica el de Yokohama, bien visto entre los periodistas de Toronto, plasmada esa humildad en la pista fuera de ella, tal como le enseñó su maestro en Japón.
Le iluminó Shikama-sensei y ahora lo hace él con Jacque Vaughn. Tanto como ha visto como jugador y entrenador el actual técnico de los Nets, a Vaughn le brilla la mirada cuando habla de la pasión de Watanabe. “Lo más grande es la alegría con la que juega, el baloncesto le pierde. Está disfrutando del juego, atrae la energía del equipo y la da. Es su alegría”, insistía el entrenador de Brooklyn a pregunta de MD.
En tiempos convulsos en los Nets, Yuta Watanabe, aunque ausente por lesión en los dos últimos partidos, ha traído paz con esa alegría, un 12/18 desde el perímetro en sus tres últimas actuaciones, dos de ellas victorias contra Blazers y Grizzlies, a triple limpio en los momentos decisivos. Así que uno de a los que más ha cubierto sino el que más en este lapso, el ya retornado Kyrie Irving, le adora.
“Queremos que mantenga esa confianza y aproveche las oportunidades que tenga. Él hace el juego más fácil para nosotros. Cuando tienes a chicos así, dispuestos a sacrificar su cuerpo noche tras noche, quieres recompensarles, especialmente cuando están tirando tan bien”, respondió Irving a MD, sobre el nipón, jugando más que nunca pese a salir del banquillo con 18 minutos de media. “Steph (Curry) es Dios, por supuesto, pero Yuta definitivamente la está rompiendo en estos momentos”, dijo Durant tras el triunfo contra los Grizzlies.
Todos hablan ahora del chico que nadie quería. Las estrellas le adoran, Nueva York, en el Barclays Center corea su nombre. Y hay un interés tan masivo de los periodistas por hablar con él que, Eli Pearlstein, director de Relaciones Públicas de los Nets, está desbordado de peticiones. “Significa mucho que la gente coree mi nombre. Con Kevin y Kyrie es muy fácil, sólo tengo que meter los tiros abiertos”, decía tímido pero satisfecho el alero tras esa última victoria en casa contra Memphis.
Al final, su tiro de tres es una metáfora de su vida: saber esperar y lanzar rápido antes de que llegue el defensor a tapar el tiro abierto, esa centésima que marca la diferencia. Porque no hay minutos de la basura. Ni tan siquiera segundos. Cada instante cuenta.