El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha dado la orden de reforzar la defensa de Bajmut, la localidad del este del país prácticamente cercada por las fuerzas del Kremlin. En un discurso en vídeo emitido en la noche del lunes, Zelenski aseguró que, tras reunir a la cúpula militar, se determinó “unánimemente” no retirarse de la conocida como “ciudad fortaleza”, convertida en el punto de los combates más sangrientos de la guerra de Rusia en Ucrania.
En Bajmut, que antes de la invasión a gran escala tenía censados unos 70.000 vecinos, la situación es “tensa” y “difícil” dice en un mensaje cifrado un militar que opera dentro de la ciudad. El ejército ucranio resiste los embates de los mercenarios de Wagner, que han liderado el asalto a la localidad que, con más de siete meses, es el más largo de la guerra lanzada por Putin y que ya ha entrado en su segundo año. Las fuerzas de Moscú controlan alrededor de la mitad de la ciudad, bajo ataque constante, y la han cercado por tres flancos, el este, norte y sur. El acceso a través de una vía por el oeste que mantiene la llegada de los suministros para las tropas ucranias cada vez es más difícil.
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Kiev mantiene que no se retirará de la ciudad pese a que ha sufrido grandes pérdidas. Asegura que las bajas rusas son mucho mayores que las ucranias. Y que con la cada vez más épica batalla de Bajmut está logrando erosionar la potencia de fuego militar del Kremlin. Representantes del Ministerio de Defensa ucranio han asegurado que la compañía Wagner se está quedando sin reclutas para asaltar Bajmut y está recurriendo cada vez más a mercenarios profesionales.
La oscura empresa de contratistas militares de Yevgeni Prighozin ha empleado a presos sacados de las cárceles —muchos de ellos enfermos— como carne de cañón y los ha enviado a oleadas en los ataques a Bajmut, donde la lucha ya es calle a calle, hombre a hombre. Ahora, se está viendo obligado a recurrir cada vez más a los mercenarios profesionales, ha asegurado Serhi Cherevati, portavoz de las Fuerzas Armadas para el este del país, donde se concentran los combates.
Bajmut es escenario también de la lucha de poder entre Prigozhin y el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú. El empresario, conocido como el “chef de Putin” por sus negocios de catering, ha acusado a Defensa de no proporcionar suficiente munición a sus hombres y ha deslizado que si fallan en Bajmut todo el frente se desmoronará. Sus comentarios son también una forma de apuntarse el tanto si logra conquistar la localidad, una pieza de escaso valor estratégico y militar pero codiciada por el presidente ruso, Vladímir Putin, tras muchos meses de fiascos.
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Shoigú también ha hablado de Bajmut este lunes, tras las acusaciones de Prigozhin. El ministro de Defensa ha prometido agudizar lo que ha llamado la “liberación” de la localidad, una urbe que los bombardeos sostenidos rusos está transformándola en escombros, como sucedió con la ciudad portuaria de Mariupol y antes con la siria Alepo o la chechena Grozni; una jugada clásica del libro de jugadas del Kremlin: arrasar para conquistar. “La ciudad es un importante nudo de defensa para las tropas ucranias en [la región de] Donbás. Que quede bajo nuestro control nos permitirá lanzar más operaciones ofensivas y profundizar en las líneas de defensa ucranias”, ha añadido Shoigú.
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