0-0: Los penaltis consuelan a Brasil


Brasi está en las semifinales de la Copa América 12 años después tras vencer a Paraguay y a sus propios fantasmas, esos que le persiguen desde el 2011 y a los que tuvo que hacer frente en una tanda de penaltis agónica (4-3). Las caras de todos los lanzadores, incluida la de Coutinho, eran la viva imagen de la angustia, incapaces de entender como se había llegado hasta esa instancia tras desperdiciar una docena de ocasiones muy claras.

Paraguay murió de pie después de remar durante noventa minutos, treinta de ellos resistiendo un asedio brutal con 10 hombres tras la expulsión por roja directa de Balbuena. El equipo de Berizzo, puro corazón, se deshizo desde los once metros por los fallos de Gómez y González cuando rozaba la gesta con la yema de los dedos. En Brasil solo titubeó Firmino y Alisson allanó el camino parando el primer lanzamiento.

El equipo de Tite espera rival para las semifinales (Argentina o Venezuela) pero antes deberá tumbarse en el diván porque todos los traumas recientes afloraron en el Arena de Gremio. La autoestima de Brasil sigue herida.

Paraguay encontró el antídoto

Brasil arrancó el partido dispuesto a encarrilar la faena cuanto antes. Un disparo de Firmino y otro de Everton pusieron sobre aviso a Paraguay, bien abrigada cerca de su área. Con el objetivo entre ceja y ceja de llegar vivo al final de los 90 minutos, donde no le esperaba la prórroga sino directamente la tanda de penaltis, el cuadro guaraní no tiritó ni dudó de su plan inicial ni siquiera en sus momentos de mayor zozobra.

Berizzo propuso un partido físico y de choque, con vigilancias y persecuciones constantes. No hubo tregua para los jugones de Brasil, devorados por la presión de Paraguay. Solo los errores técnicos del equipo visitante permitieron a Brasil amenazar el área rival.

Por momentos, la Paraguay granítica de Berizzo emuló a la del Tata Martino en 2010, la que casi elimina a España en los cuartos de final del Mundial de Sudáfrica. El lamentable estado del césped (impropio de una competición de este calibre) facilitó el éxito del plan rojiblanco al tiempo que fue un estorbo para la circulación anfitriona, lenta e imprecisa, un caramelo para las vasculaciones guaraníes. Los cinco defensas dispuestos para la ocasión por Berizzo siempre llegaron a tiempo para cerrar las vías de agua, auxiliados por la línea de cuatro medios.

Así las cosas, el planteamiento de Paraguay se le atragantó a Brasil, pues Arthur nunca dio con la tecla para descifrar el entramado defensivo diseñado por Berizzo. Con el paso de los minutos la ansiedad fue apareciendo en las filas de los hombres de Tite, como si les atenazaran los traumas más recientes que ha vivido esta generación.

La clarísima ocasión de Derlis abortada con un paradón de Alisson aumentó el estado de nerviosismo en las filas brasileñas y el murmullo en la grada se convirtió en un malestar indisimulado (m. 28).

Un asedio interminable

En la reanudación Tite resolvió cambiar a Filipe Luis por Alex Sandro, una medida que insufló energía a su equipo y dio aire a sus jugadores de ataque. La expulsión de Balbuena con roja directa por una falta en la frontal a Firmino (el colegiado corrigió su decisión de pitar penalti tras consultar la acción), puso el partido en bandeja a Brasil, que ya no tuvo que preocuparse del área de Alisson. El portero del Liverpool fue un mero espectador desde la distancia.

Con el campo inclinado, el partido se convirtió una lucha contra el reloj para los paraguayos mientras Brasil convirtió su asedio en un goteo continuo de ocasiones. Coutinho, Alves y Firmino tuvieron el gol en sus botas, pero donde no llegó el portero Roberto Fernández o las piernas de los zagueros lo hizo la madera, providencial para escupir un zurdazo de Willian en el minuto 90. Con 7 minutos de descuento por delante, la canarinha gozó de dos oportunidades clarísimas, pero Coutinho y Everton no encontraron portería. El mediapunta del Barça tuvo presencia en el área paraguaya pero falló donde no acostumbra: en la ejecución.

En la tanda de penaltis, la grandeza de Alisson intimidó a Gómez en el primer penalti y a González en el quinto. En Brasil solo falló Firmino. El equipo de Tite está en semis, donde deberá medirse, además de a Argentina o Venezuela, a sus propios miedos.


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