1-2: El Anaitasuna cae como un grande

El Anaitasuna se quedó a las puertas historia. A un paso de matar un gigante. Los gorrixe tuvieron al Getafe contra las cuerdas hasta el pitido final. Controlaron la primera parte, se adelantaron en la segunda con un cabezazo de Markel, su capitán, y no bajaron los brazos tras el 1-1 de Ünal. Ángel, en el descuento, evitó el final feliz de una noche en la que el conjunto de Xabier
Artetxe cayó con el orgullo intacto. Como un grande.

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En un Txerloia huérfano de público, el Anaitasuna miró al Getafe a los ojos y le hizo saber que en su campo no hay tardes plácidas. Los de Xabier
Artetxe aguantaron el duelo, fueron con convicción a las disputas y mantuvieron la disciplina. Los de Bordalás no encontraban vías para derribar el muro azkoitiarra, mientras los gorrixe desarrollaban sin fisuras su plan.

Como el guion requería, no se complicaron con balón. El estado del césped, muy castigado, tampoco permitía alardes. Buscaron en largo a un Mikel
Arzalluz que se fajó como un auténtico titán contra zagueros de la talla de Djene o Chema. Les dio la tarde e incluso fue capaz de forzar faltas laterales y algún saque de esquina mientras el 0-0 campeaba en el luminoso.

Con el ‘9’ como punta de lanza, el equipo local firmó un alarde de solidez, de fe, de orgullo. El Anaitasuna controló las caídas a banda de Mata, los centros laterales de Diaby, las apariciones de Portillo. El Getafe no tuvo una ocasión en toda la primera parte, y durante esos primeros 45 minutos, sólo exigió a Mikel
Ruiz en un envío raso desde la izquierda de Patrick y un cuero que Diaby recibió en el área y en el que el meta gorrixe estuvo hábil para robarle la cartera.

Ilusión disparada

Por lo demás, el Anaitasuna se mantuvo firme hasta el descanso. Y en la reanudación, se desató la ilusión. Se disparó el contador de los sueños. La utopía se hizo real. Sólo faltó el público para redondear la fiesta.

Pastriain recogió un balón en el centro del campo y lo condujo por el barro. Levantó la cabeza y, con temple, la picó para Arzalluz, cuyo centro se topó con Djene. Córner. Magia. Soraluze la botó la primer palo, Axi arrastró dos defensas, Odriozola la tocó de espuela, con clase e intención. En el segundo palo estaba el capitán, Markel
Eskurtza. Con él todo un pueblo, que cabeceó al fondo de las mallas. Era el minuto 55 y el Anaitasuna estaba tumbando al Getafe.

Bordalás reaccionó como un resorte. Metió a Ángel, Cucurella y Olivera. Ahí es nada. Pero el Anaitasuna no se iba a amedrentar. Se defendió con el cuchillo entre los dientes y un portero inmenso. Un Mikel
Ruiz inspirado que se marcó un paradón ante Mata, que chutó a bocajarro, y cinco minuto después le sacó un mano a mano a Ángel.

Tocaba sufrir, achicar agua, aunque los azkoitiarras no renunciaron a dar algún susto. Arzalluz probó a Yañez en una buena acción de Mikel
Aramanedi antes de que la lógica golpease al Anaitasuna. La acumulación de jugadores del Getafe en el área se transformó en el 1-1. Enes
Ünal, verdugo del Tolosa hace un año con la camiseta del Valladolid, remató a la red un centro de Portillo.

El sueño se alejaba, pero la fe gorrixe era infranqueable. El Anaitasuna llegó a paladear el 2-1 en una acción en la que Azkoiti finalizó una jugada colectivo con un disparo alto. Ünal tuvo el 1-2 en una contra y, cuando la prórroga parecía un hecho, en los malditos 6 minutos de descuento, Ángel se coló en el área y fue trabado por Azkoiti. El canario no perdonó la pena máxima.

El Anaitasuna llegó a forzar un córner con su último aliento. Nunca dio el partido por perdido. Nunca entregó la cuchara ante un Primera. Azkoitia tiene motivos para estar orgullosa de su equipo.