40 años de la final de Copa más blanca e insólita


El 4 de junio de 1980 es una fecha marcada en la historia del fútbol español como una rareza. Aquel día, la final de la Copa del Rey la disputaron el Real Madrid y su filial, el Castilla, que firmó una hazaña increíble para llegar a un encuentro que perdió 6-1 en el estadio Santiago Bernabéu.



Esa generación de jóvenes jugadores con edades comprendidas entre los 19 y los 21 años, eliminaron a siete equipos antes de llegar al duelo por el título. Extremadura, Alcorcón y Racing, fueron los primeros en oponer resistencia. Después, cayeron los peces gordos de Primera: Hércules, Athletic, Real Sociedad y Sporting no pudieron con el empuje de unos chavales que rozaron el surrealismo con su gesta.

Nombres como los de Gallego, Agustín, Pineda, Cidón, Espinosa, Castañeda, Juanito, Bernal, Casimiro, Ricardo o Balín, entre muchos otros, inscribieron sus nombres en el libro de oro de la Copa del Rey, que temporadas después cambió su normativa para que no volviera a repetirse una situación similar.

Un camino rocoso

Aquel Castilla tuvo que completar un duro camino hasta la final que inició en primera ronda con el Extremadura, al que endosó un 10-2 global en la eliminatoria. Después, el Alcorcón, planteó batalla y todo se decidió con un 4-1 en el choque de vuelta. El tercero en caer, antes del inicio de la serie de ‘primeras’, fue el Racing. Un 3-1 en Madrid, bastó para decantar la ronda del lado del Castilla.

Entonces, apareció el Hércules, que contaba con jugadores importantes como Charles o Miodrag Kustudic. La ida, en Alicante, fue un desastre para el Castilla, que perdió 4-1. La vuelta, dio el pistoletazo de salida a la épica de las remontadas: 4-0 y a octavos de final.”Empezamos fatal. Perdimos 4-1 en un partido de pena y dolor. Luego, en la vuelta, en la primera mitad nos pusimos 2-0. Fue entonces cuando Luis de Carlos (presidente del Real Madrid) ordenó que, en el descanso, abrieran las puertas del estadio y dejarán pasar a la gente. Y el Bernabéu pasó de estar casi vacío a estar prácticamente lleno. Marcamos el tercero, nos metimos en la prórroga y con otro gol los acabamos eliminando”, explicó a EFE Espinosa, que después se perdería la final por sanción.

Titular indiscutible en el centro de la defensa, Espinosa acabaría jugando seis temporadas en el Sporting. De hecho, sólo tres jugadores del Castilla subirían al primer equipo el curso siguiente. Pineda, Gallego y Agustín, fueron los afortunados. Casi todos los demás encontraron un hueco en clubes de Primera División.

Pero antes continuaron con su gesta en la Copa del Rey. En octavos de final, el Athletic de Javier Clemente, del que ya se intuían los mimbres del equipo que ganaría un par de Ligas en 1983 y 1984, hincó la rodilla tras empatar sin goles en el Bernabéu y caer 1-2 en San Mamés con dos tantos de Pineda.

La Real fue la siguiente víctima. En aquellos momentos, sumaba más de 30 jornadas sin perder un partido mientras se codeaba con el Real Madrid por ganar la Liga. En la ida, en Atocha, ganó 2-1 con una actuación soberbia de Agustín. En la vuelta, de nuevo, remontada: 2-0 y los Satrústegui, Zamora y Arconada volvieron a San Sebastián con las manos vacías. La semana siguiente, perderían en Sevilla para dejar la Liga en manos del Real Madrid.

“Puedo apuntar que fuimos capaces de darle al Madrid el doblete. La Copa la tenían segura y la Liga se la dimos nosotros. ¿Fuimos parte importante? (de la caída de la Real) Sí”, afirmó Agustín.

El último en caer antes de la final fue el mejor Sporting de la historia que en aquella época llegó a disputar ligas y a jugar competiciones europeas. Con figuras como Quini, Cundi, Joaquín o Ferrero, era el claro favorito. Y más después de ganar en la ida 2-0 en El Molinón. Pero, de nuevo, el Bernabéu, lleno a reventar para ver a sus chavales, fue testigo de otra remontada que se cerró en la prórroga con un 4-0 increíble.

Juanjo García, el genio sin suerte

Uno de los artífices de aquel sonado e inesperado éxito fue Juanjo García. Esa temporada sustituyó a Santisteban en el banquillo del Castilla y cambió el rumbo de sus chicos. Todos coinciden en la importancia de un técnico que en cuanto salió de la disciplina blanca perdió visibilidad. Su prematura muerte, con 41 años en 1987, cuando dirigía a la Cultural Leonesa, acabó con su carrera.

“Se adaptó bien a nosotros y nosotros a él. Nos daba libertad a la hora de jugar. Nos decía que había que salir a ganar y que el fútbol de gente joven debía ser alegre. Consiguió contactar muy bien con todos”, dice Pineda. “Hacía importantes a todos. Se ocupaba de que todos fuéramos y de que lucháramos por el mismo camino”, agrega Cidón. “Fue un soplo de aire fresco”, apunta Agustín.

Cuando acabó el curso 1979/80, Juanjo volvió a dirigir al Castilla. Tenía otro reto entre manos que jamás se ha vuelto a repetir: jugar la Recopa con un filial de Segunda División. Tuvo la mala suerte de emparejarse en primera ronda con el West Ham. Resistió hasta la prórroga del choque de vuelta. Perdió y no llegó a terminar la temporada.

“La típica neblina, el frío… todo influyó. Aunque ellos (el West Ham) tenía un equipazo y nos acabaron eliminando en la prórroga. Pero todo aquello fue increíble. Lo que logramos esa temporada no se repetirá jamás: un filial jugando la final de Copa contra el ‘equipo nodriza’; y, luego, un equipo de Segunda jugando en Europa”, explicó Espinosa.

La final menos deseada

El Castilla jugó esa Recopa porque el Real Madrid ganó la Liga. Como subcampeón de Copa, adquirió ese derecho. Pero, sus jugadores, habrían preferido no enfrentarse a sus mayores en la final. Querían a cualquier otro equipo. De hecho, en las semifinales que disputaron los blancos, la gran mayoría deseaba al Atlético, que perdió en los penaltis.

“Y firmo ahora mismo que hubiéramos ganado. Jugamos la final contra otro equipo y la ganamos”, señaló Pineda. Agustín, sin embargo, reconoce que seguramente habrían perdido, pero el duelo, a su juicio, habría sido más digno de una final. “En alguna ocasión hablé con Luis Aragonés y siempre me dijo que no nos querían ver ni en pintura”, comenta.

En la semana previa al encuentro, el Castilla cambió sus costumbres habituales, como concentrarse en el hotel donde siempre lo hacía el primer equipo. Con todos los focos apuntando al Castilla y con la presión de enfrentarse a sus mayores, los chavales de Juanjo, de repente, se dieron cuenta de dónde se habían metido.

Durante la semana, el contacto entre los jugadores del Real Madrid y del Castilla fue prácticamente inexistente. Pineda, sin embargo, sí coincidió en algunos en el pub Lancaster, donde habitualmente comía con quienes ya eran sus amigos.

“Tenía mucha relación, comía con ellos. Con Del Bosque, con Camacho, con Juanito. Juan nos lo decía… “Os vamos a matar”, en el buen sentido de la palabra. Nos pudo un poco la cosa. Con los demás equipos no nos impactó. No nos dábamos cuenta de lo que habíamos hecho hasta que llegamos a la final”, explica.

Ya en el túnel de vestuarios, se notó la tensión de los jugadores del Real Madrid. Mirar a Camacho, a Benito o a Juanito, imponía.

No querían una derrota ante el filial que les dejaría en ridículo. Como Agustín recuerda, “ellos estaban en posición Copa de Europa y nosotros en posición cordero”.

Y, sobre el terreno de juego, más de lo mismo. Salvo los primeros 20 minutos en los que el Castilla mantuvo el tipo e incluso Pineda mandó un balón al larguero, el resto fue un monólogo que acabó en 6-1. Juanito, con un doblete, Santillana, Del Bosque, Sabido y García Hernández, mandaron a la lona a unos chavales que acabaron haciéndose una foto de familia con sus mayores. Todos, menos uno.

“Me fui directamente. Rompí la puerta del vestuario y me duché. Mi camiseta roja, que era mía, no era del club, la tiré ahí mismo. Una pena. Tengo otra, pero la que llevé puesta, la tiré. A un portero cuando le meten seis goles se va jodido. El equipo está jodido, pero el portero es el que recibe la goleada”, declaró Agustín.

Una sospecha histórica

Muchos aficionados, sobre todo los rivales más acérrimos del Real Madrid, afirman desde aquel 4 de junio de 1980 que esa Copa estaba decidida del lado del primer equipo desde antes de comenzar la final. Pineda, lamenta esa sospecha. Para el exjugador del Castilla, es una falacia.

“Es la envidia de no haberlo jugado ellos. Al final lo mismo de siempre. Para ellos, si se juega la Copa del Rey y no se gana, es que no merece la pena. Si la ganan, es un título importantísimo. Es lo de siempre. Si lo hubiesen conseguido ellos, nos lo hubieran restregado siempre”, apunta.

Agustín, sin embargo, en ocasiones lamentó el mal partido que le salió al Castilla aquel día. La presión, los nervios o el respeto que había hacia los mayores del club, fueron decisivos.

“Vamos a ver… la final regalada… En un bonito reportaje para televisión lo titularon, efectivamente, ha sido “la Copa más blanca” que la tenía que ganar papá. Era eso y no hay vuelta de hoja. Era la Copa más fácil para el Real Madrid. Compitiendo al cien por cien podía ser un 4-2. Pineda lo dijo: ‘La primera vez que pasé por allí, Pirri me dio una patada y me pregunté qué hacía. No se la iba a devolver…’

Espinosa también coincide en parte del argumento de Agustín: “A ‘Charly’ Santillana no le ibas a entrar igual que a los demás. Aparte, es que los jugadores del primer equipo eran nuestros ídolos. Y no les íbamos a dar una patada a nuestros ídolos”.

El caso es que el Castilla perdió aquel partido. Pero se ganó un hueco en la historia. Muchos creen que en esa gesta participó la generación de la Quinta del Buitre, pero es falso. Después, es cierto que la Quinta alcanzó unos cuartos de final de la Copa del Rey con el Castilla y rozaron las semifinales. Luego, se prohibió participar a equipos filiales en la competición.

Por eso, la hazaña del Castilla perdurará para siempre, salvo que cambien las normas y alguna nueva generación de grandes jugadores consiga igualar una gesta irrepetible. “Después de la famosa final contra el Madrid, los medios, que nos habían seguido muchísimo ese año, casi se olvidaron de nosotros. Así, de golpe”, relató Espinosa. Aquello fue momentáneo. La historia colocó a todos en su sitio. Cuarenta años después, todos recuerdan al Castilla de Juanjo.

Real Madrid, 6: García Remón, Sabido, Benito, Pirri, Camacho, Ángel, Del Bosque, Stielike (García Hernández, min. 58), Juanito, Santillana y Cunningham (Roberto Martínez, min. 82).

Entrenador: Vujadin Boskov

Castilla, 1: Agustín; Juanito, Herrero, Castañeda, Casimiro, Álvarez, Gallego, Bernal, Pineda, Paco (Sánchez Lorenzo, min. 45) y Cidón (Balín, min. 73).

Entrenador: Juanjo García

Goles: 1-0, Juanito (min. 19); 2-0, Santillana (min. 41); 3-0, Sabido (min. 59); 4-0, Del Bosque (min. 62); 4-1, Álvarez (min. 80); 5-1, García Hernández (min. 82); 6-1, Juanito, de penalti (min. 88)

Árbitro: Ángel Franco Martínez (Colegio Murciano). No mostró ninguna tarjeta.

Incidencias: Final de la Copa del Rey disputada ante unos 65.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu. El presidente del Real Madrid, Luis de Carlos, se retiró indispuesto en el descanso y presenció el resto del partido desde su casa por televisión. Presidió el encuentro S.M. el Rey de España, don Juan Carlos, acompañado de su hijo, el príncipe de Asturias y del presidente del Gobierno, Adolfo Suárez



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