Y me remonto al ese pasado cercano para rescatar una frase del propio
Elizegi
al hilo de una pregunta sobre la renovación de Garitano: “Pocos levantaron la mano para entrenar al Athletic y pocos para dirigir al club”. Antes de aquella precampaña; el principal tema de conversación en cada corrillo rojiblanco, el runrún que circulaba por cada mentidero, hablaba de dudas y declinaciones varias.
No había luz en cuanto al sucesor continuista, cuando los supuestos delfines del expresidente
Urrutia
rechazaban la propuesta, ni tampoco alternativas claras mientras el primero en saltar al ruedo se retiraba y el que finalmente se tiraba a la piscina lo hacía tras haber dado un paso ‘palante’ y otro ‘patrás’, como en la canción. Eso fue lo que ocurrió.
El Athletic en herencia era un marrón, por su penosa y preocupante situación deportiva tras Berizzo y por los remiendos presupuestarios que necesitarían a su vez de durísimos avales para los aspirantes por la desigual Ley del Deporte, que beneficia a las sociedades anónimas mientras lucha por erradicar a los clubes.
Siempre hay quien sostendrá que “coger” el Athletic es un caramelo que casi ningún técnico del mundo rechazaría. Pero, repasando los que sí que aceptaron el muerto en el ‘bienio negro’ (
Mané
y
Clemente
) o hace apenas un año con el equipo en descenso (Garitano), caben dos opciones: que el presidente de turno hubiese cambiado de móvil perdiendo todos los contactos o que la terna de candidatos al riesgo de hacer historia descendiendo al Athletic fuera más bien escasa.
De hecho si recordamos, los nombres que sonaron para relevar al ilustre Berizzo no eran precisamente cracks a nivel mundial, sino inquilinos muy de la tierra. Al final había otro Garitano en casa, más a mano. Muy pocos levantaron la mano o el teléfono. Honor a los valientes.
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