El fútbol pudo con el miedo

Indudablemente, el partido disputado por el Liverpool y el Atlético de Madrid en Anfield estaba marcado por el temor al coronavirus, que sigue expandiéndose por Europa, con España y Madrid como uno de los focos principales. Pero a pesar de ello, más de 2.500 seguidores rojiblancos viajaron a la ciudad británica para apoyar a los de Diego Simeone en su intento de acceder a los cuartos de final de la Champions League.



Fue el martes, a última hora, cuando el Gobierno de España se puso en contacto con el Atlético para que recomendase a sus aficionados que no se desplazasen. Tarde, muy tarde. Muchos de ellos ya estaban en Liverpool, y otros tenían previsto coger el vuelo horas después. Además, poco antes, y tras una reunión mantenida con UEFA, Liverpool y autoridades locales, el Atlético conoció que el encuentro se disputaría con público. Nada de puerta cerrada.

Sorprendente, sí, pero nada que no se pudiera pensar pasando unos días en Liverpool. Porque la normalidad es absoluta en la ciudad de los Beatles, y ni siquiera la llegada de casi 3.000 personas procedentes de una de las localidades con más casos detectados de Europa hizo saltar las alarmas. Una sorprendente calma teniendo en cuenta la situación, como la que se vivía, por ejemplo, en España hace un par de semanas mientras desde Italia llegaban noticias preocupantes.

El caso es que el partido se jugó con público. Y aunque el Liverpool había avisado de que tomaría medidas de precaución, no se vieron muchas por Anfield, más allá de los consejos que se dieron a los aficionados. Gente si mascarillas, aglomeraciones en todos los lados, los pubs de los aledaños llenos…

En la previa, Simeone y Klopp protagonizaron una curiosa imagen en la que no chocaron la mano, se dieron ‘el codo’ entre las risas de los dos. El alemán se había mosqueado al entrar en el campo con algún hincha local que quería darle la mano y le había pedido prudencia.

El caso es que el miedo previo que había con este asunto, quedó diluido por completo cuando el balón comenzó a rodar y ambos partidos dejaron una batalla antológica, para el recuerdo. Y que acabó con fiesta rojiblanca por todo lo alto en Anfield. El temor sigue, claro, pero con una alegría así, se lleva mejor.


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