Nada nuevo para los habituales del teletrabajo desde hace años, como quien escribe. Pasamos de un pseudoaislamiento profesional y voluntario a otro forzoso y preventivo. Observamos con cierta condescendencia a quienes cuatro paredes conocidas les puedan parecer una cárcel. Los bruscos cambios de hábitos sociales no alteran nuestros trabajos y nuestras rutinas diarias.
Sigo escribiendo y haciendo radio desde casa, como siempre desde hace siete años. Sigo hablando y entrevistando a través de un teléfono y una pantalla de ordenador. A veces reflexiono sobre si esta distancia física es un hándicap, si la radio no presencial presenta más pegas que virtudes. Pero siempre termino regresando a la magia de la comunicación, al realismo de un medio que avanza para permitirnos conectar con cualquiera en cualquier punto.
En el mundo del fútbol, este parón empieza a provocar diferentes respuestas. En la Liga hay clubes que han donado los tests enviados por la susodicha y el Athletic ha optado por una prevención más interna e individual. Mientras los dirigentes se empeñan en diseñar horarios y fechas imposibles en medio del desconcierto generalizado, en el Gladbach su plantilla y cuerpo técnico han decidido renunciar a una parte de sus sueldos para asegurar el pago de nóminas a sus empleados. Y en Francia unos cuantos clubes han puesto a sus futbolistas de vacaciones pagadas o en EREs temporales. Se barajan pérdidas millonarias. Mientras, los aficionados esperan en sus casas.
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