Gabriel Schurrer (Rafaela, 48 años) imprimió carácter y solvencia a la zaga de la Real durante dos temporadas. ’El Chucho’ sigue de cerca los éxitos del equipo en el que rozó la Liga y pudo marcar uno de sus goles más especiales.
¿Cómo está viviendo esta época tan extraña?
Estoy en Buenos Aires con mi familia. Lo llevamos bien. Estamos los cinco juntos y tenemos espacio verde para disfrutar con los hijos, así que por ahí estamos tranquilos dentro de todo lo que está pasando.
En diciembre terminó su etapa como entrenador del Aucas de Quito. ¿Cómo va su carrera en los banquillos?
Bien. Ya no podemos jugar porque somos viejitos, pero esta pasión por el fútbol te lleva a ser entrenador. Empecé dirigiendo juveniles en Lanús, luego pasé al primer equipo y estuve bastante por Argentina. Salió la oportunidad de ir a Ecuador y estuve tres años allí hasta diciembre. Estoy feliz de seguir ligado al fútbol, que es lo que uno ha hecho desde chico.
Ha jugado para grandes entrenadores. ¿Qué le aportó Denoueix?
Fueron momentos inolvidables, un equipo inolvidable. Fue un entrenador que si bien no dominaba del todo el idioma era muy cercano y trabajaba de una manera diferente. Yo no había trabajado algunos aspectos como lo hacía él. Uno la tiene presente.
¿A qué aspectos se refiere?
Sobre todo a los ejercicios. Los tengo anotados. Tenía algunos que yo no los había hecho antes en ningún equipo. Me gustaban y como mi idea era ser entrenador, los apuntaba. Me sorprendió su manera de trabajar, que estaba muy orientada a cómo quería que jugase el equipo. Era un entrenador de los que hacían escuela y muchos de sus métodos siguen siendo funcionales hoy en día.
¿Qué hacía especial a aquella Real del subcampeonato?
Se conformó un muy buen bloque y, claro, teníamos dos goleadores letales (Kovacecvic y Nihat). Era impresionante. Pero éramos un equipo: dos laterales que pasaban muy bien al ataque, dos extremos que terminaban jugada, un punta y un mediapunta que hacían goles a cada rato, Aranaburu y Xabi Alonso en el medio, y la línea de cuatro más el portero que mantenía el equilibrio. Fue una lástima que no consiguiéramos el campeonato, lo tuvimos muy cerca, pero viví momentos inolvidables que tengo muy presentes. Ver a cómo está la Real hoy, cómo está jugando, me pone muy contento.
En la temporada siguiente marcó un golazo de volea en Atenas. ¿Es su tanto más especial?
Sí, fue muy hermoso. Un golazo. Además íbamos perdiendo y nos permitió tener la chance de avanzar a octavos. Nos quedaba el último partido en casa y ese empate se nos lo ponía de cara. Fue emocionante.
¿Qué la parece la Real actual?
Uno siempre lo compara con las épocas nuestras. Lo que destaco es que se planta en cualquier cancha y juega de igual a igual ante cualquier rival. Se cree ganador y eso es fundamental para cualquier equipo. Tiene un convencimiento muy grande de buscar la portería rival. Es otro año histórico y ya tendríamos que estar hablando de una la Real campeona de Copa, pero lamentablemente hay que esperar. Ojalá la veamos levantando un título después de mucho tiempo.
¿Imagina cómo está viviendo la afición?
Claro (se ríe). He vuelto a la ciudad, soy un enamorado del País Vasco y de San Sebastián, aunque a la cancha sólo he ido una vez, en 2014. He visto en redes sociales la emoción de la gente, me pone la piel de gallina el ver, sentir y pensar en los momentos que debe de estar viviendo el jugador, la afición, la gente y los dirigentes.
¿Le gustaría dirigir a la Real en un futuro?
Ojalá, ojalá. Además ha vuelto Roberto Olabe, uno de los mentores de aquel equipo. Es una persona fanática del fútbol, muy meticulosa. Me alegra mucho que le vaya bien.
Su calma conversando contrasta con su temperamento como central ¿Cómo es en el banquillo?
(Se ríe) Me muevo mucho más que la tranquilidad que manifiesto en estos momentos. Pero estamos en otra función y uno tiene que ser un poco más cerebral. Si trasladara todo mi temperamento, que lo sigo teniendo por cierto, al campo sería algo muy loco y no lo ideal para el jugador. Uno tiene que transmitir tranquilidad y estar convencido de lo que propone.
Schurrer estuvo a punto de ser campeón como técnico de Lanús, en el año 2011. “Salimos segundos, nos ganó Vélez al final. Estuvimos a un pasito, igual que la Real”. El argentino se siente preparado para entrenar en el fútbol europeo. “Hubo alguna pero no se concretó. Uno va madurando como entrenador. Mi situación era la de agarrar experiencia aquí y ahora creo que estoy en un momento justo para tener la oportunidad de dirigir en Europa, sí”.
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