Sahel y covid-19: una ventana al futuro del desarrollo


Las Naciones Unidas definen una emergencia alimentaria como “una situación extraordinaria en la que las personas no pueden satisfacer sus necesidades básicas de supervivencia, o existen amenazas graves e inmediatas para la vida y el bienestar humanos”. A una situación así se enfrenta la humanidad de manera inminente: una emergencia de proporciones desconocidas pero, probablemente, muy grandes, debido al impacto de la covid-19 y a las medidas de mitigación aplicadas. No solo son las más de 400.000 muertes que ha dejado ya en el mundo; en el terreno de la alimentación también deja estragos: hasta 270 millones de personas pueden acabar el año viéndose en situación de hambre aguda, es decir, sin absolutamente nada que llevarse a la boca. Son el doble de los 135 millones que se registraban antes de la pandemia.

La humanidad no lo estaba haciendo muy bien antes de la llegada del virus, pues los últimos registros apuntan a que ya contábamos con más de 821 millones de hambrientos, es decir, hombres, mujeres y niños que al final del día se van a dormir sin haber consumido las calorías necesarias para estar saludables. Ahora, el nuevo coronavirus nos pone contra las cuerdas.  

Este martes, la secretaría general de la ONU ha publicado el informe Impacto de la covid-19 sobre la seguridad alimentaria y la nutrición, con una serie de políticas recomendadas y recomendables para hacer frente a esta amenaza, y en ella ha alertado de que los efectos combinados de la covid-19 con las medidas de mitigación y la recesión global emergente podrían, sin una acción coordinada a gran escala, interrumpir el funcionamiento de los sistemas alimentarios.

Tal interrupción puede tener consecuencias para la salud y la nutrición de una gravedad y escala nunca vistas por más de medio siglo, alerta el organismo. “Nuestros sistemas alimentarios están fallando, y la pandemia está empeorando aún más las cosas. A menos que se adopten medidas de inmediato, cada vez está más claro que habrá una emergencia alimentaria mundial inminente que podría tener repercusiones a largo plazo para cientos de millones de niños y de adultos”, ha dicho este martes el secretario general de la ONU, António Guterres, durante la presentación de estas políticas en la sede del organismo internacional en Nueva York. En su declaración, ha alertado de que Incluso en los países donde los alimentos son abundantes existen riesgos de disrupciones en la cadena de suministro.

Se recomienda salvaguardar el acceso a alimentos seguros y nutritivos, en particular para los niños de corta edad, las mujeres embarazadas y los lactantes

Para poner de relieve la urgencia a la hora de actuar de forma contundente, la ONU ha recordado y enumerado un rosario de datos, además de la cifra general de hambrientos crónicos y extremadamente hambrientos (agudos) ya mencionada. Véanse, entre otros: la producción económica mundial se va a reducir en 8.500 millones de dólares en los próximos dos años; 49 millones de personas caerán en la pobreza extrema, la mitad en África subsahariana, y las remesas disminuirán un 20% en 2020, lo que supone una pérdida de 110.000 millones de dólares en recursos disponibles para comprar alimentos y satisfacer otras necesidades de las familias de migrantes.

“La pandemia nos está atacando en todos los ángulos. Ha expuesto deficiencias peligrosas en nuestros sistemas y amenaza activamente la vida y el sustento de las personas en todo el mundo, incluyendo a las más de mil millones que están empleadas en las diversas industrias alimentarias”, ha recordado, por su parte, Agnes Kalibata, Enviada Especial del Secretario General de la ONU para la Cumbre de Sistemas Alimentarios de 2021.

La infancia representa un capítulo aparte. El año pasado,144 millones de niñas y niños sufrieron retraso en el crecimiento, es decir, más de uno de cada cinco en todo el mundo. En mayo de 2020, 368 millones de estudiantes habían perdido acceso a las comidas escolares, de las que dependen para una gran parte de sus necesidades nutricionales diarias. Hay que tener en cuenta también que cada caída de un punto porcentual en el Producto Interno Bruto (PIB) global significa que 0,7 millones de niñas y niños más sufrirán retraso en el crecimiento. Además, Unicef alertó en mayo de que la pandemia puede provocar un aumento de la desnutrición infantil hasta los 9,4 millones de afectados e hizo un llamamiento internacional para obtener 1.600 millones de dólares con el fin de atender las necesidades creadas por la pandemia.

Manual de uso para superar la crisis alimentaria

Para evitar alcanzar o empeorar estas cifras, la ONU recomienda una serie de políticas que animan a mirar más allá del corto plazo, que a continuación enumeramos. “Si bien los países de todo el mundo deben priorizar el acceso a alimentos saludables, nutrición y ayuda a los pobres a medida que la crisis se intensifica, también debemos tomar decisiones que construyan el mundo en el que queremos vivir al otro lado de la crisis”, aconseja Kalibata. Así, el informe llega a tres conclusiones claras: primero, hay que movilizarse ya y centrar la atención en donde el riesgo sea mayor; segundo, hay que reforzar los sistemas de protección social y tercero, hay que “invertir en el futuro, y no en el pasado”, según palabras del Secretario General Guterres.

1. Movilizarse ya significa que los Gobiernos deben designar los servicios alimentarios como esenciales y aplicar las protecciones que sean necesarias para los trabajadores de este sector, continuar con la asistencia humanitaria en forma de comida, llevarla a países que sufren crisis alimentarias, intensificar el apoyo a la elaboración, transporte y mercados locales, mantener los corredores comerciales abiertos y atender a las necesidades de liquidez de los pequeños productores

2. Sobre cómo reforzar los sistemas de protección social, se recomienda salvaguardar el acceso a alimentos seguros y nutritivos, en particular para los niños de corta edad, las mujeres embarazadas y lactantes, las personas de edad y otros grupos de riesgo, y adaptar y ampliar los programas de protección social para atender a los grupos de riesgo desde el punto de vista de la nutrición, lo que  incluye apoyar a los niños que ya no tienen acceso a las comidas escolares.

3. Con “invertir en el futuro”, la ONU se refiere a la necesidad de construir un mundo más inclusivo y sostenible creando sistemas alimentarios que atiendan mejor las necesidades de los productores y los trabajadores del sector de la alimentación, proporcionando un acceso más inclusivo a alimentos sanos y nutritivos a fin de poder erradicar el hambre, y reequilibrando la relación entre estos sistemas y el medio natural. “Si hacemos estas y otras cosas, como se indica en el informe que presentamos hoy, podemos evitar algunas de las peores repercusiones de la pandemia de covid-19 sobre la seguridad alimentaria y la nutrición, y podemos hacerlo de modo que apoyemos también la transición verde que es urgente efectuar”, ha concluido Guterres.

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