Isabel Dos Santos, bautizada en su momento por la revista Forbes como la mujer más rica de África, ha dado un paso atrás en medio de las investigaciones por corrupción en las que está envuelta y que ponen en jaque su fortuna. Con su imperio empresarial bajo la lupa de la justicia por supuesta corrupción y malversación, y sus activos congelados, la multimillonaria angoleña, que amasó su fortuna mientras su padre, Jose Eduardo Dos Santos, era presidente (1979-2017), ha anunciado que abandona el consejo de administración de Unitel. Se trata de la compañía de telefonía móvil más importante del país, de la que ella es cofundadora y gracias a la cual inició un fructífero camino empresarial.“Tras 20 años dedicados a la creación, desarrollo y éxito de Unitel, he elegido retirarme de mi posición en el consejo de dirección de la compañía”, ha comunicado por escrito Dos Santos, que ha señalado como razón de este paso que le parece “contraproducente e irresponsable permitir un clima de conflicto permanente” y de “politización” en la empresa. Dos Santos no ha especificado qué ocurrirá con sus acciones en la empresa. Ella es propietaria del 25%, aunque estas acciones están desde diciembre de 2019 -cuando comenzó la investigación- congeladas, junto a sus otros activos y cuentas bancarias.La tranquilidad de Isabel Dos Santos empezó a quebrarse a finales de 2017, cuando su padre se retiró de la presidencia de Angola tras 38 años en el poder. José Eduardo Dos Santos (que se instaló en Barcelona en 2018) intentó dejar encauzado su futuro, colocándola al frente de la petrolera Sonagol (la compañía estatal de petróleo, de la que tiene el 50%). Pero el nuevo Gobierno la cesó poco después. Ese movimiento se vio como señal de que los vientos empezaban a cambiar para el clan Dos Santos. Al expresidente se le achaca haber favorecido a una pequeña élite formada básicamente por su familia -especialmente su hija predilecta, Isabel- y los conocidos como “generales”.Luanda LeaksEn diciembre de 2019 arrancaron los verdaderos problemas para la reina de África. Bajo investigación y tras la orden judicial de congelar sus bienes, en enero de 2020 salió a la luz el escándalo de Luanda Leaks (investigación de un consorcio de periodistas), más de 700.000 documentos, entre contratos, cartas y correos electrónicos, que desvelan el supuesto blanqueo, malversación, transferencias ilegales y todo tipo de operaciones opacas del imperio de Isabel Dos Santos. Dos semanas después, fue acusada formalmente por el fiscal general de Angola de blanqueo de dinero, tráfico de influencias y otros delitos económicos. Se calcula que habría desviado presuntamente un millón de dólares (unos 850.000 euros) de fondos públicos. Isabel Dos Santos ha negado todas las acusaciones, y culpa a las nuevas autoridades del país de querer destruirla.Unitel, que tiene ahora 11 millones de clientes, es la semilla de la fortuna de Dos Santos. Cofundada por la hija del presidente en 1998, a telefónica ganó un concurso público y desde entonces, la mano empresarial de Isabel se extendió a todos los sectores: construcción, banca, diamantes, una cadena de supermercados, y hasta una cervecera. Durante casi dos décadas, Isabel Dos Santos utilizó su influencia y posición en varias empresas para acceder, junto a su esposo, el empresario y coleccionista de arte congoleño, Sindika Dokolo, presuntamente a millones de dólares de dinero público a través de empresas estatales. El matrimonio vive ahora en Portugal, donde tienen inversiones millonarias, y no ha vuelto a pisar Angola desde el inicio de las pesquisas.
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