La UE busca ya fórmulas para sortear el veto de Hungría y Polonia al marco presupuestario de 2021-2027 y al fondo de recuperación contra la pandemia. Tanto el Parlamento Europeo como el Consejo de la UE descartan la retirada del mecanismo de protección del Estado de derecho que ha provocado las iras de Budapest y Varsovia. Pero las instituciones comunitarias contemplan varias opciones para que los Gobiernos de Viktor Orbán y de Mateusz Morawiecki vuelvan al consenso. Y, en caso extremo, para seguir adelante con unas cuentas extraordinarias que no requieran la unanimidad de los socios.
“Todas las opciones están sobre la mesa”, avisa una fuente comunitaria, unas palabras que resumen la exasperación de Bruselas ante el bloqueo de unas cuentas que otorgan 750.000 millones de euros para el fondo de recuperación frente a la pandemia y 1,074 billones para el marco financiero plurianual de 2021 a 2027. Los líderes europeos abordaron este jueves durante una cumbre por videoconferencia este bloqueo, que también deja en el aire el presupuesto ordinario para 2021, el primero del nuevo marco y cifrado en 160.000 millones. “No se tenía que haber llegado a esta situación”, lamentaba una fuente diplomática.
La solución más sencilla para salir del paso sería una prórroga del presupuesto actual, por doceavas partes, es decir, mes a mes de 2021. Pero fuentes comunitarias subrayan que la Unión puede elaborar “planes de contingencia” más ambiciosos.
Estos planes llevarían a la aprobación de buena parte de las partidas presupuestarias por vías alternativas que no permitan el veto de ningún país. Sobre la mesa, según las fuentes consultadas, figuran hasta seis posibilidades, todas ellas complicadas de tramitar y más limitadas que un acuerdo por unanimidad. Pero suficientes para demostrar a Orbán y sus aliados de que en caso de choque de trenes la UE saldrá dañada pero seguirá hacia adelante. Entre esas posibles vías de escape figura la de aprobar, por mayoría cualificada y con el marco financiero vigente, un presupuesto para 2021 exactamente igual que el de 2020, con el inconveniente de que no se podrían añadir nuevos programas. Una segunda opción incorporaría nuevos programas pero dejaría su financiación pendiente de un futuro acuerdo sobre el nuevo marco financiero plurianual. O, en una tercera variable, se dotaría de financiación a esos nuevos programas pero respetando los techos de gasto fijados en el presupuesto de 2020, a punto de expirar.
Angela Merkel, canciller de Alemania, tras la reunión del Consejo Europeo. En vídeo, Merkel minimiza el impacto del veto de Hungría y Polonia a los presupuestos de la Unión Europea.
En Bruselas incluso se considera posible poner en marcha el fondo de recuperación sin esperar al nuevo marco financiero, bloqueado por Orbán y Morawiecki. El eurodiputado socialista Doménec Ruiz-Devesa recuerda que el artículo 122 del Tratado permite al Consejo “prestar asistencia financiera a los Estados miembros en circunstancias extraordinarias y nadie duda de que las actuales lo son”. Ruiz-Devesa cree que la aprobación de un presupuesto para 2021, por mayoría cualificada, permitiría además iniciar la emisión de deuda para alimentar el fondo de recuperación.
Todas las fórmulas, se reconoce en las instituciones, limitan el margen de maniobra de la Unión y exponen a un corte en la financiación de ciertos beneficiarios. Pero evitarían que Hungría o Polonia tomen los presupuestos como “un rehén para lograr un objetivo político que no tiene nada que ver con unas cuentas que han apoyado y que les favorecen de manera gigantesca”, según define la situación una fuente diplomática.
Aun así, las instituciones prefieren una salida negociada de la crisis. Y el plan más recurrente, manejado por la Comisión Europea incluso antes de que se consumase el bloqueo, apunta a algún tipo de declaración que apacigüe a Budapest y Varsovia y les ofrezca garantías de que el mecanismo se aplicará a todos los países por igual, algo que solo Orbán y Morawiecki han puesto en duda hasta ahora.
Fuentes comunitarias advierten, sin embargo, que el alcance de esa declaración debe ser muy preciso para no invadir los acuerdos alcanzados por el Consejo y el Parlamento Europeo el pasado 5 de noviembre. Ese día se pactó el proyecto de reglamento que permitirá suspender los fondos comunitarios a los países donde la falta de seguridad jurídica ponga en riesgo los recursos financieros de la UE, un punto que rechazan Hungría y Polonia.
La salida amistosa a través de una declaración, en una fórmula similar a la que permitió superar en 2018 la amenaza de veto de España al acuerdo sobre el Brexit por su repercusión sobre Gibraltar, es la más deseada por Bruselas. Pero fuentes diplomáticas advierten que si Hungría o Polonia se empecinan en el bloqueo se puede producir un choque frontal que obligaría a estudiar todas las posibilidades, como orillar en esta negociación a los dos a los dos socios renuentes y a sus posibles aliados de última hora, como Eslovenia.
Los líderes europeos abordaron este jueves el bloqueo durante una cumbre por videoconferencia centrada en el seguimiento de la pandemia y convocada por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Pero apenas le dedicaron unos minutos en los que la canciller alemana, Angela Merkel, en nombre de la presidencia semestral de la UE, informó sobre el inevitable parón en la tramitación del marco financiero plurianual y del fondo de recuperación. Y donde los líderes de Hungría, Polonia y Eslovenia, los países que se han revuelto contra el mecanismo de defensa del Estado de derecho, reiteraron su rechazo.
Ninguna otra delegación se pronunció, ni siquiera la española o la italiana, que figuran entre las principales damnificadas por el retraso del fondo de recuperación. Fuentes comunitarias indicaron que Michel había preparado el terreno con todas las capitales para evitar que la videoconferencia, un formato poco propicio para debates delicados, acabase en una discusión acalorada. Todas las delegaciones son conscientes de que la solución definitiva todavía tardará en llegar y el debate al más alto nivel solo podría enconar aún más los ánimos, muy caldeados desde que el pasado lunes Hungría y Polonia frenaron el mayor esfuerzo presupuestario planteado por la UE en toda su historia. Más de 1,8 billones de euros pactados en julio tras cuatro noches y cinco días en una de las cumbres europeas más tensas y trascendentales de los últimos años.
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