El lema ‘Beti gogoan’ no se lo lleva el viento. Por mucho que la temperatura se desplome y un aguacero rocíe con su inclemencia un momento de emoción incontenible. A las doce en punto del mediodía la jornada no podía ser más desapacible. El frío y la lluvia fueron dos elementos que, a modo de acompañamiento, retrataron que el recuerdo a la memoria de Aitor Zabaleta ha sido, es y será incondicional.
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‘Realaren Lagun Taldeak’ llevó las riendas de un acto celebrado a la altura de las puertas 16 y 17. Medio centenar de personas, aproximadamente, fueron testigos del homenaje a Aitor
Zabaleta en el 22º aniversario de su muerte. Dos décadas desde que le asesinaron en Madrid, tiempo en el que las heridas no se curan pero en el que perdura el sentimiento por un aficionado que, desde entonces, une los latidos de todo un pueblo.
A las doce en punto del mediodía, mientras a lo lejos se escuchaba la sirena que retumba en Donostia desde la calle Garibai, los miembros de la agrupación hicieron entrega de una ofrenda floral al monolito en memoria de Aitor que para la ocasión fue ubicado en los aledaños de la Grada Zabaleta. La misma que fue creada para honrar al fallecido seguidor de la Real. La escultura también fue decorada con bufandas, banderas y pancartas con el rostro sonriente de Aitor.
Las singulares condiciones de vida que imperan por la pandemia han sido escrupulosamente respetadas por el personal reunido en Anoeta. Distancia de seguridad y mascarillas mediante, se ha demostrado por enésima vez que la familia de la Real no dejará de lado a Zabaleta ni en los momentos más críticos. Y que el grito de guerra siempre será el orgulloso cántico para un chaval joven que perdió la vida en su inocente intención de animar a su equipo. “Se nota, se siente, Aitor está presente”, expresaron los presentes, con la mano en el corazón y un nudo en la garganta. Beti gogoan.
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