El Valencia ahondó el atolladero en el que el Madrid quedó bloqueado durante la final de Copa ante el Barça. Con Van Rossom, Marinkovic y Kalinic al frente el conjunto de Ponsarnau superó con solvencia (89-78) a un rival desfigurado, sin tensión ni alternativas para escapar del diván. Con más energía física y mental, el equipo taronja retrató a un Madrid desajustado por las bajas, atribulado por las dudas y desconcentrado de punta a punta del partido.
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Encara la Euroliga la recta de meta de la fase regular con más victorias a domicilio que nunca (46%), mejores porcentajes de tiro (ante el descenso de la presión ambiental), más prórrogas y partidos igualados que nunca y la clasificación en un puño. Solo dos triunfos separa al Madrid, cuarto en la tabla, del propio Valencia, décimo y a un palmo de las plazas de playoff.
Cada equipo tenía un precedente reciente en la videoteca al que acudir. Los de Ponsarnau recordaban aquel zarandeo de la segunda jornada continental, en el que Dubljevic, Kalinic, Saneme y compañía descosieron y dominaron al Madrid hasta por 25 puntos. Los de Laso manejaban la referencia de los cuartos de Copa, donde los blancos, liderados por Deck y Thompkins, derritieron igualmente a un rival hipotenso con una demostración de carácter. Y, entre virtudes a explotar y propósitos de enmienda, ambos contendientes se lanzaron al ruedo. La primera embestida fue valencianista y el Madrid no se repuso de la cornada.
La puesta en escena fue un pulso mayúsculo entre Marinkovic (12 puntos en 9 minutos) y Carroll (15 en el cuarto inicial). Pero la diferencia estuvo en que el serbio recibió el respaldo de Van Rossom, Williams y Kalinic sucesivamente y el escolta madridista apenas encontró algo de intendencia en Tavares. Las pérdidas de balón y las faltas (tres de Garuba en ese tramo) colocaron al Madrid a contrapié y sin respuesta a las primeras de cambio (29-19, m. 9).
Los de Laso abrieron antes el cajón de las dudas que el de las soluciones. El shock tras el choque frente al Barça en Copa se prolongó en La Fonteta y Hermannsson se animó a hurgar en la herida (44-30, m. 15). El Valencia controló sin sobresaltos el ritmo de las operaciones, agarrado a sus notables porcentajes de tiro, mientras al Madrid se le acumulaba la desventaja y los contratiempos, con otra lesión de Llull —que se marchó al banquillo con el rostro demudado y calibrando las malas sensaciones en la rodilla derecha—. No volvió a la pista en la segunda mitad. Un triple de Prepelic coronó el optimismo valencianista y el estropicio para los blancos (55-35, m. 20).
El Madrid afrontó la reanudación como una cuestión de orgullo y las concesiones locales permitieron un parcial de 3-12 en apenas cuatro minutos. Pero Van Rossom se puso serio y los de Laso no encontraron ni el oremus perdido, ni la concentración necesaria para dar continuidad a cualquier intento de remontada. Del 60-45 al 71-51 en un viaje de impotencia de los blancos. Los triples postreros de Abalde apenas sirvieron para maquillar el tormento sufrido por los madridistas. Cinco jugadores del Valencia firmaron dobles dígitos en anotación para fortalecer la candidatura taronja al top-8 de la Euroliga.
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