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Los niños y niñas del planeta son más vulnerables que los adultos a los efectos del cambio climático y casi la mitad de ellos, un 45%, viven expuestos a graves perturbaciones socioambientales, según demuestra el Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (Unicef). Unos mil millones de criaturas y jóvenes, de una población infantil mundial de 2.200 millones, residen en uno de los 33 países calificados como de “muy alto riesgo” de padecer las consecuencias del calentamiento global, según el Índice de Riesgo Climático para la Infancia (IRCI), el primero creado por esta agencia de la ONU y cuyos resultados se han publicado este 20 de agosto en el informe La crisis climática es una crisis de los derechos del niño.
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La falta de acceso al aire limpio, la escasez de alimentos y de agua potable, los incendios, los ciclones, las sequías, las inundaciones y hasta la contaminación por plomo son algunas de las perturbaciones climáticas y medioambientales que amenazan a este inmenso grupo de la población. El deterioro del planeta es el principal desafío de la actual generación: la Tierra está expuesta a un nivel de tensión máximo, se aproxima al límite que garantiza el equilibrio natural y esto supone que las nuevas generaciones se enfrentan un futuro cada vez más incierto, según expone el estudio, realizado en colaboración con Data for Children Collaborative y Save the Children International. “La supervivencia de estos niños está en peligro inminente”, ha alertado la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore.
Los países africanos ocupan los lugares más alarmantes de la clasificación del índice IRCI, que compara los diversos efectos susceptibles de alterar el bienestar de la infancia y el grado de vulnerabilidad y, en concreto, los menores de edad de República Centroafricana, Chad, Nigeria, Guinea y Guinea-Bisáu son los más expuestos. De un total de 163 países analizados, España ocupa el puesto 117 e Islandia el último, es decir, es el que tiene la población infantil menos expuesta dentro de la muestra estudiada bajo este índice, que todavía está en su versión beta y que Unicef pretende perfeccionar con nuevos datos. “Por primera vez disponemos de un panorama completo que nos revela dónde y de qué forma los niños son vulnerables al cambio climático, y se trata de uno mucho más grave de lo que podíamos imaginar”, expone Fore.
Vídeo: Efectos del cambio climático en Chad. En la imagen, una niña camina con su hermana en brazos en medio de una tormenta de arena en Sidi, en la región chadiana de Kanem. / R. Gangale (Unicef)
De acuerdo con una parte de los resultados del estudio, 2.000 millones de niños y niñas (casi el 90% de la población infantil) están muy expuestos a altos niveles de contaminación atmosférica y 820 millones a olas de calor; 920 millones viven en situación de alta vulnerabilidad por la escasez de agua; 815 millones residen en áreas con contaminación por plomo; 600 millones se encuentran frente a un alto riesgo de enfermedades transmitidas por vectores y 400 millones a ciclones. Varias centenas de millones de ellos residen en lugares de alto riesgo de inundaciones y otros impactos ambientales provocados por el calentamiento global. Asimismo, se alerta de que las cifras serán aún más negativas a medida que el empeoramiento del clima se acelere.
Efectos extremamente desiguales e injustos
La vulnerabilidad se multiplica en los lugares donde se solapan varios de los riesgos anteriormente citados al mismo tiempo: uno de cada tres niños y niñas de todo el mundo vive en áreas donde se combinan a la vez cuatro o más adversidades medioambientales. A estas se suman, en muchos casos, otros riesgos sociales, políticos y sanitarios que dificultan aún más garantizar los derechos fundamentales y la perspectiva de futuro de la infancia.
Como consecuencia de un tifón reciente que afectó a Filipinas, la activista Mitzi Jonelle Tan, de 23 años, se refugió durante dos días en una casa sin electricidad, separada de su familia y sin saber si estarían vivos. “No es solo que nos enfrentemos al clima; como en el resto del mundo, también estamos sumidos en la pandemia de covid-19. Si analizamos esas dos crisis más detenidamente, veremos que los más afectados son los sectores marginados de la sociedad”, afirma Jonelle, que forma parte del movimiento Fridays for Future iniciado hace tres años y en el que participan cientos de miles de jóvenes de más de 120 países para reclamar una acción urgente frente a la crisis climática.
Los diez países clasificados por el IRCI con mayor riesgo para la infancia solo originan el 0,5% de las emisiones globales
El estudio de Unicef pone de relieve el desigual impacto de estos fenómenos: los diez países clasificados por el IRCI con mayor riesgo para la infancia solo originan el 0,5% de las emisiones globales. Mientras tanto, el 70% de las emisiones mundiales proviene de diez países donde generalmente la vulnerabilidad para la infancia es menor, entre los cuales solo India está clasificado en situación de muy alto riesgo. “Aunque ellos no son responsables del aumento de las temperaturas, ellos y ellas sufrirán las peores consecuencias. Los niños y niñas de los países menos responsables sufrirán más que nadie”, afirmó Fore.
“¿Alguien se ha parado a pensar alguna vez en las repercusiones que estos cambios del clima tendrán dentro de 30 años? ¿Cómo serán las vidas de los jóvenes de todas las expresiones culturales?”, cuestiona Nkosilathi Nyathi, un adolescente de 18 años de Zimbabue, también integrante de Fridays for Future. Nyathi afirma que los efectos del cambio climático son el pan de cada día de él, de sus amigos y de su familia. “Si echo a volar la imaginación, veo un mundo en el que se incluye a todos los niños a la hora de tomar decisiones trascendentales. Veo un mundo en el que todas las casas tienen energía limpia. Lo que me duele de esto es que tal vez sean solo sueños que nunca se convertirán en realidad”, añade.
Menos servicios esenciales, más vulnerabilidad
“En 1989, prácticamente todos los países del mundo acordaron que los niños tienen derecho a vivir en un ambiente limpio, a respirar aire puro, y a disponer de agua para beber y alimentos que comer”, expone el colectivo Fridays for Future en el prólogo del informe, donde recuerdan que la infancia también tiene derecho a aprender, jugar y descansar. “Pero con su inacción, los dirigentes del mundo están incumpliendo esta promesa (…) Se está destruyendo nuestro futuro, se están violando nuestros derechos y se están ignorando nuestras súplicas”, añaden.
El agricultor y jornalero Sirajul Islam, su esposa Ruksana Begum y su hijo Rabiul, junto a una granja donde han estado viviendo desde que las inundaciones sumergieron su casa en Amtola Char en Chilmari, Bangladés. En el vídeo, los efectos de las inundaciones en el país. / Z. Chakma (Unicef)
Los efectos del cambio climático, sumados a la falta de acceso a servicios esenciales como la vivienda, la salud, la nutrición, la educación y la protección social, provocan que la infancia –y especialmente las niñas y las personas jóvenes con discapacidad– esté en una posición más vulnerable que los adultos. Según subraya Unicef, la única forma de evitar consecuencias terribles es reducir las emisiones de aquí a 2050 para evitar que la temperatura global aumente 1,5 °C. Esto supone un gran desafío considerando la dinámica actual de emisiones y de crecimiento demográfico de la población planetaria, pues se espera que nazcan 4.200 millones de personas más en los próximos 30 años. Por tanto, la organización subraya que también es necesario promover otras medidas adicionales para aumentar la resiliencia de la infancia, entre las que destacan la inversión en los servicios de agua, saneamiento e higiene, acceso a servicios de salud y nutrición, garantía de protección social y mitigación de la pobreza, así como la promoción de la educación para la protección del medio ambiente y la sostenibilidad.
Greta Thunberg, con 18 años y precursora de Fridays for Future, defiende la necesidad de tratar el problema como la crisis que está demostrando ser y que se actúe desde la raíz para evitar las causas de este gran problema de escala global. “No solo somos víctimas, también somos los líderes de la lucha contra este problema”, declara la activista ambiental sueca. A su vez, Blanca Carazo, responsable de Programas de Unicef España defiende que es necesario actuar de forma urgente: “Hay que trabajar para mitigar y generar sistemas que ayuden a los niños y niñas a reducir los impactos donde ya están afectando, y hay que tener muy en cuenta y fomentar su participación en todas las decisiones (…) Ellos y ellas son los que van a vivir en un planeta que, si no actuamos rápido, será un lugar mucho más peligroso”.
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