Mientras Rusia continúa su ofensiva militar en Ucrania, otra guerra, de naturaleza financiera, se está desarrollando entre Rusia y Occidente.
Este lunes, los ministros de Energía de la Unión Europea se reúnen para discutir qué hacer con Rusia: las compañías gasíferas europeas se debaten entre ceder ante Vladimir Putin o enfrentar un eventual corte de suministro, como pasó la semana pasada con Polonia y Bulgaria.
En marzo, Putin decretó que los “países hostiles” -entre ellos, todos los de la Unión Europea- paguen sus importaciones de gas en rublos, en lugar de euros o dólares, las divisas que se usan para la mayoría de los contratos. La medida es una suerte de revancha contra las sanciones de Occidente, ya que el mecanismo involucra al banco central ruso, castigado por Estados Unidos y Europa. Además, le permite a Putin subir el precio del rublo, al crear más demanda de la moneda nacional.
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Pero más importante, es un test político para la unidad de la Unión Europea ya que, en el corto plazo algunos países dependen más del gas ruso que otros y no hay una frente único sobre el tema.
Rusia propone que las empresas abran dos cuentas en Gazprombank (excluido de las sanciones financieras), una en divisa extranjera y otra en rublos: las empresas deberían depositar sus pagos en la moneda original y el banco se encargaría de convertirlo a rublos, a través del banco central ruso. El pago sólo se considera hecho cuando finaliza la conversión a rublos.
Polonia y Bulgaria se negaron a cumplir con el decreto. Ambos representan alrededor del 8% de las importaciones de gas ruso de la Unión Europea, y los países no creen que el corte de suministro vaya a tener un impacto importante para la población. Polonia, por ejemplo, tiene las reservas de gas al 76% y con el verano boreal acercándose, se espera que el consumo baje. De hecho, ambos países tenían previsto no renovar sus contratos con Gazprom cuando vencieran, a fin de año.
Pero no todos los países europeos dependen del gas ruso en la misma medida: entre el 40% y el 50% de las importaciones de gas de Italia y Alemania, respectivamente, provienen de Rusia. Alemania, la principal economía de la Unión Europea, se ha negado a hacer el pago en rublos pero dice que sí puede pagarle a Gazprom en euros sin violar las sanciones económicas impuestas por el bloque.
La empresa italiana Eni dijo que aún no había abierto una cuenta en rublos -aunque se está preparando para hacerlo, según Bloomberg-, y afirmó que seguirá haciendo los pagos en euros, de acuerdo al contrato, y observando todas las sanciones internacionales.
Del otro lado, la Comisión Europea, el órgano Ejecutivo de la Unión Europea, le advirtió a las empresas que ceder a los condicionamientos rusos podría implicar una “violación de las sanciones de la Unión Europea y, por lo tanto, un alto riesgo para las empresas”.
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Los próximos días serán decisivos ya que las empresas deberán empezar a hacer los pagos de abril.
Mientras tanto, Rusia evitó el default de su deuda soberana, pero a un costo. El Ministerio de Finanzas ruso dijo que hizo pagos por u$s 564,8 millones y u$s 84,4 millones por dos bonos que vencían en 2022 y 2042.
Un alto funcionario de Estados Unidos confirmó que los pagos habían sido hechos y dijo que el origen de los fondos no estaba claro.
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Cuatro días después de que Rusia lanzara la invasión a Ucrania, Estados Unidos congeló las reservas rusas en ese país (alrededor de u$s 630.000 millones) y le prohibió a las entidades estadounidenses hacer operaciones con el banco central ruso. Luego, la Administración Biden dio un paso más y revocó una excepción especial para que Rusia pudiera usar los bancos norteamericanos y pagarle a sus acreedores occidentales, dejando al país más cerca del default.
La preocupación aumentó a comienzos de abril, cuando JPMorgan Chase se negó a procesar el pago de dos bonos por u$s 649,2 millones, previa consulta con el Tesoro norteamericano, según dijeron fuentes familiarizadas con la operación.
Tras el bloqueo, Rusia dijo que le pagó a sus acreedores la cifra adeudada, pero en rublos, debido a que las sanciones no la dejaban cumplir con sus obligaciones. Sin embargo, ambos bonos estaban denominados en dólares y tanto las agencias calificadoras como el Comité de Determinación de Derivados Crediticios (CDDC, por sus siglas en inglés), dijeron que el pago en rublos podría ser considerado un default.
Finalmente, Rusia hizo los pagos a través de la sucursal británica del Citibank, justo antes de que venciera el período de gracia, el próximo miércoles. Pero aunque evitó lo que podría haber sido un incumplimiento histórico -la última vez que entró en default fue en 1918-, Rusia tuvo que girar el dinero a Londres desde sus reservas domésticas que era, precisamente, lo que buscaban las sanciones occidentales: forzar al Kremlin y drenar sus recursos para financiar la invasión.
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