Los Golden State Warriors son un equipo de leyenda, y su núcleo duro formado por Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond Green y el entrenador Steve Kerr sigue logrando hitos que sitúan a la franquicia como una de las mejores dinastías de la historia de la liga. Hasta anoche, tan solo tres equipos habían logrado alcanzar seis Finales de la NBA en ocho temporadas, un hito al que se suman ahora los de San Francisco.
En 1990, fueron los Chicago Bulls de Michael Jordan quienes alcanzaron esa cifra. En 1980, Los Angeles Lakers de Magic Johnson. En 1950, los pioneros, fueron los Boston Celtics de Bill Russell. De ganar el anillo este año, los Warriors podrían presumir de cuatro títulos en la última década, un éxito sin precedentes en el siglo XXI.
“Para nuestro equipo, para los chicos, en especial el núcleo duro, formar parte de esto seis veces en ocho temporadas… no sé qué decir”, valoró Steve Kerr, artífice del éxito consagrado del equipo desde el banquillo. “Esto requiere una enorme cantidad de talento, determinación y trabajo”.
Hablaron todos los veteranos anoche, rebosantes de felicidad ante la confirmación de la transición exitosa de Golden State tras la defección de Kevin Durant de por medio. “Es especial, este grupo quería volver a estar aquí”, afirmó Draymond Green. “Tenemos un grupo de jóvenes sin experiencia, más allá de los tres de siempre, y no sabíamos si iba a funcionar. Hasta se lo llegué a comentar a Joe Lacob [el dueño de la franquicia]. Pero sí, ¡aquí estamos de nuevo!”.
Visiblemente emocionados estuvieron los Splash Brothers, de nuevo juntos y demoledores con su calidad para enchufar desde el triple. “Es difícil ponerlo en palabras. Un día como hoy, el año pasado, apenas empezaba a trotear de nuevo. Ahora me siento como yo mismo, siento la explosividad y los movimientos. Estoy muy agradecido”, comentó Klay Thompson. “No me lo puedo creer, nos quedan cuatro pero voy a disfrutarlo esta noche”.
Stephen Curry, que se llevó el MVP de la eliminatoria previa a la lucha por el título, también se contuvo al verse sobrecogido por las lágrimas y la emoción: “Esto es una bendición. Poder volver a las finales, hacerlo en este edificio. No es nuestro objetivo final, pero toca celebrarlo”.