Los republicanos castigan con dureza a Liz Cheney por su guerra con Trump

Los republicanos castigan con dureza a Liz Cheney por su guerra con Trump

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Estaba cantado. Enfrentarse a Donald Trump tenía algo de suicida para Liz Cheney, representante de Wyoming, el Estado más trumpista del país. Los votantes republicanos no se lo han perdonado y la hija del exvicepresidente Dick Cheney ha caído derrotada por un amplio margen frente a Harriet Hageman en las primarias del Estado. Cheney dirá adiós al Congreso. Trump ha consumado su venganza.

Con un porcentaje relativamente pequeño escrutado ha bastado para dar por insalvable la diferencia de votos por parte de los expertos electorales. Los resultados definitivos aún tardarán en conocerse, pero la candidata de Trump iba acumulando en torno al 65% de los votos y Cheney, solo el 30%. El llamamiento a la desesperada a los demócratas para que le dieran su apoyo no ha servido para dar la vuelta a las encuestas.

Cheney ha comparecido muy pronto para admitir su derrota, cuando solo se había escrutado en torno a un 15% de los votos. “Ningún cargo en esta tierra es más importante que los principios que todos hemos jurado proteger”, ha dicho, tras recordar que hace dos años ganó esas mismas primarias con un 73% de los votos. “Había un camino claro para repetirlo”, ha dicho, pero habría implicado mentir, traicionar a sus principios, a la ley y a la democracia apoyando los bulos de Trump: “Ese era un camino que no podía ni quería tomar”.

“Esta elección ha pasado, pero ahora empieza el verdadero trabajo”, ha añadido. “No podemos abandonar la verdad y ser un país libre”, ha dicho también tras atacar a Trump en su discurso y decir que ningún negacionista electoral merece ocupar un cargo.

“Dije tras el 6 de enero que haría lo que haga falta para que Donald Trump no vuelva a acercarse al Despacho Oval. Y lo haré”, ha dicho tras evocar a quienes lucharon por la libertad en la Guerra Civil estadounidense y advertir de los riesgos para la libertad y la democracia si no se aparta a quienes no reconocen los resultados electorales. “Nuestra supervivencia [como democracia] no está garantizada”, ha dicho.

Un cartel de rechazo a Liz Cheney y apoyo a Harriet Hageman en Casper (Wyoming).PATRICK T. FALLON (AFP)

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Durante la jornada electoral, viéndose ya perdedora, Cheney ha prometido no tirar la toalla: “Hoy es el comienzo de una batalla que va a continuar. Como país, nos enfrentamos a un momento en el que nuestra democracia está realmente bajo ataque y bajo amenaza. Creo que los republicanos, los demócratas y los independientes que creen profundamente en la libertad y que se preocupan por la Constitución y el futuro del país tienen la obligación de poner eso por encima del partido y creo que esa lucha va a continuar, claramente”, ha dicho en declaraciones a la CBS.

Se especula con la posibilidad de que Cheney se presente a las primarias republicanas para las elecciones presidenciales. Sus posibilidades, hoy por hoy, son escasas, aunque haya un sector del Partido Republicano al que no le gusta Trump. Pero las primarias, en todo caso, le darían un altavoz con el que seguir su batalla contra el expresidente. Cheney ha apelado en su discurso a Abraham Lincoln, padre del Partido Republicano: “Abraham Lincoln fue derrotado en las elecciones para el Senado y la Cámara antes de ganar la elección más importante de todas [las presidenciales]. Lincoln finalmente prevaleció. Salvó la unión y definió nuestra obligación como estadounidenses para toda la historia”, ha dicho.

Con la caída de Cheney, solo dos de los 10 miembros republicanos de la Cámara de Representantes que votaron a favor del impeachment de Trump por el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2020 estarán en las papeletas el próximo 8 de noviembre. Pero el caso de Cheney era especial. Entre ellos había un enfrentamiento político, pero también personal.

Cheney y Trump habían tenido ya algunos roces en política exterior y en la gestión de la pandemia. Ella animaba enfáticamente a llevar mascarilla, sensibilizada por ser su padre vulnerable a la enfermedad. Pero lo que sacaba de quicio a Trump es que la ruptura total llegó cuando Cheney reconoció sin tapujos la victoria de Joe Biden en las presidenciales de 2020, se negó a comulgar con la rueda de molino del bulo del robo electoral y trató de convencer a sus compañeros de partido de que respetasen el resultado.

El 6 de enero, cuando se encontraba en el Capitolio para certificar la victoria de Biden, recibió una llamada de su padre advirtiéndola de que Trump había llamado a deshacerse de “los congresistas débiles”, los “Liz Cheney del mundo”, en la arenga que estaba dando a las masas antes del asalto al Capitolio.

Después, cuando votó a favor del impeachment o censura política de Trump, su partido la despojó del puesto de líder de la minoría republicana en la Cámara de Representantes. Empezó a recibir amenazas y a ser acosada en las redes. Ni siquiera ha podido realizar actos de campaña en Wyoming por razones de seguridad.

Donald Trump, en un acto de campaña con Harriet Hageman en Casper (Wyoming).
Lauren Miller (AP)

Asumió el puesto de vicepresidenta de la comisión de la Cámara de Representantes que investiga el asalto al Capitolio y se ha mostrado especialmente combativa. “A mis colegas republicanos que defienden lo indefendible: llegará un día en que Donald Trump no esté, pero vuestra deshonra permanecerá”, espetó a los congresistas de su partido en la primera sesión de la comisión.

Viniendo del estado más trumpista del país, donde el expresidente logró casi el 70% de los votos en las elecciones de 2020, Cheney sabía que se estaba inmolando. Trump apoyó a otra candidata Harriet Hageman, que ha ganado con facilidad las primarias. En un estado tan republicano, además, ganar las primarias es casi tanto como salir elegida representante, pues no hay duda de que ganará el próximo 8 de noviembre a su rival demócrata.

[Noticia de última hora. Habrá actualización en breve]

Un largo escrutinio en Alaska

Sarah Palin, que saltó a la fama como candidata a la vicepresidencia con Jon McCain en las elecciones de 2020, participaba este martes en dos votaciones. Una, para cubrir por cuatro meses el puesto del representante de Alaska en el Congreso fallecido en marzo. Otra en las primarias para cubrir ese puesto por dos años en las elecciones legislativas de mitad de mandato del próximo 8 de noviembre.

En las primarias se clasifican los cuatro primeros candidatos y Palin no debería tener problemas. En la elección para cubrir el puesto vacante, sin embargo, el escrutinio será muy largo y complejo dado el sistema de voto preferencial que ha adoptado Alaska. Con ese sistema, los votantes ordenan los candidatos. Si ninguno logra más del 50% de los primeros votos, se toma en cuenta la segunda opción, pero para eso hay que terminar antes el escrutinio completo de la primera vuelta. Por ello, no se espera conocer al elegido antes del 31 de agosto, previsiblemente.

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