Recopilación de imágenes de satélite tomadas por la empresa Maxar Technologies de instalaciones nucleares iraníes durante 2020.AFP
Europa vislumbra un alivio en un mundo saturado de tensiones geopolíticas —ya sea en forma de guerras (Ucrania), conflictos interminables (Gaza) o amenazas a la estabilidad (Taiwán)— y de precios de combustibles por las nubes. Después de 16 meses de interminables negociaciones, el desenlace para cerrar un nuevo acuerdo nuclear con Irán parece cercano. La respuesta del régimen teocrático al último texto planteado desde Bruselas es “razonable”, señalan fuentes europeas, que esperan que antes de acabar la semana se pueda cerrar definitivamente este capítulo. Queda por ver un análisis más profundo de los planteamientos de Teherán, que llegaron este lunes a última hora. Y está en el aire el voto afirmativo de Reino Unido y Estados Unidos, presionados por cuestiones de política interna. Los ayatolás reclaman aclaraciones en tres aspectos para dar un sí definitivo, y en especial unas mínimas garantías para evitar una ruptura abrupta del acuerdo como la protagonizada por los EE UU de Donald Trump. Pero, a primera vista, en la capital comunitaria se ve el acuerdo muy próximo.
Pese al marcado optimismo, falta aún una opinión determinante: la de Estados Unidos y, sobre todo, la de su presidente, Joseph Biden. “Hemos recibido los comentarios de Irán a través de la UE y los estamos estudiando. Estamos compartiendo nuestra visión con la UE”, ha declarado el Departamento de Estado estadounidense, según informa la agencia Efe. Una respuesta muy similar llega desde los portavoces oficiales de Bruselas: “Recibimos la respuesta la pasada noche. La estamos consultando con otros firmantes del JCPOA [siglas oficiales en inglés del acuerdo nuclear] y Estados Unidos sobre el camino a seguir”. Fuentes diplomáticas europeas, bajo el paraguas del anonimato, van más allá al hablar de una respuesta “razonable” de Teherán. Bruselas, además, muestra cierto optimismo incluso sobre los plazos. El acuerdo podría cerrarse el viernes. El tiempo juega, paradójicamente, a favor de cerrar ese pacto con rapidez: si no se acordara esta misma semana, Estados Unidos abriría un paréntesis hasta que pasen las elecciones de medio mandato, en otoño.
Además de la Unión Europea, otros actores internacionales intervienen en la negociación con Irán. La UE es el coordinador de las conversaciones por designación de las Naciones Unidas entre el régimen teocrático y los cinco miembros del Consejo de Seguridad (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido), más Alemania, los países que se comprometieron a levantar las sanciones a Teherán en la primera edición de este pacto en 2015 a cambio de que los ayatolás renunciaran a desarrollar el arma atómica. Por este motivo, las mismas fuentes que ven razonable la respuesta iraní se muestran cautas hasta conocer la respuesta de Washington y de Londres, cuya posición en esta ronda de conversaciones ha estado condicionada por el relevo de Boris Johnson y los vaivenes de los candidatos a convertirse en primer ministro, los conservadores Liz Truss y Rishi Sunak.
Estados Unidos ha exigido a Teherán que prescinda “de exigencias añadidas, extrañas e inaceptables, que van más allá del ámbito” del acuerdo nuclear. Estas palabras, pronunciadas el lunes por el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, parecen una referencia clara a que los iraníes no pueden reclamar la seguridad plena de que EE UU no se retiraría del acuerdo en caso de que tuviera otro presidente distinto de Joe Biden, algo que ya hizo el republicano Donald Trump en 2018. Precisamente este aspecto es uno sobre los que, según las fuentes consultadas, Irán ha pedido aclaraciones y ha mostrado dudas. Fuentes diplomáticas añaden que en este campo Teherán pide muy pequeñas garantías sobre lo ya hablado, ya que ir más allá supondría descarrilar todo el proceso.
“No se puede decir que haya un acuerdo, pero estamos más cerca que antes”, escribió en Twitter Mohamed Marandi, responsable de comunicación iraní en las negociaciones. Teherán está dando indicaciones de que espera obtener una compensación si Washington se desentiende de nuevo del pacto, como hizo Trump en 2018. Los negociadores iraníes también parecen confiar en que se arbitren mecanismos para que el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) cancele la investigación abierta sobre restos de uranio hallados en centros nucleares no declarados. Y aunque mantiene silencio sobre su antigua exigencia de que los Guardianes de la Revolución salgan de la lista de organizaciones terroristas elaborada por EE UU, Teherán envía señales de que está buscando una solución a su demanda al margen del texto final de acuerdo nuclear planteado por la UE.
Iran wants to make sure that if the current or future US president withdraws from a deal the US will “have to pay a price.”
This is the best way to protect a potential deal. If the US doesn’t have to pay a price for violating or leaving a future deal, history will repeat itself. https://t.co/iPo8CEBX50
— Seyed Mohammad Marandi (@s_m_marandi) August 16, 2022
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Como cláusula de salvaguarda, Irán estaría planteando la posibilidad de no desmantelar el exceso de centrifugadoras para el enriquecimiento de uranio que ha acumulado desde que Washington dejó en suspenso el pacto atómico. Según una información de la agencia Bloomberg, Teherán quiere asegurarse de que podrá revertir con rapidez las limitaciones impuestas por el acuerdo nuclear (un máximo de 5.060 centrifugadoras convencionales) si EE UU da un portazo y se retira de nuevo.
Los intentos de revitalizar el pacto que evite que Irán se convierta en una nueva potencia nuclear se pusieron en marcha en abril de 2021. Desde el principio, el alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, se ha esforzado en la misión, designando a una persona de su máxima confianza, el español Enrique Mora, para llevar el peso de coordinar las negociaciones. Durante este tiempo, en otras ocasiones se ha llegado a una situación parecida a la actual, en la que todo parecía listo para cerrar el acuerdo. Pero todo ha quedado en nada por reservas de los iraníes o de otras partes sentadas en la mesa negociadora. Ocurrió en marzo, cuando fue Rusia quien puso los peros. Fuentes diplomáticas europeas creen, sin embargo, que esta vez es diferente. “Ahora quieren firmar”, apunta con optimismo.
Sustenta esta tesis la opinión del embajador ruso, Mijaíl Ulianov, jefe de la delegación de su país en este asunto. Él, siempre locuaz en Twitter, señaló el lunes que veía “señales alentadoras” antes de que Irán remitiera su respuesta. Y después ha sostenido que las últimas reclamaciones de sus aliados no son nada inasumible.
La firma del acuerdo nuclear con Irán supondría un importante alivio sobre la presión de los precios del petróleo, ya que es un país con margen para incrementar su producción de crudo. Ahora el régimen teocrático vende crudo a China y la India, pero se pierde una parte muy importante del mercado al estar fuera de los canales comerciales de Occidente. Volver al mercado plenamente le reportaría unos 600 millones de dólares mensuales, apuntan fuentes de la negociación.
El interés europeo por cerrar con éxito cuanto antes este frente tiene una explicación doble. La más inmediata es la económica. La entrada del petróleo y las materias primas iraníes reducirían las cotizaciones actuales y aliviarían la inflación, disparada en el último año. La otra hace referencia a que el acuerdo espantaría la posibilidad de que el mundo se viera abocado a una nueva crisis nuclear, algo que el propio Borrell ha escrito en su blog. La invasión de Ucrania por Rusia ya ha agitado esa amenaza en varios momentos, la última estos días en la central de Zaporiyia, sometida a varios ataques.
Irán, mientras, mantiene una actitud expectante y cuenta con recibir dentro de dos días una respuesta de los firmantes del pacto atómico de 2015 si Estados Unidos muestra “realismo y flexibilidad”, según dicen sus negociadores, ante las consideraciones remitidas a Bruselas sobre los últimos flecos pendientes. “Hay diferencias en tres asuntos y en dos de ellos EE UU ya ha mostrado cierta flexibilidad”, precisó la agencia estatal IRNA. Y añadía para no dejar dudas sobre el eje central de las objeciones: “La tercera cuestión está relacionada con las garantías de cumplimiento”.
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