Ha sido un mercado de verano histórico en la Real por muchas razones, entre otras porque en espacio de apenas una semana ha realizado la mayor venta de su historia: Isak al Newcastle por 70 millones de euros (más cinco en variables) y la compra más costosa: 20 millones (+5) al Almería por Sadiq Umar. En todo caso, y pese al extraordinario desembolso realizado por el nigeriano, el verano le sale a devolver a una Real que percibirá 73,5 millones de euros por Isak (70) y Portu (3,5, en este caso diferidos al próximo año) y habrá de abonar 51,5 ‘kilos’ por sus cinco incorporaciones: los 20 de Sadiq, los 14 de Brais, los 11 de Cho y los 6,5 de Kubo, ya que Sorloth llega cedido sin opción de compra. El beneficio es de 22 millones de euros. No está mal.
En esta ocasión, y a diferencia de veranos anteriores, la Real llegó hasta el último día, en este caso el 1 de septiembre, para cerrar su plantilla. Curiosamente, el otro nigeriano que jugó en la Real, Mutiu Adepoju, también llegó en la jornada de clausura de la venta estival de fichajes procedente del Racing. Por lo menos la noche del jueves fue plácida, porque ya se sabía que la Real no iba a incorporar a nadie más. Y tampoco podía porque con la llegada de Sadiq, las 25 fichas del primer equipo quedaron cubiertas. No hubo sustos de última hora relacionados con cracks como Merino o Zubimendi. La próxima estación es la renovación, estructural por lo que supone, del pivote donostiarra.
El tsunami Isak
La planificación de la plantilla pergeñada en la primera mitad de año llevaba su curso normal hasta que arribó el ‘tsunami Isak’, que todos temían, pero que se desató en día y medio. La Real fue fichando lo que pretendía y tenía meditado al precio que tenía proyectado: Momo Cho, Brais, Kubo… A nadie pilló de sorpresa la salida de Portu y la anterior de Januzaj, por decisión de Imanol, sí generó un maremoto interno porque ya se había acordado su renovación por tres años, pero estaba superado.
Dos delanteros por uno
Antes de la marcha de Isak, la Real se planteaba fichar a un portero y meditaba sin urgencias la necesidad o no de traer otro delantero ante la lesión de Carlos Fernández, con Sorloth siempre en la lista de espera. Pero la marcha del sueco desató las alarmas y la tensión en el entrenador, que pidió no uno, sino dos puntas para suplir al ariete titular de la Real, con los 70 kilos en el bolsillo. El recuerdo de la falta de gol se le empezó a hacer bola en el estómago. Así, rechazaron la opción de comprar a Álvaro Fernández, el portero del Huesca por el que negociaron, a Cavani por sus peticiones -dos años de contrato- y a Odriozola, que había llamado a la puerta de Anoeta. Ni siquiera la llamada del entorno de Griezmann alteró la situación: Sadiq era el hombre.