Las cartas del chavismo han quedado este miércoles encima de la mesa. El presidente Nicolás Maduro ha condicionado la celebración de elecciones libres en 2024 al levantamiento de sanciones internacionales. “Si quieren elecciones libres, queremos elecciones libres de sanciones. Ahí está el dilema, que las quiten todas para ir a unas elecciones libres, frescas, en el tiempo que se determine el Consejo Nacional Electoral y la Constitución”, dijo Maduro en un encuentro con corresponsales extranjeros en Caracas.
Maduro reunió a los periodistas en el Palacio de Miraflores para hablar sobre el regreso a la mesa de diálogo con la oposición en México, donde el principal objetivo es marcar una fecha para celebración de los comicios y conseguir que estos puedan ser verificados por la comunidad internacional. El Gobierno regresó a esa negociación, suspendida hace un año, después de que se acordara descongelar las cuentas estatales en el extranjero, donde hay unos 3.000 millones de dólares estancados.
Maduro defendió en la charla que el origen de la crisis venezolana de estos años son las sanciones, evadiendo la responsabilidad de su Gobierno. Esa es la principal tesis que defiende el chavismo para justificar su permanencia en el poder. Se mostró muy contento de que se liberen fondos congelados del Estado en la banca internacional para atender la crisis humanitaria que ha llevado a varios millones de venezolanos a migrar.
“Es un acuerdo que tiene componentes muy importantes de carácter social para la vida de Venezuela y tiene como esencia la recuperación de más de 3.000 millones retenidos, congelados y secuestrados en cuentas bancarias de Estados Unidos y Europa que le pertenecen a los venezolanos”, afirmó. Y agregó a continuación para referirse a sus adversarios: “Estamos negociando con los representantes de los secuestradores, con los enviados de los secuestradores, y se ha logrado firmar un acuerdo con los representantes de los secuestradores del dinero de Venezuela para que se invierta en el país”.
El dirigente venezolano argumentó que sobre la economía nacional, pesan cerca de 600 sanciones “que impactan específicamente el sector petrolero y productivo”. Responsabilizó de la crisis de estos años al sector “de la derecha golpista, intervencionista, terrorista y progringa (proestadounidense)” de la oposición venezolana”.
La oposición desea que se celebren esas elecciones presidenciales en 2024 con supervisión de organismos internacionales y con garantías de que van a ser limpias y justas. Para tratar de derrotar a Maduro, los opositores van a celebrar unas primarias de las que saldrá un candidato único. En torno a ese candidato se hará frente común contra el chavismo, que ahora mismo controla la institucionalidad venezolana. Los opositores sostienen que Maduro se reeligió de forma fraudulenta en 2018, lo que más tarde dio origen al Gobierno interino, el de Juan Guaidó.
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Guaidó aparecía en los últimos años como el principal rival político de Maduro, respaldado por Estados Unidos. Sin embargo, esa unidad se ha resquebrajado. Varios de los miembros de la delegación de la oposición presentes en México tienen visibles diferencias de criterio con la estrategia política de Guiadó y creen que ha llegado el momento de acabar con ese Gobierno paralelo y tratar de derrotar al chavismo en su propio terreno. En algunos círculos se especula con la posibilidad de que el resto de partidos antichavistas no ratifiquen a Guaidó en su cargo.
En primer plano, Jorge Rodríguez, mano derecha de Maduro, en la conferencia de prensa de este miércoles en el Palacio de Miraflores, Caracas.Ariana Cubillos (AP)
El hombre fuerte de Maduro en el Gobierno es Jorge Rodríguez, presidente de parlamento venezolano y jefe de la delegación chavista en México. Rodríguez insistió en que ese Gobierno paralelo de Guaidó no tiene legitimidad y que ahora Estados Unidos y la comunidad internacional se están sentando a negociar con el Gobierno en funciones de Venezuela.
Hace un año, el Gobierno chavista permanecía aislado y con serios problemas de financiación por la crisis económica del país y las sanciones internacionales. Su distancia con la oposición era sideral. Con Estados Unidos no había ningún canal de comunicación. En apenas unos meses todo ha cambiado. Washington se ha acercado al chavismo para buscar fuentes de energía alternativas a las rusas, Gustavo Petro desde Colombia insiste en sumar a Venezuela a los organismos regionales y presidentes como Emmanuel Macron y Joe Biden se han propuesto desatascar la situación venezolana.
Por lo pronto, el chavismo ha aceptado negociar con la oposición a cambio de recibir una buena cantidad de dinero que les llegará del exterior. Ahora, el propio Maduro exija que todas las sanciones sean levantas para que se celebren unas elecciones libres. Estados Unidos y Europa, los principales sancionadores, tendrán que evaluar la verdadera voluntad de Maduro en que esos comicios sean competitivos.
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