Paseando por el pit lane de los test post GP de España de F1 2019 se puede comprender echando un simple vistazo cómo están las cosas en casa de Ferrari y Mercedes. Dos puntos absolutamente contrapuestos. Solo hace falta mirar hacia su muro. Mientras los italianos lo llenan de ingenieros, que no cesan de repasar en sus pantallas los datos que sus pilotos, Sébastian Vettel y Charles Leclerc, justo al lado hay un enorme vació en el de Mercedes. Nadie vestido de ‘plateado’ para seguir el programa de su piloto Valtteri Bottas a pie de pisa (si lo hacían desde el motorhome como todos), y es que hasta en eso se nota la clara diferencia entre el ‘cuadro’ que tienen montado en Maranello y el espectacular momento de los de Brackley.
También se ve en sus pilotos. Hamilton, el líder del Mundial, se ha podido permitir el lujo de no quedarse a rodar. Lo hizo el nórdico Valtteri, pero solo un día, y es que mientras Ferrari continuará con Leclerc en pista el miércoles (aunque haciendo test de Pirelli), Valtteri dejará su sitio a Mazepin, un piloto del que no se espera que Mercedes saque grandes conclusiones. No las necesitan, puesto que ya se marcharán de Barcelona con todo lo necesario para volver a aplastar en Mónaco, un trazado de más alta carga, punto en el que destrozaron a todos sus rivales en el sector tres del Circuit el pasado fin de semana.
En Mercedes, se nota la relajación o que los deberes están muy bien hechos. Todo lo contrario que en Ferrari, donde trataron de realizar algunas simulaciones, recogiendo el mayor número de datos posibles y varios set ups diferentes para comprender y solucionar lo antes posible sus contratiempos, puesto que desde el inicio de temporada intentan sin suerte volver a encontrarse con las sensaciones positivas con las que acabaron el test de pretemporada en Barcelona.
Y al ver pasar un Mercedes por delante, es inevitable que los ingenieros que estaban en el muro de Ferrari, miraran descaradamente la flecha plateada en varias ocasiones. Como aquel que mira el plato de otro comensal con unas ganas tremendas de ‘hincarle’ el diente.
Binotto, jefe de Ferrari, sigue sin respuestas. Nadie comprende el bajón de Ferrari tras el invierno. No saben cómo alimentar su hambre de victorias. Y en casa del vecino, en Mercedes, la mesa está llena del mejor de los manjares. Allí, no dejan de frotarse las manos.
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