De izquierda a derecha, los precandidatos demócratas Julian Castro, Cory Booker, Elizabeth Warren y Beto O’Rourke, este miércoles durante el debate en Miami. FOTO: AFP VIDEO: REUTERS
El de la noche de este miércoles fue el primero de dos debates consecutivos en los que se verán las caras una veintena de los aspirantes (otros cuatro de los que se presentan no cumplieron los requisitos para participar), separados en dos grupos de 10. Los demócratas escogieron para la cita Miami, una ciudad rabiosamente demócrata en las últimas elecciones y con 70% de población hispana. Se habló mucho español esta noche -lo hicieron tres de los candidatos y uno de los moderadores- y, sobre todo, se pudieron observar los contrastes entre políticos que, en lo esencial, están bastante de acuerdo. Fuera, republicanos con carteles de “No socialismo”, recordaban el rival a batir: Donald Trump.
Si la cosa va de elegir ganadores, es fácil señalar a la senadora de Massachusetts Elizabeth Warren, uno de los grandes referentes del ala izquierda del partido, y la favorita de ese bloque en los sondeos. A Warren se la conoce en esta campaña como la candidata que más planes concretos tiene y su discurso acaparó el protagonismo de todo el bloque económico.
Pero si se trata de la revelación de la noche, el hombre al que hay que mirar es Julián Castro. “Ver la imagen de Óscar y su hija Valeria rompe el corazón. Pero también debería cabrearnos”, manifestó emocionado el único hispano de los 24 aspirantes a la candidatura demócrata. El exsecretario de Vivienda de la Administración de Obama y exalcalde de San Antonio (Texas), que había pasado sin pena ni gloria por la campaña, destacó como el precandidato más rotundo y que más preparado tiene el asunto migratorio.
Castro reclamó la descriminalización de la inmigración irregular y atacó a su rival texano Beto O’Rouke, una de las estrellas fulgurantes de las elecciones legislativas de noviembre, pese a que fracasó en la carrera a Senado.“Si hicieras tus deberes en este tema…”, le llegó a decir. O’Rourke rechazó cambiar la ley sobre el delito, lo consideró un error -y uno de los elementos que usará Trump para decir que los demócratas quieren fronteras abiertas para todos-. En este capítulo también tuvo protagonismo Cory Booker, senador de Nueva Jersey, que apoyó a O’Rourke y abogó por la ciudadanía de los dreamers (soñadores), los jóvenes migrantes que llegaron a Estados Unidos siendo niños y han crecido en el país. Soterrada, los tres libraron también la batalla por el voto latino, hablando español -con torpeza- en algún momento de su intervención, algo que también hizo el moderador de Telemundo, José Díaz-Balart.
El drama migratorio no nació con Donald Trump. Y el fenómeno de niños solos llegados de Centroamérica dejó huella en la presidencia de Barack Obama, pero la política de mano dura que impone el republicano y su discurso a menudo racista contra los sin papeles dispara el estupor cuando aparece una fotografía como la de esta semana, o una grabación de un menor preguntando por su madre, como el pasado verano. Los demócratas coincidieron en atacar a Trump como responsable de la crueldad en la frontera, pero exhibieron diferencias sobre cómo resolverlo.
Es similar a lo que ocurre con las desigualdades económicas o la cobertura sanitaria, uno de los grandes problemas de este país. “Cuando tienes una economía a la que le va muy bien para aquellos que tienen dinero, pero no tan bien para los demás, eso es corrupción pura y simple”, arrancó Warren. La senadora y el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, se mostraron partidario de abolir el sistema de seguros privados en conjunto para sustituirlo por un modelo de financiación 100% gubernamental, algo que inquieta a otro como O’Rouke, o la senadora de Minnesota, Amy Klobuchar. “La sanidad es un derecho humano y yo lucharé por ese derecho humano”, recalcó Warren.
Giro a la izquierda en economía
La senadora también propone trocear algunas de las grandes compañías tecnológicas como Facebook, Amazon y Google para evitar los en monopolios de facto. Booker, que anteriormente criticó dar nombres concretos, no replicó la propuesta cuando le preguntaron por ello esta noche. O’Rouke, por su parte, defendió gravar más a las empresas, pero rehusó pronunciarse sobre un impuesto de hasta el 70% para rentas muy altas, de más de 10 millones al año, como sí defienden los más izquierdistas. La conversación mostró los matices, pero confirmó sobre todo el giro progresista en materia económica que el partido demócrata ha protagonizado en los últimos años.
Trump no centró el debate. Hacia el final de la noche, uno de los moderadores lanzó a O’Rourke la pregunta de si habría que proceder de destituir (impeachment) a Donald Trump para poder procesarle por posible delito de obstrucción a la justicia en la investigación de la trama rusa, otro de los asuntos que dividen al partido. El político texano se pronunció rotundo: “Debemos empezar el impeachment ya”, ya que, de lo contrario, “sentaremos un precedente”. El otro en pronunciarse sobre este extremo, el excongresista de Maryland John Delaney, mostró la postura contraria, advirtió de que nadie está “por encima de la ley”, pero recalcó que esa no es la prioridad de los votantes.
El presidente sí trató de hacerse notar durante el encuentro, con un mensaje en Twitter exclamando: “¡ABURRRIDO!” y otro burlándose de los problemas técnicos que tuvo la retransmisión y que obligó a parar el debate unos minutos.
Este jueves es el turno de la otra decena de aspirantes, entre los que coinciden cuatro de los cinco primeros en los sondeos (la otra es Warren): el exvicepresidente de Obama, Joe Biden; el senador izquierdista Bernie Sanders; la senadora californiana y exfiscal Kamala Harris y el joven alcalde de South Bend (Indiana), Pete Buttigieg.
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