La Real Sociedad somete al Atlético

Salió mejor la Real. Espoleada por su público, en el estreno del nuevo Anoeta, y con la necesidad de dejar atrás la mala imagen del derbi vasco, los vascos parecían tener las ideas más claras que el Atlético. Presión alta y rapidez en ataque, con Isak en lanza en lugar de Willian José, y con Oyarzábal y Portu como escuderos.

El juego se desarrollaba en el centro del campo. Ahí se libraba la lucha, pero el balón siempre estaba más cerca de la meta de Oblak que la de Moyà. Y con más sensación de peligro. Hubo que esperar 25 minutos para ver la primera ocasión clara de la tarde. Fue de la Real. Isak filtró un pase perfecto que dejó solo a Oyarzábal ante el portero esloveno, que se hizo grande en su salida y sacó el pie para evitar el 1-0. Paradón.

Poco después, Diego Llorente no conectó bien un cabezazo en un córner que volvió a levantar a los espectadores de Anoeta de sus asientos. Entre medias, Koke, también con la testa y en un saque de esquina, dio el primer y único aviso de los colchoneros en el primer acto. Lo había intentado también Joao Félix con dos disparos con la zurda que se le fueron muy desviados. En ambos reclamó falta previa de un defensor local. Mateu Lahoz se inhibió.

Y antes del descanso, la Real tuvo otra clara. De nuevo Oyarzábal. Su cabezazo casi a bocajarro impactó en un defensor rojiblanco para dejar las cosas como habían empezado al término de los primeros 45 minutos, en los que el cuadro donostiarra fue superior a un Atlético que nunca encontró su ritmo ni su fútbol. Con Saúl y Koke tapando agujeros y sin poder organizar los ataques, con Lemar dormido, Vitolo intentándolo sin acierto y Joao y Costa tratando de mirar al área, los rojiblancos eran muy previsibles. Demasiado para inquietar a una Real muy bien plantada que poco tenía que ver con la que jugó en San Mamés.

Volvió a salir mejor la Real tras el descanso. Zubeldia lo intentó desde lejos. En esas, Simeone ya había movido ficha, retirando a Lemar para dar entrada a Llorente, intentando ganar el centro del campo, que tenía perdido. Y llegó le mejor oportunidad del Atlético. Un centro de Trippier (tras otro de Lodi que llegó al segundo palo, los dos laterales arriba) llegó a Joao Félix, que remató de primeras desviado.

Poco después, el portugués se marchó al banquillo. Entró Correa, en su debut esta temporada, en su lugar. Era el minuto 57. En el último partido le salió bien, cuando Thomas, que resolvió el choque, entró en su lugar. Pero en la jugada siguiente, se adelantó la Real. En una contra muy bien lanzada, Odegaard llegó al área, buscó el hueco y lanzó. El balón tocó en Savic, lo que hizo imposible que Oblak llegara. 1-0.

Así fue el gol de Odegaard:

Y tres minutos después, el segundo. Falta lateral que tras tocarla Isak rechaza, mal, Oblak. Algo poco habitual. Monreal llegó con todo para empujarla, y el esférico, tras impactar en la cara del esloveno, entró en la portería colchonera. El pelotazo dejó tocado al portero. Los médicos querían sacarle del campo. Él no. Intercedieron Koke y Saúl. Y le convencieron. Se marchó del campo entre los aplausos de Anoeta. Entró Adán. El marcador, 2-0 para la Real.

Monreal sentenció al Atlético en el Reale Arena:

Y pudo ser pero para el cuadro colchonero. Oyarzábal tuvo otra,pero respondió bien Adán. El Atlético seguía sin dar señales de vida en ataque. 70 minutos y ni un solo remate a puerta. Así es muy difícil, por no decir imposible.

Cambió piezas Imanol (Willian José por Isak) para refrescar el ataque. Reaccionó el Atlético, con un disparo de Vitolo ante el que se lució Moyà, tirando de reflejos a bocajarro. Y un minuto después, el balear sacó un buen cabezazo de Giménez. Los rojiblancos al fin habían amenazado la meta realista. Pero era tarde. Muy tarde.

Imanol agotó cambios con Zurutuza y Januzaj. El Atlético reaccionó, con más presencia en el área rival, pero no había tiempo. Ni tampoco ideas, como durante todo el encuentro. La Real Sociedad fue mucho mejor. Y se quedó con los tres puntos. Primera derrota de los rojiblancos, a los que el parón les sentó rematadamente mal.