Han pasado más de cuatro meses desde que la Real bebiese el último trago de la pasada temporada en Cornellà. No pudo ser más amargo. Tenía el sabor de una clasificación europea que volaba, de un mal partido en el momento más inoportuno. La Real acudía al campo el Espanyol con opciones de ser séptima, unas esperanzas que se desvanecieron con un 2-0 que dejaba el billete para las previas de la Europa League en manos pericas.
Los tantos de Rosales y Wu
Lei, ambos en la segunda parte, desataban la fiesta en Cornellá y la decepción en el bando realista. Con el pitido final, muchos aficionados catalanes abandonaron las gradas para saltar al césped a celebrar que, 12 años después de caer en la final de la UEFA ante el Sevilla, regresaban a Europa. Mientras, el abatimiento reinaba en el vestuario visitante. La derrota del Athletic en el Pizjuán había abierto una puerta que la Real no aprovechó. Se acababa de escapar una ocasión de oro para rubricar una temporada irregular, de vaivenes, con un gran premio.
La Real tiene mañana la oportunidad de echar bálsamo en una herida que todavía brota en el recuerdo de muchos txuri urdin. Once de los catorce jugadores que participaron en aquel encuentro, todos menos Rulli, Héctor
Moreno y Juanmi, siguen formando parte de la plantilla realista. Sin embargo, el equipo que saltará al césped de Cornellá el domingo a las 14.00 horas no tendrá demasiado que ver con el que cayó en aquella tarde de mal recuerdo. Si Imanol mantiene el ‘11’ que desarboló con brillantez al Atlético el pasado sábado, sólo Elustondo, Llorente, Zubeldia, Merino y, por supuesto, Oyarzabal, repetirían respecto al equipo de aquel 18 de mayo.
Un vuelco en cuatro meses que prueba la renovación absoluta a la que Olabe ha sometido al equipo este verano. La Real llega a la cita reforzada por un comienzo de temporada que, dejando al margen el derbi, ha confirmado que tiene mimbres para luchar por objetivos ambiciosos. El conjunto de Imanol afronta la oportunidad de verter gasolina al estado de máxima ilusión decretado el pasado sábado y, de paso, sellar su venganza ante un rival que tomó oxígeno en Ipurua tras un comienzo de Liga errático.
La manita del 2016
Pese al mal precedente del pasado mayo, la Real también tiene postales felices de sus visitas a Cornellá. Especialmente, la del 8 de febrero de 2016. El conjunto txuri urdin, dirigido por Eusebio, arrolló al Espanyol de forma implacable, firmando una manita. Los txuri urdin encarrilaron pronto el encuentro. En el minuto 8 dominaban por 0-2, con tantos de Jonathas y Vela. Tras el descanso, en tres minutos fulgurantes, Oyarzabal (‘52) y Diego
Reyes (‘55) dejaron el partido visto para sentencia. De nuevo Jonathas, en el minuto 90, cerró el 0-5 definitivo.
Oyarzabal y Zaldua son los dos únicos de los que aquel encuentro -también jugaron Illarramendi y Rubén
Pardo, que dio tres asistencias- que parecen llamados a repetir en el ‘11’ del domingo. Enfrente, un rival con bajas y que necesita ganar para que el fantasma de las dos competiciones no comience a sobrevolar su día a día. Una buena oportunidad para que la Real de un nuevo golpe en la mesa.
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