Afganistán libera a su último prisionero estadounidense en un intercambio de reos entre Washington y los talibanes

Afganistán libera a su último prisionero estadounidense en un intercambio de reos entre Washington y los talibanes

El régimen talibán afgano ha puesto en libertad a su último prisionero estadounidense, el veterano de guerra Mark Frerichs, a cambio de la entrega de un alto cargo del grupo, Bashir Noorzai. Frerichs, que trabajó durante más de una década como contratista civil en Afganistán, había sido capturado por los talibanes en enero de 2020. Ambos han sido intercambiados en el aeropuerto de Kabul.

La operación representa uno de los intercambios de prisioneros más relevantes desde la llegada a la Casa Blanca del presidente Joe Biden, en enero de 2021, y llega apenas cinco meses después de otra negociación, esta vez con Rusia, para la liberación del veterano Trevor Reed. En el caso de Frerichs, su familia había expresado el temor a que la abrupta retirada estadounidense de Afganistán y la caída del Gobierno afgano el año pasado pusiera en peligro los contactos para rescatarlo y que el antiguo marino quedara para siempre en manos de sus captores.

Estados Unidos no reconoce al régimen de los talibanes, pero sí mantiene delicados contactos con sus autoridades para presionar en favor de los derechos de las mujeres ―cercenados y prácticamente inexistentes desde la toma de Kabul por parte de la milicia islámica― o proporcionar asistencia a los habitantes del país centroasiático.

En una llamada con periodistas, un alto cargo estadounidense, que habló bajo la condición del anonimato, calificó la autorización de la marcha de Noorzai como una “decisión difícil”, pero necesaria para conseguir el retorno de un ciudadano estadounidense. Biden, que se encontraba en el Reino Unido para participar en el funeral de Estado de la reina Isabel II de Inglaterra, telefoneó este lunes a primera hora a los familiares de Frerichs para comunicarles su liberación. El exrehén se encuentra en buen estado de salud, según el alto cargo mencionado.

En un comunicado, el presidente estadounidense ha reconocido, sin aludir a ella directamente, que no tomó “a la ligera” la decisión de poner en libertad a Noorzai, un señor de la guerra y traficante de droga. Condenado en 2005 a cadena perpetua por un tribunal estadounidense, cumplía condena en una penitenciaría federal. “Su puesta en libertad culmina años de trabajo incansable de esforzados funcionarios en nuestro gobierno y en los gobiernos de otros países amigos”, ha indicado el inquilino de la Casa Blanca.

Biden también ha prometido continuar los esfuerzos para conseguir la libertad de otros ciudadanos estadounidenses retenidos en el extranjero. Entre ellos se encuentran la jugadora de baloncesto Brittney Griner y el exmarine Paul Whelan, ambos encarcelados en Rusia.

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Bill Richardson, exgobernador de Nuevo México, visitó Moscú la semana pasada. El paso por Rusia del antiguo gobernador demócrata, que tras su retorno a la vida civil se ha especializado en las negociaciones para la puesta en libertad de rehenes, desató las conjeturas sobre un nuevo impulso para conseguir la liberación de ambos estadounidenses. Pero entonces el Departamento de Estado indicó que cualquier intento de poner en libertad a estadounidenses retenidos en el exterior debía coordinarse con el Gobierno en Washington, para evitar malentendidos.

“Cualquier esfuerzo que tenga lugar fuera del canal oficial tiene el potencial de complicar lo que ya es de por sí un desafío extraordinariamente complicado”, indicó el portavoz Ned Price. En agosto, Washington aseguró que había planteado “una oferta sustancial” para conseguir la puesta en libertad de sus dos ciudadanos.

Griner, que tiene en su haber dos oros olímpicos y es una estrella de la Asociación Femenina Nacional de Baloncesto (WNBA), fue condenada en agosto a nueve años de cárcel en Rusia por delitos de tenencia de drogas. La deportista, a la que los médicos habían recetado cannabis ―una sustancia ilegal en Rusia― para tratar dolores crónicos, fue detenida en el aeropuerto Sheremetyevo de Moscú al encontrársele cartuchos para inhalar nicotina con marihuana dentro. La Casa Blanca ha descrito la sentencia como “inaceptable”. Whelan, por su parte, fue condenado en 2020 a 16 años de prisión por espionaje, una acusación que el prisionero rechaza.

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