Afinar los Presupuestos


El goteo constante de previsiones de organismos nacionales e internacionales perfila un crecimiento económico sólido, pero mucho menos intenso y acelerado de lo que proyectaban hace solo dos meses. El FMI, el INE, el Banco de España y ahora la Comisión Europea han rebajado sus estimaciones, y con ellas, las del Gobierno. Reducen su anterior rango, superior al 6% de alza del PIB, al entorno del 4,6% este año, aunque se mejoraría en 2022.

Ello indica un retraso en el ritmo de la recuperación, provocado por factores en principio coyunturales, como el encarecimiento de la energía o los cuellos de botella en las cadenas de suministro. El catastrofismo de la oposición, que considera a la economía española en “quiebra”, se autodescalifica con datos tan simples como el crecimiento de la economía a más del 4%. Pero no es mucho mejor la propensión oficial al optimismo cuando presenta a España como “el país más dinámico de la UE”. Las nuevas cifras, además, entrañan muchas paradojas o apuntan a una desaceleración de la aceleración mientras indican una fuerte recuperación y, a la vez, un estancamiento relativo de los sectores más dañados durante la pandemia (turismo, automoción).

El menor aliento del PIB cohabita de forma un tanto insólita con el gran repunte de ingresos fiscales, que en el tercer trimestre han recobrado su nivel prepandémico. A ello debe sumarse una potente creación de empleo (España supera, por primera vez desde 2008, el listón de 20 millones de cotizantes) y la reducción continuada del paro en los últimos ocho meses.

Lo que sí aconsejan las nuevas proyecciones, sobre todo de Bruselas, es afinar con bisturí fino los Presupuestos. La superación de las enmiendas a la totalidad dibuja una alta probabilidad de que este Gobierno de coalición complete la legislatura, y eso aporta un factor de estabilidad que agentes económicos y mercados exteriores no deben minusvalorar. Al mismo tiempo, sin embargo, varios de los nuevos cálculos se emitieron durante la primera fase del debate presupuestario, que es cuando resulta más problemático modificar el cuadro macroeconómico. Es ahora, en la tramitación parlamentaria, cuando conviene afinar los Presupuestos porque las enmiendas parciales acrecientan gastos y reducen ingresos. La prudencia aconseja que toda mayor carga de gasto se compense aligerando otras partidas, sin esperar unos ingresos cuya materialización puede resultar problemática ante un posible menor crecimiento que el oficialmente establecido. Será preferible, en todo caso, periodificar gastos menos urgentes (por ejemplo, el aumento de 30.455 plazas de funcionarios) en función de una coyuntura volátil que pedirá respuestas versátiles.


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