Agenda de desencuentros

Pedro Sánchez saluda a Yolanda Díaz durante una sesión en el Senado.
Pedro Sánchez saluda a Yolanda Díaz durante una sesión en el Senado.Kiko Huesca / EFE

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La profunda renovación que hizo Pedro Sánchez del Consejo de Ministros dejó patente la voluntad del PSOE de prepararse para una batalla política intensa en la segunda parte de la legislatura. El refuerzo de los perfiles de partido constituye una estrategia bien perfilada para afrontar con más fortaleza las elecciones autonómicas y, cuando proceda, también las generales. Esta operación no concluirá hasta la celebración del Congreso del partido, programado para el mes de octubre. De otra parte, no son menores los cambios que Unidas Podemos también ha sufrido en su dimensión orgánica, dando lugar a un liderazgo coral de difícil armonía entre las pretensiones de un partido muy debilitado y las de quien ahora ejerce de vicepresidenta del Gobierno y puede aspirar a ser la candidata en las próximas elecciones.

¿Cómo impacta todo esto en la acción de gobierno? Y, más aún, ¿en qué medida acelera la inestabilidad de la coalición? Que ambos partidos pongan a punto sus estructuras orgánicas no tiene mayor inconveniente. Sí resulta más preocupante que las diferencias en temas de calado y particularmente sensibles contribuyan al desconcierto de la ciudadanía. Lo expuesto invita a pensar que el PSOE y Unidas Podemos ya han iniciado ese proceso natural propio de las coaliciones conformadas por partidos que compiten por el mismo espacio electoral. Dos ejemplos dan prueba de la afirmación vertida. El primero tiene que ver con el precio de la factura de la luz. Más allá de la discrepancia sobre el conjunto de medidas a adoptar con el fin último de reducir la carga económica que soportan las familias (y las empresas), Unidas Podemos no ha descartado la movilización social para imponer sus tesis, aunque sean de dudosa eficacia. ¿Comparte esta fórmula Yolanda Díaz? Más interesante aún, ¿qué último propósito encierra esta iniciativa? Alguien podría pensar en una excusa que prepare el terreno para abandonar la coalición cuando sea pertinente.

El segundo ejemplo enlaza con la inversión para ampliar el aeropuerto de El Prat, pensada por el Gobierno como parte de la llamada “agenda del reencuentro”. También aquí la posición de los miembros de la coalición resulta radicalmente divergente. En esta ocasión, lo ha expresado sin rubor la misma vicepresidenta segunda. Las palabras de Yolanda Díaz junto a la alcaldesa de Barcelona no pueden resultar más inapropiadas. Utilizando como fondo el idílico lugar donde se proyectarían las obras, la vicepresidenta se felicitó por la paralización de un proyecto de su Gobierno que suscitaría, a su entender, serias dudas en la Comisión Europea. Curiosa manera la que tiene Yolanda Díaz de cuidar la coalición recurriendo a fórmulas de oposición que recuerdan mucho a las que utiliza Pablo Casado.

Lo expuesto alerta de nuevo acerca de una progresiva pérdida de cohesión interna del Gobierno que no sólo daña su reputación y erosiona la confianza en su desempeño. También evidencia la presencia de grietas que resulta urgente taponar, al menos hasta la aprobación de los Presupuestos. Después parece obvio que las estrategias electorales de cada cual acelerarán irremediablemente la agenda de desencuentros.


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