Agur Zorro, agur


Uno va cumpliendo años y recuerda otras salidas de jugadores rojiblancos. Sentado en la silla de San Mamés, el pasado viernes me acordé de
Julen Guerrero
, que también anunció su despedida un 20 de mayo de 2006. Fue una despedida amarga en el txoko de Ibaigane. Las lágrimas no le permitían casi articular palabra.



Lo de
Aduriz
fue distinto. Fue un agur a la altura del personaje, al menos dada la pandemia que aún nos afecta.
Una despedida cargada de simbolismo.
Si los gladiadores querían morir en la arena, los leones no podrían tener mejor despedida que sobre el césped que les ha encumbrado.

Ofreció su última comparecencia desde el punto exacto desde el que marcó su último ‘bakalao’. la espectacular chilena al Barca. Su gol favorito por ser el último y contar con la presencia de sus hijas, que pudieron almacenarlo en su memoria. Hay tantos que llevan su firma, que es imposible quedarse con uno.
El acto en sí estuvo a la altura de lo que este club representa.

Pasillo de honor, acompañado de su mujer e hijas y con un nudo en la garganta pudo ceder el testigo a los compañeros que le acompañaron en un día tan señalado. Al igual que critiqué el modo de actuación con
Susaeta
, aplaudo lo vivido el viernes en La Catedral. En Bilbao, y en el Athletic en particular, nos acusan muchas veces de chovinistas, pero no es el caso.

Su carrera y su agur han dado la vuelta al mundo. En la visita a Ostersund, con motivo de un partido europeo, vimos en la prensa local un reportaje titulado ‘El Zorro’, mote que le puso
Jose Iragorri
y que traspasó fronteras. Un caso único. Fiel a los colores. Cualquiera no vuelve dos veces al club. El origen del jugador, Donostia, demuestra que el amor al rojo y blanco no entiende de fronteras.
Iribar
,
Iraola
,
Gurpegi
y otros muchos pueden atestiguarlo. Que te vaya bonito,
Aritz.


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